Revista Expatriados

El león en invierno

Por Tiburciosamsa
El león en inviernoMahathir, Badawi y Najib Razak. Yo si fuera Mahathir no bebería de esa copa por si acaso
Cuando uno abandona el poder las opciones son o dedicarse a escribir sus memorias, o ponerse a dar conferencias, o andar todo el día poniendo zancadillas a los sucesores. Adviértase que la opción de retirarse plácidamente y dedicar el tiempo a jugar con los nietecitos simplemente no existe. Y es que el poder es muy adictivo. 
El ex-Primer Ministro malasio Mahathir Mohammed se retiró del poder en 2003 y en estos diez años se ha dedicado con fruición a las tres actividades que he mencionado. Ignoro si entre una y otra encontró algo de tiempo para sus nietecitos. 
Cuando Mahathir dejó el poder, su sucesor, Abdullah Badawi, le ofreció un cargo honorario en el Gobierno. Mahathir respondió que había prometido abandonar la política “por completo”. Posteriormente demostró que para un político la expresión “por completo” significa algo distinto que para el resto de los mortales. Otra frase bonita que pronunció en esos días en los que estaba dejando el poder con lágrimas nostálgicas: “Después del 31 [de octubre de 2003, día en que cesó] no tengo derecho a decidir sobre nada. Daré un paso atrás y no interferiré en la administración de nuestro país.” Esto demuestra que en momentos muy emotivos hasta los políticos con más callo pueden decir tonterías. 
En los primeros tiempos de su jubilación se dedicó a lo que muchos otros políticos: asistir a consejos de administración y asesorar a empresas. Entre éstas estuvieron los dos buques insignias de la industria malasia: Petronas y el fabricante automovilístico Proton. Y fue ocupando estos puestos donde tuvo su primer desencuentro con Badawi y se olvidó de todas esas cosas tan bonitas que había dicho cuando se jubiló. 
Todo empezó cuando la junta de directores de Proton despidió al Director Ejecutivo de la compañía, Mahaleel Ariff, que era un protegido de Mahathir con el que compartía un ego estratosférico y la imposibilidad de quedarse callado. Mahaleel había estado fustigando la política del gobierno en materia de automóviles, así que el alivio con el que Badawi recibió la noticia de su cese sólo fue contrapesado por el rebote que se llevó Mahathir al ver que se llevaban por delante a su protegido. 
Mahathir empezó a criticar al Gobierno por su falta de protección al sector automovilístico nacional. De ahí pasó a criticar la cancelación de la construcción del segundo puente entre Malasia y Singapur. Y ya en vena, acabó diciendo que Badawi no había sido su primera opción a la sucesión, sino que hubiera preferido a Najib Tun Razak. Huele a pataleta: Razak me habría hecho más caso que tú, desagradecido. 
Lo curioso de los ex-líderes cabreados es que empiezan a ver la vida con ojos de ciudadano de a pie y se llevan amargas sorpresas. La de Mahathir fue descubrir que la libertad de expresión en su país era menos que perfecta. ¿Cómo lo descubrió? Observó que sus opiniones no tenían en los medios el eco que su ego le decía que hubieran debido tener. Para subsanarlo se olvidó  de que había dejado la política activa y se presentó para un puesto de delegado en la Asamblea General de UMNO. Tenía mono de escaño, de que le escucharan y de ponerle palos en las ruedas a Badawi. No salió elegido y en la rabieta acusó a sus enemigos de haber pagado el equivalente a 50 euros por cada voto emitido en su contra. O sus enemigos eran muy ricos, o Mahathir se lo tenía muy creído. Lo cierto es que había muchos que hubieran votado contra el gratis. 
En las elecciones de marzo de 2008 UMNO obtuvo los peores resultados de su historia y Mahathir no se privó de darle capones a Badawi, exigiendo que reconociese su responsabilidad en la derrota. Para expresar su descontento se dio de baja de UMNO, lo que no sé si fue una manera de castigarles o de premiarles. Y para que esta vez sí le escuchasen, abrió un blog con su apodo Chedet. Me puedo imaginar la sorpresa de los blogueros de pro, que habían sufrido durante persecuciones en los tiempos de Mahathir, al ver a Chedet uniéndose a sus filas. 
Badawi acabó dimitiendo y seguramente emitió un gran suspiro de alivio al saber que no tendría que volver a oír a Mahathir poniéndole a caldo. Mahathir se quedó tan satisfecho de que le hubieran hecho caso que pidió su reingreso en UMNO.  Tal vez en agradecimiento porque le hubiera movido la silla a su predecesor, Najib Razak le colocó en el gobierno a su hijo Mukhriz como Viceministro de Industria y Comercio Internacional Envalentonado, Mukhriz concurrió al puesto de jefe de las juventudes de UMNO, pero ahí la mano de papá no pudo nada. Khairy Jamaluddin le derrotó, por poco, pero le derrotó. La derrota debió de escocerle un poco a Mahathir: Khairy era el yerno de Badawi. 
En 2011 publicó “Doctor en casa”, sus memorias, que muchos no han sabido bien si clasificarlas como obra de ficción o de no-ficción. Su publicación suscitó mucha polémica. En ellas Mahathir daba palos a diestro y siniestro, que es algo que siempre le ha gustado. Yo diría que si has sido político malasio y Mahathir no se ha cebado contigo en algún momento de tu carrera, eres una piltrafilla de político y más vale que lo dejes. 
En los últimos tiempos Mahathir ha vuelto a agitarse. Parece que Najib Razak ya no le parece tan majo como antes. Tampoco le gustan mucho los malayos que dejan de votar al UMNO a pesar de lo mucho que hizo por ellos. Y de la minoría china, obcecada en votar a la oposición ya ni hablemos. Así últimamente ha dicho cosas como que cree que “las demandas de los no-malayos han sido muy atendidas, pero si se creen que serán los hacedores de reyes en las elecciones, vendrán con todo tipo de demandas.” Otra perla con más enjundia: “Tenemos un gobierno que es débil porque tiene un apoyo débil de la gente y tiende a acceder a las demandas de los extremistas en la oposición.” No está mal. En una sola frase se ha enajenado las simpatías del gobierno y de la oposición, todo en uno. 
Pero puede que los días en los que podía largar impunemente se le estén terminando. El poder es como una estufa en invierno: cuando te alejas de ella, aún conservas el calor durante unos minutos, pero cuanto más tiempo pasas alejado de ella más te vas enfriando. 
El pasado octubre UMNO celebró su congreso. Mukhriz se presentó a una de las tres vicepresidencias del partido. Era el primer paso para lanzarse a la política nacional por la puerta grande. Pero resultó que le movieron el piso: quedó el cuarto y con el inri de que el tercero fue Hishamuddin Hussein, que es primo de Razak. Mukhriz quedó a nueve votos de Hishamuddin y Muhyiddin Yassin, que es amiguete de papá, dijo que “sólo perdió por nueve votos y para mí debería verse como una victoria personal”. Vale tío, pero en mi diccionario perder por nueve votos se denomina derrota. 
La lectura más extendida es que los tiempos de Mahathir han pasado definitivamente y que su influencia sobre UMNO está apagándose. Conociéndole, yo preguntaría: ¿seguro?

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