Revista Cultura y Ocio

'El monje negro', de Anton Chéjov

Publicado el 20 abril 2015 por Carm9n @Carmenyamigos
'El monje negro', de Anton Chéjov
"Andrei Vasilievich Kovrin, Magister, estaba agotado; tenía los nervios completamente destrozados. Algunas veces, mientras tomaba una copa con su amigo el doctor, éste le aconsejaba que pasara una temporada en el campo, y mejor aún, toda la primavera y el verano, pero Andrei nunca le hacía caso.
Un día recibió una extensa carta de Tania Pesotski, en la que le invitaba a pasar una temporada en la granja de su padre, en Borisovka. Kovrin decidió aceptar."
Así da comienzo El monje negro, de Anton Chéjov, con el protagonista, Andrei Kovrin, desplazándose hacia la granja de sus amigos, los Petovski, para recuperar esa estabilidad mental y ese sosiego que se le escapa por momentos. Kovrin es un joven de ajetreada e intensa actividad intelectual. Sus días y noches- apenas duerme media hora- las dedica al estudio, la reflexión y la lectura. La filosofía y la psicología son las disciplinas en las que centra su investigación.
Los jardines, un verdadero vergel, y la vida sencilla de los Petovski parecen ideales para el paseo, la tranquilidad y la anhelada paz mental. Y además de ese ambiente bucólico, se encuentra entre gente que le aprecia sinceramente: Igor Semionovich lo crió, al quedar Andrei huérfano, como a un hijo, y Tania, la joven, bella y vehemente Tania, siempre ha estado enamorada en secreto de él. Todo presagia, por tanto, un agradable y progresivo restablecimiento.

Las apariciones de la figura de un monje negro, con el que Andrei dialoga y cuyo discurso y presencia le provoca éxtasis de felicidad, cambia el rumbo de las cosas. Junto al monje negro, Kovrin siente su mente más viva, más lúcida, y comprende que el monje, sea producto de su imaginación, un fantasma o un espejismo, sea lo que sea, le habla directamente a su mente y le comprende como nadie lo ha hecho. 

'El monje negro', de Anton Chéjov

Anton Chéjov (1860-1904)

La tuberculosis fue una dura y cercana compañía de Chéjov durante largo tiempo- falleció de esta enfermedad con apenas 44 años- y la conocía, por tanto, muy bien. Quizá también sufrió alucinaciones- consecuencia frecuente de la tísis- al igual que el protagonista de su relato. Y esta puede ser una de las interpretaciones de las visiones del monje negro, por parte de Andrei. Pero sea cual sea la perspectiva que adoptemos ante estas apariciones, ante su esencia- efecto de la enfermedad, desdoblamiento de la personalidad, simple locura,...- lo innegable y en lo que es imposible no coincidir es en lo cautivador de la fantasía poética sobre la que Chéjov construye el relato.

Dualidades varias se encuentran en el relato. Por un lado, el enfrentamiento entre el entorno idílico, la naturaleza, los jardines y huertos de los Petovski, el trabajo manual de horticultura al que dedican sus días y el esfuerzo intelectual, la búsqueda del conocimiento absoluto, de la vida eterna de Kovrin. Por otro lado, el rebaño cuerdo al que pertenece la mayoría, mediocres seres de mentes adormecidas ante la locura de lo excelso, de lo superior, de los seres elegidos, de la inteligencia en constante debate de ideas, de la genialidad. ¿Cordura en la simplicidad o locura en la lucidez?
"Ser un genio es ser un demente."
El libro que os propongo hoy, en la bonita edición de Eneida- imposible resistirse a sus portadas y a la selección de las obras- incluye además del relato que da título al recopilatorio otras cinco piezas breves: En la oscuridad, Un noche de espanto, El misterio, La víspera del juicio. Memoria de un preso y Una mujer sin prejuicios. En todos los relatos se revela la maestría de Chéjov en las distancias cortas en las que destacó particularmente.

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