Revista Historia

“El oscuro carisma de Hitler” (Laurence Rees, 2013).

Por Nesbana

El.oscuro.carisma.de_.Hitler¿Por qué Hitler llegó al poder? ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo logró convencer a tanta gente con su proyecto político? ¿Cómo embarcó a Alemania en una larga y cruenta guerra? O con un tono más poético: ¿Cómo y por qué arrastró a millones al abismo? Estas son algunas de las preguntas que mucha gente interesada por la historia se ha hecho alguna vez, pues el nazismo y la figura de Hitler siguen siendo temas estrella de análisis, de películas, documentales y libros. Son las mismas preguntas que los adolescentes de quince o dieciséis años se hacen en 4º ESO cuando se llega en el temario al corazón del siglo XX y se aborda esta “era de los extremos”, de la violencia, de los totalitarismos; los interrogantes que, con un poco de interés y astucia del docente, hay que sembrar en ellos, para cuestionar la realidad, para aprender historia y para valorar la complejidad de los hechos humanos.

Todas estas dudas son las que intenta Laurence Rees responder en su volumen El oscuro carisma de Hitler, publicado en 2013, una obra que se enmarca en un conjunto de estudios de nueva historia política donde, más allá de los hechos bélicos y los avatares políticos, se pone especial atención a los mecanismos socioculturales, ideológicos y humanos que conviven y que se tornan de gran importancia para explicar el ascenso de un líder como Hitler. Rees recurre, como es lógico, a la noción de la legitimidad carismática analizada por el sociólogo alemán Max Weber que sirve para estructurar todo el estudio, basado en material cinematográfico y multitud de entrevistas orales. El propio autor nos advierte: “Cuando inicié mi trabajo sobre el nazismo hace veinte años, pensaba que el “carisma” de Hitler saldría a relucir en las imágenes. No obstante, pronto quedó claro que, actualmente, Hitler no es absoluto una persona carismática. (…) No sentí nada porque no soy una persona de su tiempo, una persona, asimismo, ya predispuesta a aceptar el carismático atractivo de Hitler. Yo no estaba hambriento; humillado tras perder una guerra; desempleado; asustado por la violencia que imperaba en las calles; no me sentía traicionado por las promesas incumplidas del sistema democrático en el que vivía; aterrorizado por que mis ahorros se desvanecieran en un desplome de la banca; y quería que me dijeran que todo ese caos era culpa de otro”. Laurence Rees analiza desde esta premisa el aura de Hitler, el grado de persuasión y de convicción que llegó a tener –ante el pueblo y ante sus colaboradores más cercanos–, el poder de su oratoria –que obligaba “a toda la audiencia a seguir su exposición” según comentaba un artillero llamado Hans Knoden–, o el programa de publicidad y de difusión de su imagen que hizo su fiel ministro colaborador Goebbels usando las técnicas más avanzadas en cuanto a los medios de comunicación, como se puede ver en El triunfo de la voluntad, de 1935.

Adolf Hitler im Ersten Weltkrieg

El punto de partida de la obra no puede ser otro que la experiencia que más marco a Hitler en la construcción de su personalidad y de su proyecto: la Primera Guerra Mundial, en la que sirvió en el ejército bávaro y donde fue herido en la batalla del Somme en 1916 y en 1918 en Ypres. En la guerra pudo configurar su idea del mundo como resultado del enfrentamiento constante entre los poderosos y los débiles, entre los amigos y los enemigos; sufrió las nuevas armas usadas para la guerra total –más mortíferas y despiadadas–; y, por supuesto, contempló la derrota de su país tras el armisticio que siempre interpretó como una gran traición. A partir de aquí el autor relata, con una prosa ágil y fluida, la formación de la figura de Hitler: su uso utilitario de la religión cristiana para extraer de ella el poder de la comparación con Jesús, el cuidado exquisito de su imagen y de las sesiones fotográficas, los contactos que fue haciendo con excombatientes y personas cercanas a su línea de pensamiento, su incapacidad de trato en la esfera privada, el dominio del Partido Obrero Alemán y, finalmente, la conversión en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Sus principales ideas, de las que sería ya siempre esclavo de alguna forma, se concretaron en su obra Mein Kampf, en 1925 tras salir de la cárcel por su frustrado atentado.

hitler

La obra de Rees realiza un recorrido profundo de gran valor en el que va combinando la historia política de Alemania y la evolución personal de Hitler, desde el ascenso al poder hasta la derrota y suicidio en la Segunda Guerra Mundial. Es una obra de historia política valiosa que nos permite acercarnos a las conversaciones que el propio líder tuvo con personas como Göring, Goebbels o Himmler, así como con otros líderes europeos. El punto común de todos ellos al entablar conversaciones con el Führer era la sensación palpable del carisma que desprendía. Si bien todos no cayeron prendados de su capacidad de oratoria, de su intuición y de su carácter maníaco, la gran mayoría sucumbió ante sus obsesiones, logrando imponer su voluntad, sin utilizar siempre la represión, un aspecto que lo diferencia con Stalin. La ocupación de Checoslovaquia, la de Francia o la de la Unión Soviética fueron algunas de las determinaciones que Hitler defendió por todos medios ante el creciente número de escépticos en su círculo.

También tiene cabida en esta obra todo lo referente al genocidio judío: con la evolución desde un antisemitismo claro y manifiesto pero sin un plan concreto de exterminio, hasta la llamada Solución final, con los precedentes de la deportación de judíos polacos, la formación de guetos en Polonia, las pretensiones de deportación a Madagascar, el Plan de Inanición contra la URSS o el fortalecimiento de los Einsatzgruppen para el exterminio de los que, según él, eran los responsables de la conspiración mundial contra Alemania y los que gobernaban el enemigo soviético. Hitler tuvo cuidado en expresar sus ideas antisemitas y racistas, así como el desprecio hacia los discapacitados o gitanos; todo ello con el fin de aplacar las voces críticas que podían aparecer en Alemania, como las protestas católicas contra los planes de eutanasia a discapacitados.

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El final de Hitler es bien conocido por todos, con un avance soviético y norteamericano en la guerra que Alemania ya había perdido, y con su suicidio junto a Eva Braun. Fue consecuente con sus ideas hasta el final, así como su fiel Goebbels que decidió permanecer junto al líder, su esposa y sus seis hijos muriendo en el búnker. El ministro de Propaganda aseguró: “todo el mundo tiene la oportunidad de elegir el papel que interpretará en la película que se rodará dentro de cien años. Os aseguro que será una película cuidada y redentora. Y, por el bien de esta posibilidad, merece la pena permanecer firmes”. Así fue: permanecieron firmes para lograr un final “cinematográfico”, sin abjurar de sus ideas y oponiéndose sin piedad al “envenenador universal de todos los pueblos: el judaísmo internacional”, como afirmó Hitler en su testamento. Es, en definitiva, una obra lograda, fácil de leer, que trata de explicar desde este punto de vista unos interrogantes que varias generaciones llevan haciéndose y que nos permite comprende –en la medida de lo posible– cómo los mecanismos culturales, políticos y simbólicos pueden otorgar un gran poder para realizar actos terribles.


“El oscuro carisma de Hitler” (Laurence Rees, 2013).


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