Revista Cultura y Ocio

El oficio de vivir - Cesare Pavese

Publicado el 22 enero 2020 por Elpajaroverde
«El interés de este diario sería el imprevisto repulular de pensamientos, de estados conceptuales, que de por sí, mecánicamente, indica los grandes filones de tu vida interior».
Tu vida interior. La mía, que leo y entonces soy la propietaria de ese tu. La de Pavese.
Cesare Pavese se escribe. Supongo que un diario íntimo consiste en eso: escribir para uno mismo, escribir a uno mismo. Su autor se desliga, pues, y, así, el Pavese escritor le escribe al Pavese hombre. Es recurrente en sus páginas el uso de la segunda persona del singular. Un tú acusador, porque Pavese es implacable. Un tú que me hace detestar, compadecer, tratar con indulgencia al escritor italiano. Un tú que cuando me reconozco en lo leído me duele porque Pavese es directo, certero, no tiene piedad, no se tiene piedad.
El oficio de vivir - Cesare PaveseMi interés por este diario no era otro que tener acceso a los grandes filones de la vida interior del italiano. Desde que lo descubrí y me maravilló el verano pasado con la lectura de su novela corta La playa y varios relatos de su autoría, e indagué después sobre otros libros suyos dando así con esta obra íntima, ese interés germinó en mí hasta florecer en necesidad. Cómo resistirse además a un título tal como El oficio de vivir.
Hacia el final de ese oficio de vivir Pavese escribe lo siguiente:
«Ahora sé que estas notas de diario no cuentan por sus descubrimientos explícitos, sino por la rendija que abren sobre la manera de ser que tengo inconscientemente. Lo que digo no es verdad pero traiciona -por el solo hecho de que lo diga- a mi ser».
Es esta una de sus últimas anotaciones pero, sin embargo, este libro no termina con el fin de este diario.
Pavese comienza su diario en 1935, contando veintiséis años, y lo concluye en 1950, año de su muerte o si se prefiere de su «homicidio tímido», eufemismo que él mismo acuñó para el suicidio, aunque nada más lejos de su intención rehuir dicho término. Pero aunque este diario ocupa la práctica totalidad de este libro, al final del mismo tenemos acceso a otros tres textos íntimos del autor. Uno de ellos es Fragmentos de mi vida pasada, una serie de apuntes que el escritor escribe cuando está a punto de cumplir los diecinueve años. En ellos leo lo siguiente:
«No fijarse en si hablo siempre con una sinceridad ruda, con una monotonía exasperante de las mismas cosas. Es mi alma: no puedo hacer nada por levantarla de su postración enferma de sueño. Reconsiderando los restos atormentados de todo lo que me ha trastornado, torturado o extenuado de alegría, [...] siento una zozobra resignada y triste, el destino más secreto e inexorable de toda mi vida».
Me maravillo a la par que me entristezco al leerlo. Más que retrotraerme a un Pavese adolescente me parece estar asistiendo a la continuación del diario del hombre ya adulto del que vengo. No me sorprendo, sin embargo. Esa monotonía exasperante de las mismas cosas es recurrencia de temas, recurrencia a uno mismo. ¿Qué otra cosa es acaso un diario?
«Niño o Adulto se nace, no se llega a ser.
Y ahora consuélate».
 
Lo cual podría traducirse como: «Nadie puede huir de sí mismo. Si audaz, audaz; si débil, débil».

El oficio de vivir - Cesare Pavese

Cesare Pavese

Cesare Pavese nació niño pero, en cuanto llegó a la edad adulta y tomó conciencia de que seguía instalado en la desprotección de la infancia y en una eterna adolescencia, no halló consuelo.
Pavese creía en el destino pero no en el destino como el futuro que ya está escrito sino en que nuestra personalidad nos determina. Es nuestro pasado el que escribe nuestro futuro. Somos hombres que tropezamos dos, tres, cuatro, enésimas veces en la misma piedra. En una única piedra que es nuestra piedra. Por tanto, «sufrir es siempre culpa nuestra».
«Quien se equivoca es quien no entiende todavía su destino. Es decir, no entiende cuál es la resultante de todo su pasado, que le indica el porvenir. Pero lo entienda o no, se lo indica lo mismo. Cada vida es lo que debía ser».
«Tenemos debilidades. Estamos convencidos de que nadie puede cambiar el propio bagaje. Procuramos, con astucia, transformar en valores nuestras debilidades. Pero ¿y si en el bagaje falta precisamente la astucia?» 
A Pavese le falta astucia. Por eso se siente incapacitado para vivir.
A Pavese le sobra capacidad de análisis y honestidad consigo mismo. Por eso este incapacitado para la vida ha sido capaz de escribir como pocos sobre el oficio de vivir.
«El arte de vivir es el arte de saber creerse las mentiras. Lo tremendo es que, no sabiendo quid sit veritas sí que sabemos lo que es la mentira». 
«En el fondo, el secreto de la vida es hacer como si tuviésemos lo que más dolorosamente nos falta».
Pero a Pavese le dolían extremadamente sus carencias como para jugar a ese juego de máscaras que es la vida.
El italiano se sentía solo y falto de amor. Los fracasos de sus relaciones amorosas lo torturaban profundamente. Hay en sus palabras odio y resentimiento no solo hacia sus ex parejas en particular sino hacia las mujeres en general. «No se huye del propio carácter: misógino eras y misógino sigues siendo. ¿Quién lo creería?», escribe.

El oficio de vivir - Cesare Pavese

Tina Pizzardo, amante de Pavese
al inicio de la redacción de su diario

Su odio y su resentimiento, sin embargo, es la pataleta infantil del abandonado, del que no se siente suficientemente hombre para que una mujer se quede con él, lo escoja a él. Lo leo y, como mujer, paso del rechazo a cierta actitud maternal mezcla de reconvención y consuelo para terminar por sentir una profunda lástima por él. «Sólo se tiene piedad de las personas que no la tienen de sí mismas». Y Pavese indaga de tal modo en su resentimiento, es tan crítico consigo mismo y es tan evidente que la principal víctima de sus sentimientos negativos hacia las mujeres es él mismo, que no me queda otra que mostrar por él la indulgencia que él no se tiene.

«No se desea poseer una mujer, se desea poseerla nosotros solos», escribe. Y tengo la impresión de que su deseo de posesión no se limita tan solo a lo afectivo y lo sexual, sino que exige un todo imposible de dar y que esto es así para más ámbitos de su vida. Leo en otro apunte: «Tú, si te propones un sacrificio, lo quieres tan fuerte y exclusivo que en definitiva no le interesa a nadie. Acuérdate de que, cuando hiciste la primera comunión, no te tragabas la saliva para no romper el ayuno».


Hay más cosas en este diario a parte de ese girar sobre sí mismo («-¿Por qué piensas siempre en ti?/-Si no pienso yo, ¿quién piensa?»). Hay, especialmente, mucha crítica literaria y sobre la creación literaria. El italiano, además de poeta, prosista y ensayista, realizó su tesis sobre el poeta Walt Whitman, fue traductor especialmente de literatura norteamericana y también fue uno de los cimientos de la editorial Einaudi. Así, Pavese diserta sobre poesía y narrativa; comenta sus lecturas, dejando incluso citas de ellas; recurre a los clásicos y a lecturas más contemporáneas.  
Reconozco que estos pasajes han sido un poco áridos para mí y que en algunos puntos me han resultado incomprensibles, pero mi perseverancia me ha procurado una recompensa en forma de lectura profundamente lúcida y enriquecedora. Cesare Pavese nos dice: «En la quietud y en el esfuerzo de escribir, lo que sostiene es la certeza de que en la página queda algo no dicho», cita que yo hago extensible a la quietud y el esfuerzo de leer. El oficio de vivir es de esos libros que puedes abrir en diferentes etapas de tu vida por una página al azar sabiendo que lo que quedó no dicho con anterioridad se te va a revelar, de forma insospechada, en el momento necesario.

De sus palabras sobre el acto de escribir me quedo con estas:

«Es bonito escribir porque reúne las dos alegrías: hablar solo y hablarle a una multitud».
Pavese era un hombre que quería estar solo sin estarlo, que se sabía solo pero sabía también que solo no se bastaba. Las palabras que creo que mejor lo definen son las siguientes:

El oficio de vivir - Cesare Pavese

Cesare Pavese con la actriz Constance Dowling,
última de sus parejas. Roma, 1950.

«Estás solo y lo sabes. Has nacido para vivir bajo las alas de otro, sostenido y justificado por otro, pero que sea tan gentil que te deje hacer el loco y hacerte la ilusión de que tú solo te bastas para arreglar el mundo. No encuentras nunca a nadie que aguante tanto; de aquí proceden tu sufrimiento y tus desintereses, y no de la ternura. De aquí, tu rencor contra el que se ha ido; de aquí tu facilidad para encontrarte un nuevo protector; y no de la cordialidad [...] no te bastas tú solo, y lo sabes».
Como escritor se bastó solo y lo supo. En los últimos años fue notablemente reconocido y admirado. Pero eso no le bastaba. Al final optó por la única manera posible de huir de la prisión que era de sí mismo.
Termino y recurro para ello nuevamente a su texto Fragmentos de mi vida pasada, maravillándome una vez más de cómo Pavese era conocedor del final desde el principio.
«Y el mundo ha continuado su camino, como si nada hubiese sucedido. ¡Y es justo! El mundo que ya ha olvidado, con sus sueños, a todos los paveses muertos, abatidos y despedazados en la última guerra, el mundo que olvida hace milenios todas las mortandades enormes y las contorsiones de dolor atroz de los hombres, todos los sueños rotos, los entusiasmos y las horas más trágicas, el mundo que siempre es la misma esfinge de la máscara de piedra bien puede no sobresaltarse ni siquiera un instante ante el gesto rápido de un exaltado. Hay agonías mucho más largas y dolorosas que pasan. La única flor de esta civilización prodigiosa en su ocaso, que no olvida todavía y que a través de la muerte conserva para los hombres el latido de los corazones humanos es espíritu sin rostro, el Arte. Sin rostro por universal y eterno. Y porque debe ser -es- la fascinación de todos los hombres».
Yo no olvido a Pavese porque estoy fascinada con su arte, porque he leído 'el libro'. El «libro, que ningún padre de familia un poco honesto y serio querría que un hijo suyo hubiese escrito, y que ninguna persona que sepa un poco vivir en el mundo debería leer».
Leo porque no sé vivir. Y escribo sobre este libro que soy incapaz de abarcar porque no sé que hacer con los agujeros que Pavese me ha taladrado con su segunda persona del singular.
«Qué grande es el pensamiento de que verdaderamente nada se nos debe. ¿Alguien nos ha prometido nunca nada? Y, entonces, ¿por qué lo esperamos?»

El oficio de vivir - Cesare Pavese


Firma de Cesare Pavese


Ficha del libro:
Título: El oficio de vivir
Autor: Cesare Pavese
Traductor: Ángel Crespo
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2001
Nº de páginas: 432
ISBN: 978-84-322-1963-4
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