Revista Educación

El Imperio Inca

Por Jennita22

La cultura incaica fue una de las más desarrolladas de la América precolombina y, tras un período  expansionista, dio lugar a uno de los imperios más vastos de la antigüedad, el Tahuantinsuyo.

La civilización inca surgió a comienzos del 1100 en la zona andina del Perú, en el valle de Cuzco, y, desde allí, se desarrolló a lo largo de la costa del océano Pacífico.

Integrantes de una sociedad basada en las jerarquías que la segmentaban, los Incas se destacaron en la arquitectura, la agricultura y en el arte. Además, se trató de un pueblo con un fuerte arraigo en las creencias religiosas. El imperio Inca cayó frente a los españoles liderados por Francisco Pizarro, en 1532.

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Asentamiento

Entre los años 1100 y 1400 los Incas apenas si habitaban la región del valle de Cuzco. Luego, a partir del gobierno de Pachacútec, iniciaron un período expansionista mediante el cual llegaron a dominar otros pueblos y a ejercer el control sobre mayor cantidad de territorios.
Fue tanto mediante guerras como por el establecimiento de alianzas pacíficas que consiguieron establecer un sólido y fructífero imperio de unos cuatro millones de kilómetros cuadrados y en el que habitaban más de seis millones de personas.
El territorio del imperio tuvo como eje la cordillera de los Andes y, en su período de máximo esplendor, ocuparon parte de los actuales Perú, Bolivia, Colombia y Chile.

Organización política

Los Incas establecieron una monarquía absolutista y teocrática. El poder era centralizado y ejercido por el Inca, quien era considerado un dios vivo, el “hijo del Sol”. El derecho a gobernar era por herencia y el príncipe heredero, el Auqui, era elegido entre todos los hijos del Inca.

El Imperio Inca se caracterizó por poseer un claro esquema organizativo a nivel político. Para poder administrar el inmenso territorio que conformaba el Tahuantinsuyo, se lo dividió en cuatro regiones, cada una de ellas con un jefe de origen noble. A su vez, había una división en provincias donde el Inca designaba un gobernador.

Los incas casi siempre mantenían en sus puestos a los jefes de los pueblos conquistados porque entendían que ellos eran las personas mejor capacitadas para controlar a su propia gente. No obstante, estos líderes debían viajar a Cuzco una vez al año para renovar sus votos de fidelidad al imperio. En esta sociedad era fundamental la obediencia al jefe y, por este motivo, existían fuertes castigos públicos.

Dado que el imperio estaba integrado por distintos pueblos que o habían sido conquistados o habían optado por generar alianzas bajo las que juraban fidelidad a las autoridades incaicas, fueron establecidos elementos de unificación. La lengua actuó fuertemente en este sentido. Todos los pueblos debían aprender y practicas el quechua, lengua oficial del Tahantinsuyo. Por otra parte, todos debían rendir culto al dios Sol (no por ello los demás pueblos dejaban de adorar a sus propios dioses).

Organización social

Por poseer un fuerte arraigo religioso, la sociedad se encontraba organizada en torno a una gran segmentación entre la nobleza y el resto del pueblo, lo que representaba el orden divino en la Tierra. Por sobre cualquier persona se encontraba el Inca, el gobernante y representante del dios Sol.

La elite incaica estaba conformada por quienes se decían descendientes de los padres fundadores del Imperio y por los gobernantes de los pueblos que habían sido sometidos durante las guerras de conquista. Si bien los primeros poseían mayor status social, ambos sub grupos ostentaban privilegios frente al resto de la sociedad.

Quien era parte de la nobleza poseía ciertas prerrogativas entre las que se destacaban la posibilidad de tener más de una esposa; vivir en lujosos palacios de muchas habitaciones y un patio central donde había una fuente para bañarse; usar finas ropas confeccionadas con lana de vicuña (tela que estaba prohibida para el resto de la sociedad). Además, sus hijos estudiaban con los sabios, conocidos como Amautas, quienes los preparaban para ser los futuros gobernantes, guerreros o sacerdotes.

El pueblo, la mayoría de la población, era responsable de realizar los trabajos necesarios tanto para mantenerse a sí mismos y sus familias como al resto del imperio. Un grupo muy especial dentro del pueblo era el que formaban las acllas (escogidas). Se trató de un grupo de mujeres que eran reclutadas durante la infancia para servir al Imperio y al dios Sol. Ellas perdían todos los vínculos con sus familias de origen y, al habitar en la casa de las escogidas, dependían enteramente del Estado.

Estas mujeres eran divididas de acuerdo a su origen, belleza y aptitudes. Entre sus principales tareas se encontraban confeccionar tejidos finos y elaborar chicha, además de poder ser ofrecidas en sacrificio a los dioses
Un rasgo fundamental de las sociedades andinas, incluidos los Incas, fue la organización en ayllus. Dentro de un territorio determinado, cada ayllus estaba integrado por una familia extendida vinculada por lazos de parentesco. Todos los miembros de este grupo social reconocían su descendencia de un mismo antepasado que les era común y poseían una misma autoridad, curaca. Los ayllus se diferenciaban entre sí con un nombre propio y, muchas de estas unidades, constituían una comunidad. El Ayllus real era el de los nobles.

Economía

La agricultura fue la principal actividad productiva de los Incas. La tierra pertenecía a toda la comunidad y se distribuía entre los distintos Ayllus, para ser trabajada. Cada año, los jefes regionales la repartían entre las distintas familias de acuerdo a su cantidad de miembros y, de este modo, se aseguraban de que todos tuvieran alimentos suficientes.
Las tierras que correspondían a los nobles eran explotadas por el resto de la población quien entregaba la cosecha producida a los funcionarios del Imperio para su almacenamiento en graneros. Además, estos granos servían para reponer las pérdidas que pudieran darse en un ayllus en caso de sequía.
Los Incas fueron hábiles para aplicar distintas técnicas agrícolas, lo que les permitió mejorar el rendimiento de los cultivos. Entre ellas, sobre las laderas de las sierras, se destacaron los cultivos en terrazas. Otra técnica que emplearon fue el riego artificial mediante canales y acueductos. Sus principales productos fueron el maíz y la papa.
Fuera de la actividad principal de la agricultura, existían también trabajos especializados como la fabricación de objetos de metal, ollas de barro, joyas o tejidos. Además, una de las máximas riquezas económicas fueron las alpacas y las llamas a las que lograron domesticar y de las que obtenían lana para sus tejidos y vestimentas.

Cosmovisión

Los Incas creían que nada ni nadie existía fuera de ellos. Nada se decía de los pueblos que los habían precedido ni de aquellos que habían sido conquistados. A pesar de esto, los pueblos sometidos podían mantener sus dioses y lugares sagrados, aunque debían venerar en primera instancia a los dioses de sus captores.
La cosmovisión Inca trataba de estar en armonía con la naturaleza y, por este motivo, adoraban elementos del ambiente. En este contexto, se trató de una religión politeísta donde el Sol (Inti) y su hermana, la Luna, eran los dioses principales. Al primero de estos le dedicaban grandes ceremonias. Con el objetivo de lograr el agrado y la protección de los dioses, los incas realizaban distintos tipos de ofrendas.

Otro aspecto de la religión inca fue el culto a los antepasados. Si un miembro de la nobleza moría, su cuerpo era momificado y pasaba a ser una figura sagrada llamada malqui.

Video explicativo sobre el origen del Imperio Inca


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