Que un niño muestre torpeza no debe ser motivo de preocupación a menos que esta interfiera de forma visible en su desarrollo, en sus tareas y en su día a día. En niños pequeños, hay que estar alerta si no es capaz de subirse a los sitios, subir escaleras correctamente (alternando los pies), chutar un balón, correr con normalidad, tropieza a menudo, no coge bien los objetos o dibuja con dificultad figuras simples (circulo, cruz)
A partir de los cuatro años debe hacernos dudar si:
- En general, tiene que repetir muchas veces una habilidad manual para que aprenda a ejecutarla
- No mantiene el equilibrio sobre un solo pie (al menos 5 segundos)
- No trepa bien o con demasiado miedo por columpios o parques
- No recorta correctamente formas sencillas dibujadas sobre papel
- Le cuesta o no es capaz de atarse los cordones de los zapatos o abrocharse los botones de las prendas
- Tiene problemas al cortar la carne con los cubiertos
- Coge incorrectamente el lápiz y su escritura es ilegible
- Pronuncia frases cortas y, a menudo, difíciles de comprender.
- Se le caen objetos de las manos o del pupitre constantemente.
- Suele perder artículos personales o material escolar.
- No lanza bien hacia adelante una pelota, ni la caza al vuelo si se la lanzan a él. Vean un vídeo de un niño que coordina bien y otro que no pasa la prueba de la pelota de tenis