Revista Ciencia

El lado humano de la investigación científica

Publicado el 15 septiembre 2013 por Rafael García Del Valle @erraticario

ideas propias

En uno de sus últimos cursos sobre sociología de la ciencia impartidos antes de morir, afirmaba el sociólogo Pierre Bourdieu que:

…las presiones de la economía son cada vez más abrumadoras, en especial en aquellos ámbitos donde los resultados de la investigación son altamente rentables, como la medicina, la biotecnología (sobre todo en materia agrícola) y, de modo más general, la genética, por no hablar de la investigación militar. Así es como tantos investigadores o equipos de investigación caen bajo el control de grandes firmas industriales dedicadas a asegurarse, a través de las patentes, el monopolio de productos de alto rendimiento comercial.

(Bourdieu, El oficio de científico)

La línea que antaño separaba la ciencia esencial de las universidades de la ciencia aplicada de las empresas tiende a desaparecer de manera definitiva. Los científicos que no se ajustan a los criterios comerciales se ven poco a poco marginados en favor de…

…amplios equipos casi industriales, que trabajan para satisfacer unas demandas subordinadas a los imperativos del lucro. Y la vinculación de la industria con la investigación se ha hecho actualmente tan estrecha, que no pasa día sin que se conozcan nuevos casos de conflictos entre los investigadores y los intereses comerciales.

La lógica de nuestro tiempo es la lógica de la competitividad se une a la sumisión, por un lado, y a la ambición por otro. Sumisión como estrategia de la ambición, generalmente.

La actividad científica, como cualquier otra actividad humana, acaba siendo reducida “a una vida social con sus reglas, sus presiones, sus estrategias, sus artimañas, sus efectos de dominación, sus engaños, sus robos de ideas, etcétera”.

En este sentido, resulta crucial comprender que la interacción entre los científicos usa de los mismos métodos no racionales con que se dirimen las controversias entre cualquier grupo humano que busca defender sus privilegios frente a otro que amenaza las ventajas conquistadas.

Por ejemplo, Harry Collins y Trevor Pinch muestran, respecto a una controversia entre científicos del establishment y parapsicólogos, que unos y otros utilizan procedimientos tan extraños como deshonestos: todo se desarrolla como si los científicos hubieran instaurado unas fronteras arbitrarias para impedir la entrada a unas maneras de pensar y de actuar diferentes de las suyas.

Y aquí se centra Bordieau en los estudios sobre el comportamiento de los científicos en la vida de un laboratorio. Así, en la década de los 70, los trabajos de campo de los sociólogos M. D. Grmek y F. L. Homes concluían que…

…los mejores científicos descartan los resultados desfavorables como aberraciones que hacen desaparecer de los informes oficiales y transforman a veces experiencias equívocas en resultados decisivos o modifican el orden en el que las experiencias han sido realizadas, etcétera, y que todos se doblegan a las estrategias retóricas comunes que se imponen en el paso de los apuntes privados de laboratorio a las publications.

(citado por Bourdieu, El oficio de científico)

Reproduce Bordieau otro estudio de la época:

Los resultados parecen más decisivos, y más honestos; los aspectos más creativos de la investigación desaparecen, y da la impresión de que la imaginación, la pasión y el arte no han desempeñado ningún papel y que la innovación no procede de la actividad apasional, de unas manos y de unas mentes profundamente implicadas, sino de la sumisión pasiva a los preceptos estériles del supuesto “método científico”. Este efecto de empobrecimiento conduce a ratificar una visión empirista o inductivista, a la vez anticuada e ingenua, de la práctica de la investigación.

En definitiva, “escriben de una manera convencionalmente impersonal, al reducir al mínimo las referencias a la intervención humana, construyen unos textos en los cuales el mundo físico parece actuar y hablar, literalmente, por sí mismo”. De modo que las conclusiones del científico se muestran como obligadas ante la experiencia inequívoca de los fenómenos naturales estudiados, sin lugar a variantes o indeterminaciones.

La complicidad y la mala fe están presentes en este campo como en cualquier otro:

Las “estrategias” a un tiempo científicas y sociales del habitus científico están pensadas y tratadas como estratagemas conscientes, por no decir cínicas, orientadas hacia la gloria del investigador.

Según Bourdieu, las posturas anteriores se quedan cortas al limitar el estudio a un microcosmos cerrado sin tener en cuenta las influencias externas, ignorando así que un investigador o un laboratorio pertenecen a espacios estructurados mediante “unas lógicas a un tiempo genéricas y específicas” de carácter global.

Es así que es necesario introducir la noción de “campo”, el ambiente en que tienen lugar tales influencias, las estructuras organizativas y las relaciones entre sus diferentes miembros.

El capital científico es un tipo de capital simbólico basado en el conocimiento y el reconocimiento de los individuos, por el cual se establece una jerarquía de “mando”. El individuo con mayor capital organiza el campo, domina a los menos dotados y dirige la distribución de las posibilidades de beneficio. Así, “el dominante es el que ocupa en la estructura un determinado espacio que hace que la estructura actúe en su favor”.

el lado de la mesa

Los agentes luchan por conservar o transformar las correlaciones de fuerza existente, así que:

…desencadenan unas acciones que dependen, en sus fines, sus medios y su eficacia, de su posición en el campo de fuerzas, es decir, de su posición en la estructura de distribución del capital.

[...] [Los dominadores] son capaces de imponer, a menudo sin hacer nada para conseguirlo, la representación de la ciencia más favorable a sus intereses, es decir, la manera “conveniente” y legítima de jugar y las reglas del juego (y, por tanto, de la participación en él). […] Poseen unas ventajas decisivas en la competición, entre otras razones porque constituyen un punto de referencia obligado para sus competidores, que, hagan lo que hagan o quieran lo que quieran, están obligados a situarse en relación a ellos, activa o pasivamente.

De este modo, las estrategias de los investigadores están orientadas por las presiones y las posibilidades dadas por su posición.

Las primeras rupturas implícitas en la noción de campo son el cuestionamiento de la idea de ciencia “pura”, absolutamente autónoma y que se desarrolla de acuerdo con su lógica interna, y de la idea de “comunidad científica”, noción admitida como obvia y convertida, gracias a la lógica de los automatismos verbales, en una especie de designación obligada del universo científico. […] Hablar de campo es romper con la idea de que los sabios forman un grupo unificado, prácticamente homogéneo.

La idea de campo lleva asimismo a cuestionar la visión irénica del mundo científico como un mundo de intercambios generosos en el cual todos los investigadores colaboran en un mismo objetivo […]: lo que se observan son unas luchas, a veces feroces, y unas competiciones en el interior de las estructuras de dominación.

Un conocimiento aparece como auténtico, autentificado y homologado cuando accede al espacio público, pero un “espacio público” muy bien controlado. El reconocimento de los colegas del campo científico en cuestión tiende a producir un efecto de cierre, pues ha de ser ratificado por otros científicos que controlan tácitamente el acceso al “gran público”. Esto lleva por ”unos caminos que no son estrictamente científicos”, pues en él intervienen los “poderes temporales” sobre el campo científico.

Las valoraciones de las obras científicas están contaminadas, , dice Bordieau, por la posición ocupada en las jerarquías sociales del campo científico.

[...] Una gran innovación científica puede destruir infinidad de investigaciones y, de paso, de investigadores, a pesar de no tener la menor intención de perjudicar a nadie. […] Se entiende que las innovaciones no sean bien acogidas, que susciten resistencias formidables, que pueden recurrir incluso a la difamación, muy eficaz contra un capital que, como cualquier capital simbólico, es fama, reputación, etcétera.

En fin:

Los dominadores son aquellos que consiguen imponer la definición de la ciencia según la cual la realización más acabada de la ciencia consiste en tener, ser y hacer lo que ellos tienen, son o hacen.

Todo lo cual convierte en irracional el futuro gozoso que se promete como resultado de eso que llaman progreso, pues dicho futuro se basa en que el objetivo de los grandes avances de la ciencia y la técnica de ella derivada tiene como fin último el bienestar de la humanidad.

¿Cómo es posible alcanzar tal objetivo en una lógica de la competitividad y de la ambición personal?

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