Revista Opinión

El limite es la intolerancia

Publicado el 29 septiembre 2010 por Gonza_z
¿Hasta qué punto es defendible una causa, un sueño o, incluso, un derecho? Cuando en la década de 1970 (ahora que volvió a estar de moda reflexionar sobre lo que acontenció en aquellos años) algunas agrupaciones políticas se llevaron por delante las instituciones e invocaron a la fuerza de las armas, en lugar de utilizar las ideas y las propuestas concretas, para gobernar el país, se vivieron años negros, plagados de asesinatos y desapariciones. Hoy, discursos como los de Hebe de Bonafini o escraches a periodistas de reconocida trayectoria que no apoyan los ideales del gobierno de turno, son una muestra que se están errando los caminos.
El limite es la intoleranciaPeriodistas Escrachados. Foto: Diario Perfil
Cuando uno piensa en la idea de democracia, lo hace proyectando un país donde todos sus ciudadanos se sientan albergados. Donde todas las agrupaciones políticas, culturales y sociales estén contenidas. Que existan las disputas y discusiones, pero con respeto y fundamentos. Cuando Hebe de Bonafini le dice turros a los jueces de la Suprema Corte y pide para que el tribunal máximo de justicia falle a favor de una causa (en este caso ley de medios), no está haciendo otra cosa que desconocer la división de poderes de una república. Expresiones como "Arranquemosle a la corte la decisión que es nuestra" o "y si tenemos que tomar el palacio de tribunales, tomemoslo compañeros" dan a entender que no importan los fundamentos legales que existan, tampoco la opinión de jueces de vastísima trayectoria; no. Lo que interesa es que fallen como ella (y el gobierno nacional) quiere.
Lo llamativo, es ver a funcionarios del gobierno como Mariotto o a Claudio Morgado, titular del INADI (organismo que lucha por la igualdad y el respeto  entre los ciudadanos) en el palco detrás de Bonafini, aplaudiendo sus palabras. ¿Están de acuerdo? La primer impresión es que si. Surgen controversias al pensar que si este es un gobierno nacional y popular es porque apoya y respalda la opinión de todos los argentinos y no porque ante las críticas o posturas alternas, alienea sus cañones contra los mal llamados traidores.La ensayista Beatriz Sarlo, en TN dijo ayer que le gustaría saber qué se iba a decir en Página 12, diario a favor de la democracia si los hubo. La intuición de Sarlo le decía que no se iban a repudiar los dichos de la titular de Madres de Plaza de Mayo. Efectivamente, Página 12, relata la crónica de esta manera: "El discurso final lo dio la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. La histórica dirigente de las Madres dijo que “a los turros de la Suprema Corte queremos decirles: alguna vez piensen en el pueblo que está en la calle” y les pidió a los manifestantes que “no dejemos la calle porque la calle es nuestra. Hagamos una marcha por mes y arranquémosle a la Corte la ley” y acusó también a los magistrados de recibir “sobres con plata”. Al finalizar Teresa Parodi entonó el Himno Nacional junto a los manifestantes." Además de atacar, desprestigiar y desconocer al máximo poder judicial, en la marcha por la aplicación de la ley de medios, las agrupaciones kirchneristas se encargaron de escrachar a los periodistas que no acompañan su gestión. ¿Por qué? Porque en su metodología de gobierno, el otro (es decir el que piensa diferente) es un traidor a la patria (a su patria) y por ende debe ser repudiado, atacado, amenzado. Es raro ver a un gobierno nacional y popular arremeter contra aquellos que tienen ideas diferentes. Señarlos, marcalos, en definitiva exponerlos ante la opinión pública como personas deshonestas da a pensar que el progresismo y las cuestiones de derechos humanos en estas situaciones son dejadas de lado.El limite es la intolerancia. Cuando se rompen las barreras que atacan lo más íntimo de una persona, no existen causas justas. Vivir en y con democracia significa, entre otras cosas, respetar la postura política del otro. Todo lo demás es totalitarismo, ya sea de izquierda como en Cuba o Rusia o de derecha como el franquismo, nazismo o el modelo de país de la Dictadura de 1976. Nadie puede arrogarse tomar por asalto el Tribunal de Justicia, el Congreso o la Casa Rosada y decir que lucha por un país mejor.

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