Revista Filosofía

El origen del poder político (o el mito de Prometeo)

Por Juanferrero

El mito de Prometeo que hay en elProtágorasde Platón es una versión mítica del origen del poder político. Aunque sea un mito explicita muy bien cuáles son las condiciones que explicarían la aparición de la política. Los aspectos sobrenaturales (la presencia de Prometeo y de Epimeteo y la intervención final de Zeus), no pueden confundirnos y ver que las condiciones que originan el poder pueden ser explicadas sin la intervención de ningún dios. Las condiciones son de naturaleza material. Lo sobrenatural, lo divino, quizá tenga más que ver con la costumbre de contar mitos en la que había sido educado Platón y por tanto, tenía alguna función en esa época (en decadencia respecto de los siglos VI y V a. de C.).

El mito tiene tres partes bien diferenciadas y que pueden servir de guía para la lectura de estas variaciones. Una primera parte en la que se cuenta cuál es el lugar del ser humano en relación con el resto de las especies, desde Darwin difícilmente puede haber otra explicación que la de la selección natural en alguna de las versiones que se han ido configurando a lo largo del siglo XX. La segunda parte se cuenta en qué consiste la especificidad humana que algo de divina tiene. Las razones que se esgrimen para justificar esta divinidad es la misma intervención de los dioses para asegurar la supervivencia de la especie, ya que por un error de los mismos se veían abocados a su desaparición. En la segunda parte lo que se describe es la capacidad productiva no solamente de objetos u artefactos, también de sonidos y lenguaje.

La primera parte del mito tiene su contraposición en la segunda y tercera serie. La capacidad productiva se analiza en la serie cuarta en la que se centra básicamente en la producción de artefactos, y en la quinta serie el análisis es de producción que denominaremos expresiva. Tanto en una serie como en otra se atenderán a aspectos evolutivos, la diferencia entre ambas series no puede ser clara, sólo se aclara si entiende el papel de la teoría y que permite diferenciar la doble dimensión de la techné como técnica y arte.

Sin embargo, el mito tiene como propósito principal mostrar cuáles son las condiciones en las que aparece el poder político, o saber político, de naturaleza divina también. El saber político tiene como objetivo la conservación de la especie, en aquella parte de la especie que ha alcanzado cierto grado de capacidad productiva. Aunque el relato sea mítico hay una manera de entenderlo que nos dice lo que pasa a cualquier comunidad con capacidad productiva variable. De hecho, es posible defender la tesis de que la política como tal, sólo puede aparecer como dimensión distinta a la productiva en la medida que esa sociedad toma conciencia o constanta el aumento de la capacidad productiva.

Y la clave de este planteamiento es la noción de justicia, de medida, de proporción. Cuando un sistema de producción no está resolviendo problemas constantemente de medidas, de proporción, de saber cuál es la justa medida para hacer esto o lo otro, la política parece no ser un problema inminente. Sin embargo, cuando los problemas de producción (y no hablamos de investigación técnica como pudo ser el de época helenística, lo que nos interesa son los retos de las distintas sociedades para producir de manera diversa), aparecen se atisba la política como esfera necesaria para adoptar un tipo de decisiones u otras. Las resoluciones técnicas cuando se hacen complejas abren un espacio en el que también se pregunta por lo justo en la praxis.

Zeus da a cada uno de los individuos el saber político que consiste en pudor y justicia, para que se hagan cargo de los problemas no tanto de producción, pero sí uso de lo producido. Sin embargo la historia nos enfrenta a dos situaciones contrapuestas a esta atribución individual del saber político en relación con el saber productivo. La primera situación se da en comunidades pequeñas en las cuáles la producción y el uso están imbricadas y si se hace cualquier instrumento por parte de algún artesano no existe "el problema de su uso". La lanza, la barca sirven para lo que sirven y forman parte de la "historia" de tal comunidad. Los usos y producciones estarán recogidos muy probablemente en los mitos y relatos que se cuentan. Ahora bien, hay otra manera de contraponer a esta diferencia entre uso y producción, pero no ya en pequeñas comunidades este puede ser el caso del antiguo Egipto. La autoridad envuelve la producción y el uso de las pirámides aunque no sea el faraón el que las construya. Por tanto, el mito de Platón no puede más que inspirarse en un historia reciente y no tanto en un pasado remoto. La historia de la democracia ateniense y la igualdad de los ciudadanos en el uso de la palabra (lo que se entiende por isegoría).

La singularidad en la que aparece el saber político tal y como lo reparte Zeus tiene una condición previa yes la de diferenciar aunque sea muy deficientemente dos tipos de producciones: la producción de artefactos u objetos; y la producción de lenguaje. Y esta diferencia contribuye a la diferencia entre el saber práxico y poiético, según la terminología aristotélica. Laproducción de artefactoses la producción de una obra exterior al propio agente, y la producción de lenguaje o relatos es una acción inmanente que tiene en sí su propio fin. Y esta es la definición de praxis. En este sentido no es extraño que la política sea una cuestión de gente que sin ser poetas saben que han de afectar a las "almas". El poeta aún creía que producía algo en sentido poiético, pero los extranjeros que llegan a Atenas, saben ya que no producen "nada" (el que lo tenía más claro es Gorgias). El genio de Platón podría consistir en lo siguiente: insertarse en las variaciones retóricas de los sofistas para dejar clara la diferencia entre producir y usar, aunque un sofista no la diferencie más que en su acción Een la medida que Platón imita el hacer de los sofistas se ve clara la diferencia entre tipo de producciones y de una de ellas se advierte el espacio exclusivo de la acción misma, se recordará sin embargo, que la sanción definitiva entre poiesis y praxis es obra de Aristóteles. Y con Aristóteles adquiere estatuto propio la teoría.


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