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El Montseny nevado, el parque invernal de Barcelona

Publicado el 19 febrero 2016 por Santimb @SantiMBPhotos

Este año el frío del invierno ha llegado con unos meses de retraso y la nieve ha caído con todos los almendros y otros frutales ya en flor, y aunque nos quejemos de ello conviene saber que el año pasado por estas fechas también cayó una nevada en los alrededores de Barcelona, cosa que me lo recordó el ver el Montseny nevado este pasado lunes mientras conducía hacia el trabajo. Y por esto se me ha ocurrido rememorar la ruta a Santa Fe del Montseny que expuse aquí hace unas semanas, en pleno otoño. Así que voy a publicar esa misma ruta pero realizada el mes de febrero del año pasado tras una nevada parecida a la de estos días, para que puedas ver cómo cambia este paraje natural de otoño a invierno.

Como expliqué en aquella ocasión, el Montseny está a una hora en coche desde Barcelona, pero aunque esté cerca, o mejor dicho, por el mero hecho de estar tan cerca es más que probable que la zona de Santa Fe esté muy frecuentada los fines de semana, y más si acaba de nevar porque muchos urbanitas suben aquí para lucir sus últimos modelos de ropa de esquí, aunque no haya pistas. Es por eso que conviene madrugar si quieres aparcar, o incluso si no quieres encontrarte la carretera colapsada. El año pasado los Mossos d'Esquadra cortaron a mediodía la carretera de acceso a la altura de Campins porque no cabían más coches. También vale la pena informarse si la carretera está abierta, ya que dependiendo de la intensidad de la nevada es posible que esté cortada, como lo estaba la de ascenso al Turó de l'Home el año pasado (y la que se lió allí porque todo el mundo quería subir).

El punto de partida vuelve a ser el aparcamiento del Hostal Restaurant Avet Blau (coordenadas 41.773918, 2.461385), aunque con nieve es mejor aparcar frente al Centre d'Informació de Can Casades, en la misma carretera antes de llegar al Avet Blau desde Sant Celoni. El aparcamiento de abajo se puede volver impracticable con la nieve y el hielo. Te recuerdo que no hay cobertura de telefonía móvil, así que si quieres ahorrar batería ponlo en modo avión. El camino propiamente dicho empieza en la rampa que baja al aparcamiento, hacia la izquierda, y son 4,5 km sin apenas dificultad, sólo tener la precaución de no resbalar con la nieve pisada o el hielo. Es una ruta adecuada para ir con niños pequeños que ya caminen (no para ir con cochecito), porque se lo van a pasar en grande jugando con la nieve, y más si tienen un trineo para aprovechar algunas bajadas.

Antes de empezar a caminar conviene conocer algunos trucos para hacer fotos en entornos nevados, ya que el frío o la blancura de la nieve pueden suponer un problema. Para ello te remito a un artículo que escribí hace unas semanas en el blog magazine Tú a Chicago y Yo a Barcelona, donde llevo la sección de fotografía. Una vez comprendido todo esto, ya podemos empezar a andar y disfrutar de las cosas que vamos a encontrarnos por el camino.

Nada más comenzar ya llegamos a la Font del Frare, y a la derecha vemos un puente que cruza la riera de Santa Fe. Nos dirigimos hacia él.

Con todos los árboles pelados y el suelo blanco, pensarás que es fácil salirse del camino, pero basta con seguir la miríada de pisadas que verás en la nieve, o mejor dicho las zonas más pisoteadas, porque pisadas verás por todas partes. Hay tramos del camino más "urbanizados" donde es más difícil perderse.

No baja mucha agua por la riera. La mayoría procede del deshielo de la misma nieve caída los días anteriores, ya que la temperatura está ligeramente por encima de los 0ºC.

Otra de las cosas que ha cambiado radicalmente del otoño al invierno es que la alfombra de hojas rojas que cubría en suelo del hayedo ha sido reemplazada por una alfombra de blanca nieve.

Al final de este tramo del camino llegamos a la parte de atrás del Hostal Avet Blau. La explanada es que esté llena de niños (y no tan niños) jugando si hay nieve suficiente.

Pasado el otro puente, el que lleva a la ermita de Santa Fe, seguimos caminando en dirección al pantano. La riera discurre muy tranquila a nuestra derecha, tan tranquila que el agua parece un espejo.

Llegamos a la vieja presa de l' Estanyol. Por aquí tenemos que bajar con mucho cuidado porque la nieve sobre las rocas del camino que hacen de escalones está tan pisada que se ha convertido en hielo. De hecho yo me caí de culo a pesar de que extremé la precaución.

Arriba, en el mismo Estanyol que estaba parcialmente helado, una chica cayó al agua al romperse la capa de hielo sobre la que caminaba. El tramo de camino que sigue es el más accidentado, pero por culpa de la nieve pisada. Mejor caminar por las orillas donde aún queda algo de nieve "virgen".

Me gustó cómo se veía el viejo conducto que baja del Estanyol parcialmente cubierto de nieve, a pesar de que la gente la había tocado demasiado y había perdido gran parte de la naturalidad. Pero la luz y los contrastes de color lo compensaban.

Otra de las cosas que tiene el invierno es que el sol está muy bajo y los árboles completamente desnudos de hojas, lo que permite poder fotografiarlo con forma de estrella cerrando al máximo el diafragma y aprovechando las ramas para ocultarlo parcialmente. En este caso además he jugado con las sombras de las ramas del árbol que lo semioculta proyectadas en la nieve.

Y por fin llegamos a La Fabriqueta. En esta ocasión el pantano estaba prácticamente lleno y el agua llegaba casi hasta el borde del camino, con lo que era fácil hacerle fotos, no precisamente al agua sino a las texturas y formas del hielo que la cubría.

Pasamos a la parte delantera de La Fabriqueta y contemplamos el pantano en toda su extensión, o al menos en toda la que permite el objetivo.

Las texturas del hielo sobre el pantano dan mucho juego. La verdad es que hice bastantes fotos sobre este tema. Aquí una de ellas.

Otra foto de la superficie semicongelada del pantano de Santa Fe.

Las gotas de agua que provienen del deshielo de la nieve acumulada en las ramas de los árboles de la orilla del pantano forman estos cráteres cuando impactan con el hielo de la superficie del pantano.

Aquí se puede apreciar hasta dónde llegaba el agua del pantano, casi hasta el aliviadero de la presa.

Empezamos a caminar por la presa para pasar al otro lado del pantano. Abajo a la izquierda hay una zona entre los árboles donde la nieve apenas ha sido pisada por la gente, y una pareja aprovechó para hacer unos angelitos. Ha habido uno claramente más activo que el otro.

Me llamó la atención que el hielo de la superficie del pantano estuviera lleno de agujeros con forma de estrella. Al principio pensé que eran causados por los niños que tiraban piedras, pero el reparto de agujeros era bastante uniforme y se extendía muy lejos, donde no podrían llegar las piedras de la mayoría de niños, por lo que supuse que esos agujeros podrían ser producidos por burbujas que ascenderían del fondo del pantano.

Más o menos desde la parte central de la presa pude tomar esta magnífica postal del pantano con La Fabriqueta al fondo, la cima de Les Agudes detrás y el Turó Gros a su izquierda, ocultando el Turó de l'Home, que estaría detrás suyo.

Como si de un campo de batalla se tratase, el hielo de la otra orilla del pantano estaba lleno de ramas, piedras y bolas de nieve que habían lanzado los niños, y no tan niños, para romper el hielo.

Una vez en la otra orilla, seguimos rodeando el pantano, ya de regreso a Can Casades. A la izquierda del camino, en el bosque, los niños han disfrutado tirándose en trineo o haciendo muñecos de nieve. Mucho mejor eso que tirar cosas al pantano.

A pesar de que apenas salga gente en estas fotos, era muy difícil encontrar un trozo de bosque donde no hubiera nadie, o que no se te metiera nadie en el encuadre cuando estabas a punto de disparar. En situaciones así es mejor que la gente forme parte de la foto.

En este mismo lugar me acerqué al arrolló a contemplar y fotografiar detalles de la naturaleza, como esta capa de nieve helada, más bien una costra, que se derretía poco a poco.

La nieve ayuda a ver formas que sin ella no serías capaz de ver, como esta cara de amplia sonrisa en un árbol.

En un lado del camino, en uno de los pocos sitio donde nadie había pisado o metido la mano, la luz dotaba a la superficie de la nieve de una textura como de azúcar, y una grácil rama emergía de esa nieve proyectando su sombra sobre ella. La escena era tan minimalista que no pude evitar fotografiarla tal cual.

Por fin llegamos al Hotel de Santa Fe, construido a principios del siglo XX por Pere Domènech i Pou, hijo de Lluis Domènech i Montaner, y que ahora es un hostal donde no se come nada mal. La construcción del hotel también implicó la construcción del Estanyol y del pantano para abastecerlo de energía.

El lugar está lleno de gente comiendo bocadillos y otras cosas, lo que hace que algunos animales pierdan el miedo y la vergüenza y se acerquen a ver si pillan algo, como este petirrojo que me dejó acercarme lo suficiente para poder tomarle algunas fotos, entre ellas ésta.

Rodeamos el hotel para pasar detrás, hacia la ermita de Santa Fe, de la que ya se hablaba, o mejor dicho se escribía, en el lejano año 1231.

Frente a la ermita de Santa Fe hay una pila de leña cubierta de nieve. Supongo que esta leña la utilizan en el hostal para cocinar. Me llamó la atención el contraste entre el frío de la nieve y el calor acumulado en la leña que se convertirá en fuego.

Ponemos rumbo a Can Casades, que está a pocos metros. Aún siguen llegando coches que tienen serias dificultades para moverse por la nieve. No es de extrañar que alguno acabe chocando contra un coche aparcado.

Ya frente a Can Casades, y como punto final de esta excursión, intentamos hacer una foto de las tres inmensas sequoias plantadas aquí hace casi 100 años. Y digo intentamos porque son tan grandes que tengo que hacer tres fotos en vertical y unirlas en panorama. Estos árboles son los seres vivos más grandes del planeta, y también de los más longevos, por lo que estas tres de Can Casades, con apenas 100 años, deben ser unas adolescentes. La parte inferior de estos árboles está deteriorada por la acción de la gente que las toca y arranca trozos de corteza.

Y hasta aquí este típico paseo invernal en el entorno natural del Montseny, que como expliqué en el post anterior, vale la pena visitar en las distintas estaciones del año. Puedes ver y descargarte mi track de Wikiloc para seguirlo con tu smartphone o GPS, aunque no tiene pérdida. Además suele ir tanta gente por la zona que aunque no te encuentres con nadie sólo tienes que seguir las pisadas de los que estuvieron antes. También puedes ver mi álbum de Flickr correspondiente a esta excursión, donde verás más datos de estas fotos y algunas más que no he puesto aquí. Espero que disfrutes de este paseo como un niño pequeño.

Cómo llegar


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