Revista Psicología

El peligroso espejismo de la vida occidental

Por Gonzalo

La vida occidental actual está basada sobre dos espejismos: la juventud física y las espectativas. Ambas son frágiles y se terminan pronto. ¿Que queda? Tenemos pocas salidas en nuestra sociedad: el reconocimiento social pasa por el marco estrecho y condicionante de unos logros muy concretos, ante todo el dinero, y también determinados talentos como el deporte o la creatividad. No se mima, ni se admira y, por tanto, no se transmite, la importancia de saber vivir y de saber amar. Si la tristeza resultante de las personas es fruto de una actitud o una predisposición enfemiza, hacemos bien en movilizar los recursos médicos para combatirla. Pero si lo que en realidad hemos perdido son las ganas de vivir, sólo queda reencontrar qué parte de nosotros mismos perdimos en el camino.

En el mundo seguro en que vivimos, la pasión se ha refugiado tan sólo en el amor pasional. Como éste no suele ser frecuentemente duradero, el siguiente recipiente natural de la pasión parece ser el sexo. Pero en las relaciones sin pasión no hay sexo apasionado. Es un detalle que intentamos sobrellevar cambiando de pareja, pero no tiene fácil solución.

Cuando se busca la pasión fuera de uno mismo, cuando algo tan básico para la felicidad pasa a depender de otro, el resentimiento y la decepción mutuos son inevitables. Decía Georges Duhamel: “Si quieres amistad, dulzura y alegría, llévalas contigo”. Todo lo que necesito está en mí: es difícil acceder a este convencimiento pues resulta tan tentador poner la vida de uno en manos de los demás. Y al principio, dentro de uno se hallan sobre todo las ruinas inconexas con las que no se sabe si se será capaz   de construir el milagro. Pero poco a poco, dentro, es donde se construye lo único necesario. Cuando ya no dependes del exterior es cuando los demás pueden acceder a ese recinto particular y sagrado.

fuente: INOCENCIA RADICAL   (ELSA PUNSET)


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