Hace un rato, mientras volvíamos a casa, una de mis compañeras de piso me ha preguntado qué tal había ido el pase de esta mañana. No voy a transcribir la conversación porque sería demasiado informal, pero hablando de lo que me había gustado más y menos de ‘El Olivo’, ha surgido el verbo serranizar, que enseguida procederé a exponer, y que de alguna forma define perfectamente la sensación que se me ha quedado tras ver el último trabajo de Icíar Bollaín.
Ya digo de antemano —algo que siempre me gusta remarcar— que para nada soy de esos que van dilapidando cualquier película realizada dentro de nuestras fronteras, más bien soy un gran defensor, aunque solo cuando el título en cuestión lo merece. Como os imaginaréis, este no es uno de esos casos. Si bien es cierto que Icíar Bollaín posee trabajos notables dentro de su filmografía tales como ‘También la lluvia‘ o ‘Te doy mis ojos‘, su último film deja mucho que desear tanto en el fondo como en la forma.
Sin entrar a destripar ningún aspecto de la trama, ésta hace aguas a lo largo de todo el metraje. Sí, por supuesto que el olivo del título tiene mucho que ver en ese argumento. Pero la acción está demasiado cogida con pinzas a lo que tampoco ayuda el constante salto del melodrama a la comedia más de andar por casa que uno se puede imaginar. He aquí donde nace el término ‘serranizar’.
A pesar de una dirección correcta, el elenco actoral, más asociado a la televisión que a la gran pantalla, navega entre el absurdo de la mayoría de las situaciones y la alargada sombra de Antonio Resines que por momentos parece cernirse sobre Javier Gutierrez, quien tampoco acaba de desprenderse de ese acento barraganesco que le caracteriza en su papel en ‘Aguila Roja’.
Todo ello, mezclado con una falta absoluta de moraleja —o una igual de insustancial que el resto de la película—, hacen de ‘El olivo‘ carne de cañón para la parrilla televisiva de cualquier fin de semana no muy lejano en el tiempo. Incluso puede darse el caso que uno disfrute de ella si es capaz de tomarla como pura ficción de telefilm, por desgracia el fondo dramático no suele ir nada bien en estos casos, pero quién sabe, a lo mejor es la nueva obra maestra de nuestro cine para los medios, como ya pasó con ‘La novia’, el tiempo no sacará de dudas.
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