Revista Ciclismo

El misterio de Anquetil en Envalira

Por Rafael @merkabici

En 1964 el ciclista francés Jacques Anquetil se encontraba ante la posibilidad de convertirse en el primer hombre que ganaba cinco Tours de Francia. Anquetil era en ese momento un deportista consagrado, con un palmarés excepcional que quería acabar de completar con ese Tour. Y lo cierto es que las cosas comenzaron bien para él, y pronto tomó una buena ventaja sobre sus rivales en la clasificación general. Pero todo se torció en Andorra.

Durante el transcurso de ese Tour un “adivino” francés publicaba sus predicciones en la columna de uno de los periódicos galos de mayor tirada. Pues bien, este desalmado escribió un día que Anquetil tendría una caída fatal durante la etapa de Andorra, perdiendo en ella la vida. Evidentemente esta predicción actuó en contra de la moral de Anquetil, que empezó a darle vueltas a la cabeza, estimando que, quizás, lo mejor era abandonar la carrera para no tentar a la suerte. Y en este momento es en el que aparece la figura de su director de equipo Raphäel Gemianini.

Los excesos del día anterior se pagan

Los excesos del día anterior se pagan

Gemianini acaba de retirarse del ciclismo, y siempre había destacado por su inteligencia y astucia. Había sido un corredor muy fuerte, uno de los mejores del mundo, pero si en algo era indiscutiblemente el número uno es en el terreno mental. Y haciendo gala de esas artes comenzó a concienciar y mentalizar a Anquetil de que esos pensamientos negativos no le iban a servir de nada, y que la mejor forma de evitar aquella absurda predicción era llegar a la meta con ventaja.

El día antes de Andorra Anquetil se muestra abatido y no quiere salir de su habitación. Para animarlo Raphäel les invita a él y a su bella esposa, Jannine, a una gran fiesta que se celebra en las inmediaciones del hotel. Aquí entre en juego una vez más la leyenda. Anquetil se deja fotografías comiendo una pierna de cordero asado. Sólo la llevó a los labios para la pose, dirá él más tarde. Comió y bebió como si fuera su último día, comentaron otros.

Al día siguiente Anquetil no terminaba de mostrarse confiado y sufre un ataque de salida por parte de sus rivales más directos. Desmoralizado, enrojecido por el esfuerzo, tosiendo como un tísico, Anquetil repta por las rampas del gran puerto andorrano. Se encontraba en la cima de Envalira, el puerto más alto de los Pirineos, transitando a varios minutos de todos sus rivales, solo, abatido y perdiendo la carrera. Todo parecía estar en su contra, porque, en teoría, de allí en adelante su desventaja no haría sino crecer y crecer

 

Puy de Dôme, el momento culminante de 1964

Puy de Dôme, el momento culminante de 1964

Fue entonces cuando Gëmianini se puso a su altura con el coche y, haciendo gala de un conocimiento psicológico perfecto sobre la mente de un campeón del deporte, le dijo: “Jacques, si tienes que morir al menos hazlo como un campeón”. Anquetil escuchó aquellas palabras, sonrío y apretó, recuperando la moral y las fuerzas. Se lanzó a un descenso increíble entre la niebla, frenando sólo en una ocasión, según sus propias palabras.

Al final de la etapa no sólo había capturado a sus rivales, sino que les había dejado atrás, ampliado su ventaja, y sentenciando su quinto Tour de Francia, el más emotivo de todos los que ganó.

 

Mi única aspiración en la vida es demostrar que puedo tener algo de razón aun estando completamente equivocado. Jacques Anquetil, ciclista francés.

 


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