Revista Opinión

El nadador en el mar secreto

Publicado el 23 septiembre 2019 por Jcromero

Si tuviera que definir este libro con dos palabras, elegiría serenidad y sencillez; calma ante la adversidad y naturalidad en el relato. Pese a narrar una auténtica tragedia, nada de cuanto sucede en este relato es extraordinario: partos complicados y madres que pierden al hijo en el momento del alumbramiento es una experiencia por la que han pasado muchas mujeres. Nada de lo que se pone en boca de los protagonistas es de gran enjundia. Y sin embargo, de esa normalidad precisamente es de donde emerge el valor de este libro. Porque la literatura, más que en la historia que se cuenta, en las disquisiciones o peripecias de sus protagonistas, se encuentra en la manera de narrar y en la conexión entre lector y escritor.
La historia es lineal en el tiempo desde la primera frase: "¡Jonnhy! ¡Acabo de romper aguas!". Se trata de una narración sin complicaciones estructurales ni retorcidos argumentos. Desde las primeras páginas el lector intuye que se encuentra ante un libro duro y dulce a la vez. El argumento es tan sencillo como trágico, su prosa elude la sensiblería y, tal vez por ello, estremece y atrapa. Se trata de una pareja que vive aislada en las montañas, que se ha preparado para la llegada de su primer hijo después de años intentándolo. Son dos personas que han decidido vivir en medio de la naturaleza, rodeados de nieve y mucha calma. Todo tiene apariencia de normalidad: unos padres esperan el nacimiento de su primer hijo y se han preparado concienzudamente para el acontecimiento. Pero nada sucede como tenían pensado: "Habían estudiado con atención los manuales de parto, habían practicado los ejercicios con regularidad y él había creído que el momento de la verdad sería una extensión de aquello".

Se dirigen al hospital en medio de una tormenta; el parto, las primeras dificultades, el nacimiento y el desgarro de lo imprevisto. Sin duda es un libro perturbador que se lee con un nudo en la garganta. Hay quien ha querido observar entre sus páginas un tratado sobre la vida y la muerte, sobre el amor y la soledad, sobre el duelo y el misterio de la existencia. Nada de eso se explicita en el texto. Pero es cierto que al concluir su lectura, el lector está en disposición de plantearse todas estas cuestiones. Sí se observa una enseñanza evidente: el protagonista que nos cuenta la historia, acepta los acontecimientos con entereza, sin grandes aspavientos, con mucho dolor sí, pero con aceptación serena de lo que ya es inevitable.

"Escribo para mí, para mis amigos y para atenuar el curso del tiempo", dejó escrito Borges. Algo parecido debió impulsar a Kotzwinkle para escribir este relato, sobre todo en lo concerniente a escribir para sí mismo y para mitigar la experiencia vivida. Y, en este sentido, el texto conmueve. El nadador en el mar secreto es un libro sobre un episodio trágico contado, en tercera persona, por uno de sus protagonistas. Es un texto duro, sin concesiones al melodrama. Hay tristeza, pero sobre todo hay sensibilidad, dulzura, temple y amor. Desconozco si el autor decidió escribir este libro como terapia o si se trata de la respuesta lógica de un escritor ante una situación tan dolorosa. En cualquier caso, se vale de la herramienta que mejor maneja: la escritura. No debe ser fácil separar al escritor de su propia persona y de los acontecimientos que jalonan su vida. En este sentido, El nadador en el mar secreto es un testimonio literario, un acercamiento narrativo a la experiencia vivida, al dolor y al aprendizaje de sobrevivir a la pérdida.


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