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El legado de Commodo, un emperador tocapelotas

Por Garatxa @garatxa
Habíamos dejado pendiente el bonus del legado de Julio César y, como lo prometido es deuda, vamos a saldar la deuda contraída en esta entrada con un hecho curiosísimo que os gustará conocer y que puede haceros ganar partidas de trivial ;-).
La excelente película Gladiator dirigida por Ridley Scott y estrenada en el año 2000 puso en el candelero la figura de un emperador romano bastante desconocido hasta entonces: Cómodo. Al tratarse de un film de ficción histórica, Gladiator cuenta unos hechos que no se ajustan a la realidad pero que nos sirven de motivo para narrar algunas cuestiones acerca de su figura que son de lo más interesantes y curiosas. Esta es la escena más famosa de la película en la que Commodo, interpretado por Joaquín Phoenix, se enfrenta cara a cara a Máximo Décimo Meridio, interpretado por Russell Crowe.

Lucius Aelius Aurelius Commodus, que así era su verdadero nombre, se convirtió en emperador de Roma tras la muerte de Marco Aurelio el 17 de marzo de 180 d.C. A pesar de que al principio su mandato transcurría sin demasiados sobresaltos, pronto las cosas se complicaron al manifestarse su extraña e inestable personalidad.
El legado de Commodo, un emperador tocapelotasCommodo tenía unas ganas enormes de ser popular y por ello no se cortaba ni un pelo: organizaba y promovía juegos y espectáculos públicos en los que él aparecía e intervenía (le gustaba luchar en la arena como gladiador). Las fuentes históricas evidencian una megalomanía y afán de protagonismo que llegaron a derivar en locura. Debido a que organizar tanto sarao suponía mucha pasta, este emperador fue fastidiando más la ya de por sí maltrecha economía romana de aquella época, lo cual le hizo sufrir varias conjuras y rebeliones. Fijaos en cómo derivó su demencia absolutista en la última parte de su reinado:
- Se consideró a sí mismo como el nuevo Rómulo y dio a la ciudad el nombre de "Colonia Lucia Aurelia Nova Commodiana".
- Confirió a otras ciudades el privilegio de tomar este sobrenombre, y también lo extendió al Senado, a las legiones y a la plebe.
- Se hizo identificar con el mismo Hércules y se hizo divinizar en vida, llegando a colocar su cabeza en una gran estatua del dios emulando a Nerón.
- Y, aunque hay más cuestiones dignas de estudio, llegamos a la más curiosa y que enlaza con el legado de Julio César: resulta que al amigo Commodo no se le ocurrió otra cosa que sustituir los nombres de los meses por otros nuevos que estuvieran dedicados o relacionados con su propia figura, de tal manera que los meses pasaron a llamarse Amazonius, Invictus, Felix, Pius, Lucius, Aelius, Aurelius, Commodus, Augustus, Herculeus, Romanus y Exusperatorius.
No quiero ni imaginar cómo sería hoy nuestro calendario de no haber sido estrangulado en el baño, víctima de una conjura, el 31 de diciembre de 192 por su esclavo Narciso.

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