Revista Libros

El orgasmo supremo

Por Jessicaolivares

Podría pasar horas allí tirada, sin mediar palabra, limitándose a escuchar los diversos ruidos del mundo que parecía ir creciendo ante sí por momentos; disfrutando de la extraña paz que con ello obtenía.
A unos pocos días de miedo y desconcierto les siguieron otros de lo que, poco a poco, le pareció un esbozo de felicidad. Cierto es que seguía sintiendo aquel insoportable cansancio en su cuerpo al despertar, pero sorprendentemente su alma parecía, a cada instante, un poco más aliviada, y algo menos pesada. Esto la llenaba de esperanzas. Quizás esta vez sí, ¡sí! Quizás esto fuese el principio de algo nuevo y bueno. Quizás todo estaba acabando ya y, de lo que había sido una gran amargura durante largo tiempo, quedaban sólo unos restos, como los coletazos de una serpiente antes de morir.
Tal vez se hallaba ahora más cerca del clímax de algo, ¿pero qué? Quizás Dios no era más que un Gran Masturbador y la vida un gigantesco clítoris que a veces se sentía sobreestimulado. Las pajas a veces hay que pararlas a medias, dejarlas reposar y volver a empezar más tarde de forma algo más acertada. Sí, estaba segura de eso, su existencia y las circunstancias que la rodeaban no eran más que una gran paja mal hecha, de esas que se empiezan sin ganas y acaban en frustración. Pero ahora que, después de un breve reposo, el Dedo Divino había vuelto a ponerse en marcha, parecía que nada podría pararlo excepto un gigantesco y de lo más satisfactorio orgasmo.
Pero... ¿de veras podía existir la felicidad como tal, en su esencia? Lo dudaba. Si así fuese, la vida no sería más que un largo y rítmico orgasmo que jamás cesase. ¿Y qué sentido tendría esto? ¿Acaso no era parte de lo bonito el breve pero intenso espasmo que agitaba el cuerpo, la mente y el espíritu, quedando más tarde exhausto y sintiéndose morir?
Quizás el Orgasmo Supremo podía alcanzarse exclusivamente en el preciso momento de la muerte. El resto, no eran más que efímeras y pequeñas cumbres de placer. ¿Significaba esto que la felicidad se componía únicamente de pequeños momentos, esparcidos aquí y allá, de alegría? ¿Se alcanzaría la Felicidad(o la desgracia, quién sabe) Absoluta segundos antes de morir? Puede que todo se redujera a eso, pero de ser cierto, quitaría sentido a todo, puesto que suspiraríamos por esa Felicidad Absoluta y anhelaríamos la muerte, abrazándonos a ella gustosos cuando percibiésemos el menor signo de su visita. Sin embargo, tememos a la muerte. ¿Tememos también a la felicidad? Quizás el hombre fue diseñado para ser infeliz eternamente en su paso por la Tierra. Quizás sea un requisito para asegurar la continuidad de la especie, porque si se es siempre infeliz, siempre se anda tras algo. ¿Pero que pasaría si llegado un momento nos sintiésemos completos, saciados de todo, y felices? ¿Qué sentido tendría la vida entonces? Dejaríamos de buscar, de indagar, de luchar... y sería nuestro fin.
(Jessica C. Olivares)

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