Hasta en tres ocasiones fusilaron los arietes del Osasuna la portería defendida por Galatto. El partido solo tuvo un guión, que empezó a escribirse en el primer minuto de juego, cuando Manu Torres peca de inocencia y comete penalty. Nekounam no perdonó y el partido se le hizo cuesta arriba al Málaga, tanto, como si jugaran con uno menos.
El quiero y no puedo de otras veces pasó a ser, directamente, no quiero. La imagen mostrada por los de Ferreira fue bastante mala y los pupilos de Camacho resultaron ser compañeros más aventajados. Masoud firmó el segundo, ante la pasividad de la defensa malaguista. Era el momento de la reacción, pero en el guión aparecía más cerca el 3-0 que el 2-1.
Ferreira movió ficha en el descanso. Seba Fernández dotó al equipo de cierto aire esperanzador. Y Edinho corroboró que Baha no es el de otros años. No tuvo ni una. Aunque buena parte de culpa la tenga Quincy, quien parece querer hacer siempre la guerra por su cuenta, y los interiores, siempre desdibujados.
Mientras la inoperancia del ataque blanquiazul seguía su curso, el malagueño Aranda ponía la sentencia definitiva. La defensa volvió a hacer aguas en un partido muy malo colectivamente.
Es el primer partido a domicilio en el que el Málaga no logra puntuar ni tampoco hacer gol. Sigue en la tabla como equipo más goleado y roza los puestos de descenso con mucho peligro. El siguiente escollo no será fácil: La Real Sociedad en una Rosaleda que no ha visto a su equipo puntuar.
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