Revista Coaching

El mundo está en tus manos

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

El mundo es sobre todo de los que andan por ahí desnudos... Aunque también es de los que no se atreven a desnudarse porque aún no se conocen lo suficiente.

De esas personas que ya no se asustan por darse a conocer y admitir que la vida les duele, que se sienten decepcionados y que esperaban más... Que deciden descubrir por qué se sienten así y se responsabilizan de sus fantasmas y sus dolores...

Y también de esas que culpan a los demás de sus desgracias inventadas y construyen muros para que la vida no les afecte, no les golpee, no les contagie.

Es de todos... De los que lo recorren y de los que usan sólo un rincón porque no creen que merezcan más.

El mundo es los que admiten sus errores y se sienten vulnerables sin dejarse ahogar por la culpa... De los que aceptan que la verdadera perfección es imperfecta y asumen que los demás no están aquí para satisfacer sus necesidades y alimentar sus expectativas...

De los que se vacían las entrañas de mentiras piadosas y tragan verdades crudas y amargas porque saben que nunca podrán vivir de sucedáneos.

Hasta que no miras en el espejo y ves lo que realmente eres, no hay tregua, no hay calma... La lucha más dura siempre es contigo mismo... El enemigo más despiadado siempre eres tú.

El mundo es de los hambrientos y los alegres. De los que están metidos en su vida y se notan los dedos de los pies cuando sueñan. De los que lloran para que no se les enquisten las lágrimas y cuando se pierden se dibujan un atajo sin esperar encontrar la señal. Aunque también es de los tristes y desganados, de los que se inundan de autocompasión pero en algún momento, cuando el asco está a punto de vencerles, deciden levantarse y mirar en su interior...

El mundo es de los que se adentran en la noche porque no pueden esperar a que sea mañana y de los que se comen la impaciencia si hace falta para conseguir oler sus sueños.

Es de los callados también. Y de los que parlotean porque el silencio les duele tanto que no soportan su ruido ensordecedor... De los que cuando se quedan solos se sienten libres... De los que cuando se quedan solos, se sienten solos... El mundo es incluso de los que están solos entre la multitud.

Hasta que no te aceptas y te reconoces, hasta que no abrazas la necesaria soledad para indagar en tu belleza y en tus miserias no consigues el regalo de conocerte, de estar contigo y bucear en tu inmensidad...

El mundo es de los que aman delirando por poder seguir ese amor sin esperar nada pero sin degradarse nunca. De los que sacan ventaja del dolor y saquean su mente buscando pensamientos dulces para los momentos amargos.

Aunque es también de los que se aferraron a un amor y dependen de él para respirar...Porque no saben aún que hasta que no se amen a sí mismos, los todos los amores que encuentren no serán más que una prueba para que descubran cómo encontrarse, cómo comprenderse, cómo sentirse cómodos en su piel...

El mundo es de los que nunca se resignan y se fabrican placebos para poder seguir andando cuando los pasos se les borran y el cansancio les rompe las ganas.

Y de los que han perdido porque no lo intentan. Porque tal vez les va bien caer para poderse levantar...

Es de los fracasados que no ceden al asco. De los desheredados que no esperan más legado que el de la pasión y la fuerza... De los que cantan sin que nadie les oiga y bailan sin necesitar encontrarse el cuerpo.

El mundo es de los que andan por ahí abiertos y no les importa que los demás conozcan sus miedos y miserias...

De los que no admiten regateos en sus valores y conquistan su paz a base de paciencia. De los impacientes que nunca llegan porque siempre necesitan...

De los que renuncian a tener la razón a cambio de conciencia.

De los que cambian la certeza por la risa y la incertidumbre por confianza...

El mundo es de los que se desesperan sin encontrar salida y se encierran en su ego para decidir que no hay justicia.

El mundo es de los que construyen fortalezas con las piedras que les lanzan y usan su miedo de catapulta para llegar antes al final del camino y volver a empezar.

El mundo es de los que comprenden a los demás y de los que nunca lo hacen. Y de los que jamás se pondrán en piel ajena ni llorarán ese dolor extraño que te une a otros... Es suyo también porque, aunque lo desconocen, ellos son los que más compasión necesitan.

Si no comprendemos a los que no ven la vida como la vemos nosotros, también somos injustos... Si no conocemos su historia ni su dolor ni sabemos qué pensamientos pasan por su cabeza ni cómo se estremece su cuerpo ante algunas situaciones... Si no sentimos ni percibimos cuál es la medida de su alma no podemos entender sus gestos ni sus palabras...

Si les juzgamos sin saber, nos quedamos sin la oportunidad de aprender.

Porque cada persona que se acerca a nosotros viene con una enseñanza bajo el brazo. Con una prueba que tenemos que superar, con un obstáculo por saltar o rodear... Si les rechazamos porque no se parecen a nosotros o no viven la vida según nuestras normas, nos perdemos el regalo que traen para nosotros...

Al fin y al cabo, si tanto nos molestan, es porque nos vemos en ellos. Porque nos traen la respuesta a una pregunta que no nos atrevemos a formularnos, porque nos recuerdan lo que negamos que somos o nos da miedo aceptar que podemos llegar a ser... Porque no nos reafirman sino que nos cuestionan nuestras creencias.. ¿acaso no son cuestionables? ¿no nos merecemos ponerlas a prueba para saber si son firmes? ¿nos da miedo perder nuestra esencia o que en realidad se nos caiga la máscara que nos hemos puesto?

Cada persona que se acerca a nosotros y nos molesta viene a zarandear nuestros valores y poner en evidencia nuestras maravillosas debilidades para que aprendamos de ellas... Viene a remover nuestra conciencia para ampliarla, a demostrarnos que debemos desaprender mil creencias grabadas a fuego que nos limitan, a poner en jaque nuestra vida para que nos conozcamos mejor y tomemos las riendas...

Sólo aceptando a esas personas nos aceptamos a nosotros... Sólo aceptándonos a nosotros somos capaces de aceptarles a ellos. Cuando les juzgamos, nos juzgamos a nosotros mismos... Si les apartamos sin comprender ni descubrir antes por qué nos duele como son, nos apartamos a nosotros y a la posibilidad de encontrar el aprendizaje que traen para nosotros...

Son las personas que necesitamos conocer para crecer... Si decides no verlas, no mirarlas, no entenderlas... Decides no verte a ti mismo...

Y cuando lo aprendemos decidimos si les queremos cerca o no, aunque, entonces, casi ya no importa... Una vez saldas cuentas contigo y te comprendes, ellos ya no te afectan ni te molestan.

La vida, el camino, la posibilidad de ser, la oportunidad de vivir, las ganas de sentir, la ilusión de llegar a dónde sueñas... El mundo es de todos, incluso de los que no lo recorren porque su miedo a ser les aleja de él... Incluso de los que aún ignoran que lo es...

El mundo está en tus manos siempre, aunque a veces no lo puedas ver...


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