Revista Cultura y Ocio

El milenarismo medieval (I)

Por Selva Del Olvido

El hombre occidental parece presentar, desde la difusión del cristianismo o incluso antes, una tendencia a creer, firmemente, en movimientos milenaristas y que anticipan la llegada del fin del mundo en diversas profecías. El desarrollo de la mentalidad de las gentes del Occidente medieval no puede entenderse sin comprender primero este tipo de tendencias, las cuales, aunque con menor fuerza. siguen presentes en la actualidad y muestran paralelismo con las actitudes que presentaremos a continuación. No hay más que recordar el célebre efecto 2000 o la actual fijación con el supuesto desastre que acontecerá en 2012 para darnos cuenta como algunos miedos del hombre medieval han llegado hasta hoy.
La base del milenarismo medieval se encuentra, como no, en el oscuro texto del Apocalipsis de san Juan y en sus diversas interpretaciones. La creencia en la cercana llegada del Anticristo y en la aparición del Emperador del Fin de los Tiempos, que uniría a toda la Cristiandad para iniciar un periodo de paz y prosperidad justo antes del Juicio Universal, parecen ser una constante expectativa para estas gentes cuyo mayor deseo era ver instaurado el Paraíso en la tierra.
La idea del Apocalipsis evocaba terribles consecuencias para todo el mundo, pero las masas más desfavorecidas de la sociedad veían en todo esto un mensaje de esperanza ya que tras estos acontecimientos aparecería una sociedad igualitaria. No es casualidad que la mayoría de los movimientos de protesta de época medieval tuvieran cuño milenarista. Por otro lado, no eran escasos los religiosos que deseaban ver a la Iglesia purificada y, como es el caso de Joaquín de Fiore, desarrollaran profecías que contarán con una enorme difusión. Profecías que no dudaban en dar fechas concretas para el inicio del Fin de los Días (entre los años citados en dichas profecías están el célebre año 1000 pero también otras muchas como la de 1251, decretada por un caudillo popular denominado Maestro de Hungría; la de 1260 señalada por el ya citado Joaquín de Fiore, y una interminable lista de fechas mas que siguen a éstas)
Dicha situación se potencia en determinados momentos de la Edad Media por la difícil coyuntura económica y social vivida, la aparición de diversas catástrofes naturales que son tomadas como señal del fin de los tiempos o, incluso, por acontecimientos políticos a los que se les intenta poner paralelismos con el Texto del Apocalipsis. Dentro de esta situación va a tener un particular interés el uso de dos figuras, omnipresentes en los textos de la época, como son la del Anticristo y la del Emperador del Fin del Mundo por parte del Papado y del Imperio en sus constantes luchas de poder, tal y como veremos en el siguiente artículo.

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