Revista Cuba

El nuevo Arzobispo, con la Cruz y con la Hoz

Publicado el 30 junio 2016 por Yusnaby Pérez @yusnaby
ARZO

Poco tiempo pasó después del retiro del Cardenal Jaime Ortega Alamino como Arzobispo de la Habana  y el nombramiento de  monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez como su sucesor, para que pareciera que su nombramiento lo había realizado Raúl Castro y no el Papa Francisco. Sus primeras declaraciones parecen despejar cualquier duda que pudiera existir al respecto.

Yo entiendo que a los personajes públicos los persiguen micrófono en mano y tienen que hablar de miles de cosas. Por eso, alguna vez dicen alguna tontería o algo que no debían haber dicho. Pero normalmente su primer discurso, sermón o lo que sea, lo preparan con muchísimo cuidado, porque la primera impresión es la que cuenta, la que dura.

Aparte, un Arzobispo es una autoridad eclesiástica y se espera recibir de él una palabra de Fe, y por su conducto un mensaje a los fieles que refleje la palabra de Dios. Él es el pastor que llega y los fieles sus ovejas que esperan seguirle, ser guiados.

Obviamente sus funciones incluirán el manejo de las relaciones con el gobierno marxista cubano, pero su labor principal es religiosa. El nuevo pastor que esperaban las ovejas ha llegado.

Pero aparentemente monseñor García Rodríguez decidió olvidar sus años de formación religiosa, y le brotaron sus memorias de pionerito por el comunismo y sin que viniera al caso declaró  que no quería que  en Cuba hubiese un Capitalismo ni nada por el estilo, sino que el Socialismo progresara  para ir hacia adelante en una sociedad justa y equilibrada y de hermandad. Nunca mencionó la palabra libertad.

Y obviamente, al usar la palabra socialismo, no lo hacía en los términos en que se utiliza en Europa occidental donde los sistemas socialistas son parte del sistema democrático y gobiernan en muchos países sin represiones ni actos de repudio y con respeto a las personas y a sus bienes. Pero no, monseñor se refería al término Socialismo en su versión cubana, o sea, como el nombre que el gobierno de Cuba ha utilizado para designar a su sistema represivo Castrista – Marxista. Ese sistema totalitario que ha destrozado a Cuba, que ha causado tantos muertos, que ha destruido el país y que ha llenado de dolor a tantas familias.

Fue un sismo de 10 grados Richter. Después de 67 años luchando para que en nuestra patria exista libertad, respeto a los derechos humanos y un sistema económico basado en las leyes del mercado y el respeto a la propiedad privada, llega el nuevo Arzobispo para respaldar el sistema que los castristas implantaron en Cuba. Yo creo que ni Fidel ni Raúl Castro esperaban escuchar tal declaración en el primer mensaje del sucesor de Ortega. Es más, me atrevería a afirmar que nadie esperaba escuchar tal declaración.

Los cubanos que profesan la fe Católica Romana se han sentido siempre traicionados por la jerarquía eclesiástica cubana. En los años sesenta, mientras el Nuncio Apostólico brindaba con los hermanos Castro, los paredones de fusilamiento en la Cabaña asesinaban a jóvenes cubanos que morían gritando “Viva Cristo Rey” sin saber que su sacrificio era en vano. Hoy que buscamos un cambio en Cuba, el nuevo Arzobispo manda un mensaje: Cambios para qué, sigamos con el Castrismo.

Monseñor, si usted pretendía lograr la aceptación de los fieles, creo que metió la pata y va a ser muy difícil, por no decir imposible, que la saque. No logrará la aceptación. Lo soportarán porque no tienen más remedio, pero nunca logrará la aceptación.

Si se da cuenta de lo que hizo, lo más conveniente sería que renunciara y se fuera del país, pero no creo que tenga la hombría de hacerlo.

De todas formas Cuba va a ser libre, y si hace más de seis décadas los Castristas subieron a un barco y expulsaron a todos los dignos sacerdotes que habían en Cuba y los mandaron para España, yo me encargaré que cuando Cuba sea libre, de igual manera usted se suba a un barco y salga expulsado hacia Roma, porque no lo queremos en Cuba. No necesitamos sacerdotes como usted, sino sacerdotes que si van a hablar, lo primero que digan sea libertad, basta de represión y usted no es de esos.

Lo repito para que no se le olvide. El mismo día que Cuba sea libre, usted se irá, con la sotana y los calzoncillos que tenga puestos, para Roma.


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