Revista Talentos

El imperio de la queja

Por Ilastours

El imperio de la queja

Imagen de marthabeatrizinfo.blogspot.com.es

Decía Alaska en el Magazine de la Vanguardia del domingo 28 de febrero que no soporta los dramas del que llama  "micromundo", este que compartimos donde cocemos nuestras pequeñas miserias. Que hay gente que se rebela contra su situación y otra que solamente se queja. Que las miserias del llamado "primer mundo" son minucias al lado de las de un senegalés en una patera...
Me vienen a la mente imágenes de los niños sirios, afganos, iraquíes, caminando como almas en pena bajo el frío europeo en busca de una patria sin guerra, de la niña en un campo de refugiados turco que no podrá rezar el Padrenuestro en su patria siria -donde ya no se puede ser cristiano-, de los estudiantes de educación primaria en un poblado de la india donde se recibe como maná del cielo una caja de 24 lápices de colores gentileza de sus padrinos occidentales en la ONG que los tutela...
Mis alumnos saben cómo sacarme de mis casillas: dos se discuten porque en la bandeja que comparten entre cuatro "sólo" queda un color rojo y lo tienen que compartir. ¡Una auténtica desgracia! No hay derecho. En el aula siguen habiendo seis o más lápices rojos. Pero son incapaces de compartirlos. Quieren tener un lápiz rojo cada uno. Lo demás es injusticia. Y no les vengas con que los lápices de color desaparecen con pasmosa facilidad, que las gomas no duran más de una semana por su manía de morderlas, lanzarlas como proyectiles o ves a saber... No hay derecho, y punto. 
Hace poco se me ocurrió organizar una fiesta de aniversario a mi hija. Pronto cumplirá los seis. Este año, Èlia prefería una fiesta más pequeña y no le importaba compartirla con su amiga Carla, que también cumple seis. Pero a ambas no les apetecía  la "típica fiesta del trimestre" - que he organizado personalmente durante dos años junto a otras madres y padres de la escuela- , esta vez querían invitar a algunos de sus amigos, sus más íntimos. Se me ocurrió abrir, junto a la madre de Carla, un grupo de wassap para invitarles. Pues bien: me quedé helada cuando una de las madres - sorprendentemente, de una de las niñas invitadas a la fiesta- replicó al cabo de dos minutos escasos al grupo general de la clase : "Me pregunto cómo es que nos empeñamos en separar a los niños ya tan pequeños por afinidades, pues Èlia ha preferido un grupito pequeño para celebrar su cumpleaños". Demencial.
Ahora resulta que todo se somete a debate - en foros virtuales, no cara a cara, por supuesto, no vaya a ser que nos comprometa...- y que es "antisocial" querer hacer fiestas de aniversario con tus mejores amigos, en petit comité. Hay que invitar a todos los compañeritos  -  con los que apenas juegas, los que te muerden o que no te saludan ni aunque te pisen por la calle, también- para que nadie se sienta herido. Estamos taaaaan susceptibles...
La madre  herida en cuestión volvió a teclear al cabo de unos segundos una disculpa a mi wassap personal: ciertamente se había pasado con el comentario, con el que parecía ponerme en el patíbulo a merced del resto de familias de la clase por el gran pecado que había cometido. Acepté su disculpa y me dirigí al grupo para calmar los ánimos y poner fin al asunto,  pues algunas madres -hablo de madres porque somos las más activas en el grupo, para bien o para mal- comenzaron a lanzar comentarios incendiarios, la mayoría contra el gesto de la tal madre,  y otras soslayando que se callara, que quienes en todo caso tenían más derecho a quejarse eran las familias de los niños de "la fiesta del primer trimestre", por habérseme ocurrido celebrar de manera diferente este año el cumple de mi hija "sin avisarles". Se ve que yo soy la que organizo todo, digo yo: ninguna este año me había llamado para celebrar la "fiesta del trimestre de las narices", aunque estamos casi a puertas de acabarlo y muchos niños ya han celebrado su sexto cumpleaños, algunos TAMBIÉN en privado, con su pequeño grupo de amigos.
Hay una cosa que he aprendido de este mal trago -yo, que durante años me he empeñado en superar mis limitaciones para atreverme a decir NO- y es que ciertamente no puedes agradar a todo el mundo. Haga lo que hagas, siempre serás criticada. Así que sigue tu camino. Ese es mi consejo, por si quieres tomarlo. Los espíritus complacientes lo son con todos menos consigo mismos. No tendrás paz interior hasta que no logres dominar el miedo a ser tú misma.
Y también me ha quedado constatado que, tal como dice Alaska, los del mal llamado "primer mundo" seguimos instalados en la queja. La queja que nos anula, que nos quita energía para lo que realmente importa.
Otro tema que me inquieta es la facilidad con que tecleamos caracteres en un smartphone sin apenas reflexión, sin medir las consecuencias del chorreo mental que se nos escurre por los dedos. Pero me guardo esta inquietud para un próximo post...
Probablemente esta entrada de hoy también tenga algo de lamento. Disculpa si te he dado la vara, pero lo cierto es que me he quedado un poquito más relajadita... Así que hecha la catarsis, voy a centrarme ahora en la Belleza del Ahora, del presente, que ya sabéis, es un regalo. Y en quejarme menos a partir de ahora, si es posible...
Feliz Semana.
El imperio de la queja


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