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El monopolio que le gusta a la gente

Publicado el 14 mayo 2014 por D10
Ahora que se acerca la hora de Brasil 2014 se desatan las polémicas de toda índole, siendo la de si Tévez debiera haber sido convocado por Sabella la de mayor envergadura. Entre todas las discusiones apareció la de las transmisiones que el público televisivo tendrá disponibles para seguir las vicisitudes del esperado mundial.
Según se sabe, solamente un canal de aire tendrá la potestad de transmitir los partidos de Argentina, mientras que en el cable habrá diferentes posibilidades. Con la inigualable pero ampliamente mejorable presencia del tarta Vignolo con la complicidad del excelentísimo ex crack Diego Fernando Latorre, el único canal que transmitirá los partidos será canal 7, situación que les dio pie a ciertos comentaristas de fácil conclusión para decir que tanta animadversión que tenía el gobierno hacia los monopolios es contradictoria con la realidad actual donde el gobierno es quien mantiene el monopolio del fútbol con la platita de la gente.
Defensores del gobierno, igualmente tramposos, explican que toda la televisión argentina es sustentada por el bolsillo de la gente, principal argumento de los favorecedores de Magneto que no cesan en la repetición de que la gente paga el sueldo de quienes trabajan en la tele pública. Dicen, por ejemplo, que el dentífrico que vende Caserta en Bendita TV y que la gente compra está pagándole el sueldo al personaje de la estrambótica vestimenta. Y para qué tiene uno blog sino para hablar en serio, si fuese para sostener las mentiras de siempre tendría los mismos inconvenientes de salud mental que exhiben autores de otros blogs.
En primer lugar, de existir monopolios, siempre será preferible que fuesen supervisados o, todavía mejor, manejados por instituciones sostenidas por el voto popular. Es decir, si vamos a tener monopolios, mejor que fuesen del pueblo y, llegado el caso, quien utilizara este derecho para obtener beneficios personales, que se atuviera a las consecuencias con la justicia. Por fin en nuestro país hay una institución que acepta compromisos y no deja librado a la mente de quién sabe quién las decisiones que deberían ser de todos los ciudadanos.
Ojalá algún día se diera lugar a la sana competencia, se diera espacio a nuevos valores del periodismo deportivo, y todos los canales de aire pudieran transmitir todos los partidos y así la teleaudiencia podrá elegir a cuál de todos seguir. Mientras tanto, que una institución elegida por la gente cuidara el derecho de todos a disfrutar de lo que a todos pertenece, es una saludable noticia.
Por otra parte, y para terminar con este escrito tan poco futbolero, quisiera decir que si con toda buena voluntad las instituciones que deben proteger lo que nos pertenece defienden los derechos de la gente con la misma ingenuidad con la que ciertos mediáticos defienden a las instituciones, no sé si no sería preferible que los dueños de las corporaciones se presentaran a elecciones y, en todo caso, que se ocuparan ellos del monopolio del fútbol.    
El argumento según el que la gente que compra el dentífrico le paga el sueldo a Caserta es una mentira demasiado evidente como para creer que ha sido expuesta por quien no tiene interés distinto que el de defender una ideología. Y menos si se usa dicho argumento contraponiéndolo al otro. Lo cierto, lo evidente, lo obvio, es que si el ciudadano no paga impuestos va a la cárcel por evasor, mientras que cualquiera podría preferir que se le cayeran todos los dientes antes que pagarle el sueldo al codoinquieto de canal 9.
Listo, por ahora, es todo lo que tenía para decir. (Podría agregar, ya que se instaló el tema de la política, que, como dice la iglesia, es verdad que el país, el mundo diría yo, está enfermo de violencia, y el fútbol no está exento de tal padecimiento. Crímenes de toda índole azotan al mundo, muerte de niños desnutridos, guerras por doquier, el hombre superado por la ira. No entiendo cómo todavía siguen creyendo en Dios.
Ahí se ven. 

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