Revista Expatriados

El partido que se confundió con la nación (6)

Por Tiburciosamsa

La muerte de un líder tan carismático como Nehru en 1964 supuso un mazazo para el partido. Después de muchos conciliábulos, se eligió como sucesor de Nehru al frente del Congreso a Lal Bahadur Shastri. Shastri tenía a su favor que compartía la ideología socializante de Nehru y que tenía unos modales afables y corteses que no metían miedo a diferencia de lo que ocurría con Morarji Desai, un líder del ala conservadora que intentó hacerse con el control del partido. Shastri cumplió con lo esperado y continuó las políticas nehruvianas. Lo inesperado fue que murió dos años después de un infarto a la edad de 62 años.
En 1966 hubo que volver a elegir Presidente del Partido y nuevamente concurrió Morarji Desai, pero esta vez tenía enfrente a una oponente formidable: la mismísima hija de Nehru, Indira Gandhi (su apellido “Gandhi” le viene de su marido, un hombre irrelevante llamado Feroze Gandhi. No tiene ningún parentesco con el Mahatma Gandhi, pero en la política india llevar ese apellido no representa ningún inconveniente, sino al contrario). El liderazgo del Partido escogió a Indira pensando que su condición de hija de Nehru serviría de imán para las masas en las elecciones previstas para 1967 y que sería una Presidenta del Congreso dócil. Se equivocaron en ambos puntos.
Las elecciones de 1967 supusieron para el Congreso el varapalo más duro que habían recibido desde la independencia. Sólo consiguió 297 de los 545 escaños de la Cámara Baja(60 menos que en las anteriores elecciones) y perdió el control sobre varias provincias, incluyendo algunas tan importantes como Uttar Pradesh y Bengala Occidental. Indira se vio obligada a templar gaitas y nombró a su ex-rival Desai Viceprimer Ministro y Ministro de Finanzas. Tener a Desai al otro lado del tabique no impidió que siguiera las políticas socializantes en la línea de su padre: reforma agraria; techos a los beneficios empresariales; nacionalización de los principales bancos…
La cohabitación entre Indira y Desai resultó imposible. En 1969 el partido se dividió. El Congreso la expulsó el 12 de noviembre de 1969 por “indisciplina”. Aunque a la larga se vio que más bien quienes le habían dado la patada para expulsarla, se habían dado la patada a sus propios traseros. Kumarasami Kumaraj y Morarji Desai, los líderes conservadores que la habían defenestrado, crearon el Congreso Nacional Indio (Organización), que pasó a ser conocido como el Viejo Congreso. Indira replicó creando un nuevo partido que se llamó el Congreso (R), más popularmente conocido como el Nuevo Congreso. Dado que Indira controlaba la maquinaria del Partido, para muchos el verdadero Congreso fue el partido que ella había fundado, no el otro. Aparte que el adjetivo “nuevo” resultaba como más atractivo que el de sus competidores.
En las elecciones de marzo de 1971, el Congreso de Indira consiguió 352 de los 545 escaños en juego. La alianza opositora del Frente Democrático Nacional que lideraba Desai sólo consiguió 51. Mientras que Indira había concurrido a las elecciones con un eslogan atractivo, “eliminar la pobreza”, lo más imaginativo que se le había ocurrido a la oposición era “eliminar a Indira”. Para redondear, ese diciembre la India derrotó a Pakistán en la guerra que supuso la independencia de Bangladesh. Indira estaba que se salía y, efectivamente se salió. Y es que hay personas a las que no se les puede dar el poder, que se encaprichan con él y pasa lo que pasa.
Cada vez más atrincherada en su poder y más alérgica a las críticas y a la oposición, en junio de 1975 declaró el estado de emergencia. Testimonio de cómo la democracia se había enraizado en la India es que Indira intentó que todo tuviera un tufillo constitucional y que no se atrevió a eternizar el estado de emergencia. Convocó elecciones para marzo de 1977 que se convirtieron en una suerte de referéndum sobre el período de la Emergencia. Ya la vista de los resultados, a los electores les había gustado bastante poco lo que vieron en la Emergencia: el Congreso sólo consiguió 153 escaños; la victoria fue para Morarji Desai que se presentaba por el Partido Janata.
Los siguientes tres años Indira los pasó intentando frenar las deserciones de su partido, al que tuvo que redenominar Congreso (I), la I es por Indira y es que cuando uno es megalómano, es megalómano. También los pasó preparando la sucesión de su hijo Sanjay al liderazgo del partido, para el día, si es que llegaba, en que ella se cansase de mandar.
Uno hubiera pensado que después de la Emergencia, la carrera política de Indira estaría acabada, pero Desai confirmó el dicho de “otro vendrá que bueno me hará.” El gobierno del Partido Janata y de sus aliados fue un desastre. Se pasaron más tiempo poniéndose zancadillas los unos a los otros que gobernando. En julio de 1979 Desai dimitió antes de que se presentase una moción de no-confianza en el Parlamento en su contra. Le sustituyó Chaudury Charan Singh, más famoso por su ambición que por su competencia. Finalmente no quedó más remedio que convocar elecciones a comienzos de 1980.
Sus antagonistas le habían dejado un eslogan electoral chupado para las elecciones de 1980: “¡Elegid a un gobierno que funcione!” Después de tres años de desgobierno, muchos indios añoraban el orden y la eficacia de los tiempos de la Emergencia y ya se les estaban olvidando las violaciones de los derechos humanos. Indira consiguió 351 escaños, 374 si sumamos los de sus aliados del Dravida Munnetra Kazhagam y del Jammu and Kashmir National Conference.
Poco después de esa victoria, en junio de 1980, Sanjay se mató mientras hacía estupideces con su avioneta privada. Indira decidió entonces que su otro hijo Rajiv debía recoger el testigo. Rajiv era un hombre algo tímido, sensible, un poco soñador y optimista. Era piloto de Indian Airlines y pasaba tanto de la política que se había casado con una italiana. Pero cualquiera le decía que no a mamá. Si al pueblo indio le había implantado el estado de emergencia a él lo menos le mandaría a la cama sin cenar.
Rajiv no tuvo mucha suerte. En 1980 un desafortunado accidente le forzó a iniciar una carrera política y cuatro años después el asesinato de su madre le convirtió en el Primer Ministro de un país lleno de problemas. Una India problemática no fue el único legado de su madre, también le legó un Congreso (I) desnortado.
Durante los años de liderazgo de Indira, el Congreso fue perdiendo cohesión organizativa e ideológica. Perdió su conexión con las masas, al tiempo que aparecían aquí y allá los muñidores que se convertirían en una pieza clave en el funcionamiento del partido. Poco a poco el Congreso se estaba convirtiendo en el partido de los oligarcas feudales. Rajiv Gandhi arrasó en las elecciones generales de diciembre de 1984 gracias al tirón de simpatía ocasionado por el asesinato de su madre. Armado con esa victoria Rajiv se propuso deshacerse de los muñidores y volver a convertir al Congreso en un partido preocupado por la suerte de las masas. Rajiv no contaba con que, si hay un arte que los burócratas indios dominan a la perfección, es el de arrastrar los pies. Al año siguiente su gobierno se vio afectado por una serie de escándalos, empezando por el sonadísimo escándalo Bofors, que le tuvieron demasiado ocupado como para ponerse a bregar con el Partido, que siguió yendo al pairo.
El escándalo Bofors y su creciente pérdida de atractivo entre las masas llevaron al Congreso al desastre electoral en 1989: 197 escaños y una pérdida de votantes de más de 10 puntos. A pesar de todo, por una mezcla de inercia y de falta de ideas, Rajiv conservó la presidencia del Partido. Dos años después, mientras hacía campaña electoral, un atentado terrorista de los tamiles srilankeses terminó con su vida y el Congreso volvió a tener un problema sucesorio. Dado que los hijos de Rajiv aún eran pequeños, los miembros del Congreso optaron por obviar la nacionalidad italiana de su viuda y le ofrecieron la Presidenciadel Partido. Sonia rechazó la oferta. Dicen que dijo que odiaba la política y que prefería que sus hijos fueran mendigos antes que políticos. Una afirmación sorprendente de alguien que ha demostrado a posteriori ser una política habilidosa y que está luchando a brazo partido para que su hijo Rahul herede el liderazgo del Partido.
Al rechazar Sonia Gandhi la Presidencia del Congreso, ésta, y de  paso el puesto de Primer Ministro, recayeron en Narasimha Rao, un político marrullero que se las sabía todas. Rao era muy distinto de los líderes que había tenido el partido en los 40, los 50 e incluso los 60. Era un oportunista y un gestor más que un ideólogo. Con la ayuda de su Ministro de Finanzas Mahmohan Singh introdujo reformas económicas que contradecían las políticas socializantes que el partido había defendido desde los tiempos de Nehru. Se le acusa también de haber tenido cuando menos una actuación equívoca cuando la mezquita Babri, un edificio de más de 400 años de antigüedad, fue demolida en 1992. Pero lo que acabó con la carrera política de Rao fueron las acusaciones de corrupción, especialmente las de haber sobornado a miembros del Parlamento. El escándalo le pasó factura al Congreso, que perdió las elecciones de 1996 y se dio un nuevo líder en la persona de Sitaram Kesri. Kesri había sido el Tesorero del Partido durante muchos años y lo mejor que se podía decir de él es que era un hombre honesto. Lo mejor y tal vez lo único. Carecía de carisma y capacidad de liderazgo y no controlaba los tiempos políticos. En España habría sido Presidente del Gobierno.
Kesri era tan torpe que retiró su apoyo al gobierno y provocó que hubiera elecciones anticipadas a comienzos de 1998, elecciones que el Congreso perdió. ¡Por favor! Cuando uno hace ese tipo de jugarretas es porque sabe que se va a llevar las elecciones de calle. Los barones del Partido le señalaron la puerta de salida. Lo interesante es que en esta ocasión, Sonia Gandhi, la que prefería mendigar antes que meterse en política, participó en la jugada e incluso maniobró con los barones. El argumentario que utilizó para desbancar a Kesri no hubiera funcionado en otras latitudes, pero en Asia tiene su aquél: soy la heredera del legado Nehru-Gandhi, que es lo único que puede unirnos y evitar que el partido se desmigaje y además que es lo que nos da votos entre las masas, porque es lo único que podemos ofrecer que trascienda las fronteras de clase, casta y religión. Un problema con este planteamiento, que el Congreso arrastra desde entonces, es que la ideología es secundaria. Lo importante es la fidelidad al linaje Nehru-Gandhi y conservar el poder.

Volver a la Portada de Logo Paperblog