El libro del cementerio de Neil Gaiman

Estoy éstos días de lecturas ligeritas, entre el calor y que ya sólo me quedan seis días para irme de vacaciones (¡siii!), estoy un poco perezosa para lecturas más sesudas. Como me gustó bastante Coraline, de la que ya hablé aquí en su momento, me apetecía leer alguna otra novela de su autor, Neil Gaiman. El libro del cementerio es una novela más larga y algo más compleja que la anterior, aunque ambas coinciden en crear un mundo mágico y algo tétrico plagado de personajes originales. La novela cuenta cómo una noche el malvado hombre Jack asesina a una familia al completo, tan sólo se escapa el bebé que consigue llegar hasta el cercano cementerio donde los espíritus de los muertos deciden adoptarle y darle la ciudadanía del cementerio. Para que los que le persiguen no puedan encontrarle, le ponen el nombre de Nadie Owens (Nad) y le educan en todo lo que éstos peculiares fantasmas pueden: atravesar paredes, desaparecer, crear miedo... Pero el niño va creciendo, y también sus ganas de ver mundo. Lo mejor de la novela son sus disparatados personajes, el autor nos va presentando a los habitantes del cementerio y contándonos cómo fueron sus vidas y su muerte, y cómo cada cual tiene sus manías y peculiaridades dependiendo de la época en la que vivió. Destacan Silas, el tutor de Nad, un extraño personaje que no está ni muerto ni vivo, y la bruja Liza, que se convierte en una de sus mejores amigas,de la que tenéis una ilustración abajo. Los dibujos que acompañan al texto son realmente bonitos.
Sin embargo, y pese a lo que pueda parecer por estar ambientado en un cementerio, el libro no es de miedo ni presenta escenas truculentas, al contrario, el eje central del mismo es el amor que todos los habitantes del cementerio le profesan a Nad, y cómo le enseñan que la vida es lo más maravilloso que hay en el mundo y que debe disfrutar de ella. La lectura es ágil y sencilla, el libro está lleno de seres fantásticos que viven en un mundo paralelo al de los mortales y presenta a la muerte no como algo que debamos temer sino como un final a una vida en la que se abren miles de posibilidades.