Revista Sociedad

El legado

Publicado el 15 enero 2016 por Tomarlapalabra
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La oposición es mayoría en el parlamento venezolano por primera vez desde 1999.

“Juro sobre esta moribunda Constitución. Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución que impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro.”

 
Lo anterior lo dijo Hugo Chávez jurando como presidente en su primer mandato y, en efecto, en referéndum en 1999 cumplió su juramento de cambiar la carta magna que además sufrió algunos otros cambios luego, dando cada vez más poder al ejecutivo. Al final, en Venezuela, la división de poderes, si bien no llegó a eliminarse totalmente, era cada día más cosmética que real. El poder era cada vez más absoluto en manos de un solo hombre y sus secuaces.

 
Venezuela cambio, hasta de nombre, y fue poseída por un viejo conocido: un sistema que se alimenta de la polarización social que suele ser azuzada por quienes encarnan el bien absoluto. Los valores de la sociedad hasta entonces terminaban por rendirse ante los impuestos por el estado ya transmutado de un simple administrador de los recursos públicos, y de un ejecutor de la las leyes y decisiones, en gran maestro de todos los venezolanos, en un gran repartidor, en un humano altruista, y a su vez, en un filtro del bien y el mal. Con el poder cuasi-absoluto en sus manos, el chavismo regalo lo que no produjo, terminando por crear en Venezuela una situación realmente agobiante en los que ahora eran “sus pupilos”. La ciudanía venezolana completa, otrora jovial, asumo, se enfrentaba los unos con los otros, primero por “el proyecto”, luego por alcanzar papel higiénico en la cola.

 
Y así murió el gran timonel, con el barco a medio hundirse, donde un credo era la línea que dividía en dos bandos a los unos, y a los otros. Al debate de siempre, entre prosperidad y pobreza, se le agrego otra componente, un dogma, una ideología, un nombre, un hombre. Normalmente la gente en el mundo normal no suele pensar diariamente en que ideología profesa uno u el otro, pero en Venezuela eso cambió. La pregunta es ¿Habrá cambiado para siempre? ¿Es posible regresar a la tan sabrosa normalidad luego de una experiencia como esa? ¿Volverán en Venezuela, a la hora de votar, a pensar solo en que más les sirve y no en que ofrece el peligro de una ideología o de otra? ¿Es reparable el daño social que provocan los sistemas polarizadores en extremo?

 
Hoy la correlación ha cambiado muchísimo. La asamblea está dominada por la oposición aunque el chavismo sigue gobernando e intentará valerse de todo el blindaje de poder antes logrado para torpedear el camino a los nuevos diputados. Por su parte, los nuevos intentaran, con el poder recién ganado, remover al ejecutivo o, por lo menos, quitarle poder.

Lo cierto es que ahora es menos cosmética la división de poderes, y que la gran ventaja de la asamblea es que el pueblo apoya la posición antichavista, esto es incuestionable hoy, votaron por ellos de forma contundente, y no sabemos incluso si fueron más los que se inclinaron por los opositores. Pero en realidad lo que existe es una propuesta y una anti propuesta, digan lo que digan los implicados, ya no hay, como antes de la perturbación, sencillamente dos o más propuestas. Hoy la asamblea está compuesta, en la mente de todos, por chavistas y antichavistas, no por fulanos y menganos aunque estos se contrapongan. Ahora, el nombre de Chávez va implícito en las dos corrientes.

¿Habrá entonces, ganado la revolución Bolivariana? ¿Será de verdad Chávez inmortal? ¿Pasara en Cuba, en ese futuro que no sabemos si llegara o no, algo similar?

Cubiche

Costa Rica.


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