Revista Cultura y Ocio

'El pelo de Van`t Hoff', de Unai Elorriaga

Publicado el 14 septiembre 2011 por Goizeder Lamariano Martín

Título: El pelo de Van´t Hoff Autor: Unai Elorriaga Editorial: Alfaguara Año de publicación: 2004Páginas: 211ISBN: 8420401153

Descubrí a Unai Elorriaga por casualidad hace año y medio en la Cuesta de Moyano, donde encontré Londres es de cartón, su cuarto y último libro. Un libro que me sorprendió y me gustó y que tuve la suerte de que me lo firmase en la Feria del Libro de Madrid. Hace poco leí en el blog de Blanca, Al calor de los libros, la reseña de Un tranvía en SP, su primer libro.

Y recordé que quería leerlo. Así que me acerqué a la biblioteca y al final me traje a casa el segundo libro de este autor, El pelo de Van`t Hoff. Ahora sólo me falta esperar para poder leer Un tranvía en SP y Vredaman. Todo llegará. Como veis no se me han quitado las ganas de seguir descubriendo a Unai Elorriaga. Un autor que escribe en euskera libros extraños, raros, distintos, especiales, diferentes. Libros que, a veces, resultan difíciles de entender. Libros absurdos que nos hablan de la vida, del día a día. Pero de una forma peculiar y única.

Para que os hagáis una idea, os dejo la sinopsis de El pelo de Van`t Hoff. ¿Juegas? Cójase una pelota, por ejemplo. La cantidad de juegos que se puede inventar la persona con una pelota. Es más, la cantidad de juegos que están ya inventados con una pelota. Una pelota es, para decirlo rápido, una maravilla de la técnica. Pues bien, también este libro es una pelota. La cosa es que para el protagonista del libro, por mucho que tenga un proyecto importante entre manos, lo más necesario es pasar la mayor parte del día jugando. Y hay que tener en cuenta que es una persona mayor ya (o medio mayor, por lo menos: 35-37 años). Sin embargo, no le da demasiada vergüenza, y siempre lleva una pelota de goma y viaja con dos sacos llenos de soldaditos de plástico para jugar con su hermano o compra diccionarios y enciclopedias para escribir vidas que no existen. Pero no todo es juego en el libro, claro. Matías Malanda tiene otra manera de mirar y en esa manera de mirar habrá verdades que no hay en otras maneras de mirar, habrá mentiras también, pero sobre todo habrá una intención de pensar la vida. Por lo que pueda pasar.

Así es el protagonista de esta historia, Matías Malanda. Un trabajador del Ministerio que llega a Idus para realizar en este pueblo y en los dos próximos, Eldas y Lanta, tres pueblos que forman la comarca de Arbidas, un importante proyecto. Tiene que entrevistar a vecinos de los tres municipios y grabarles mientras le cuentan historias, vidas, anécdotas de personas que conocen, han conocido o que les han contado a ellos. Pero también tiene otra misión. Encontrar los textos que se esconden entre las páginas de la enciclopedia Tabucchi, una enciclopedia que está en casi todas las casas de la comarca desde que hace 17 años un italiano se la vendió a todos los vecinos de Arbidas. ¿Y para qué quiere esos pequeños papeles con letras y números escritos? Para comprobar si es cierto el mito que dice que el vendedor italiano había escondido en la enciclopedia un fragmento de la novela Vredaman, escrita por su amigo E. H. Beregor. La trama en sí no me ha gustado. No me ha atrapado en ningún momento, no he conseguido meterme en la historia. Me ha resultado demasiado absurda, enrevesada, ilógica, disparatada. Pero, por el contrario, los personajes me han encantado. Todos me han parecido cercanos, entrañables, personas a las que es fácil cogerles cariño y difícil olvidar. Como Matías Malanda, el protagonista. Siempre con su pelota en el bolsillo. Una pelota de goma transparente y con una serpiente también de goma dentro. O con sus dos sacos de soldados, siempre dispuesto a jugar mil batallas y guerras. O su diccionario de portugués con el que se inventa las vidas que le hubiera gustado vivir a partir de palabras elegidas al azar. Porque a Matías le encanta jugar. Es como un niño grande. Y así ve él la vida. Como un juego. Un juego en el que lo más importante es jugar y pensar. Todo lo demás es secundario. En Idus Matías se aloja en la Pensión Malanda, donde convive con la dueña, Matilde, que es como la madre de todos los huéspedes. Con Ana, su hija, una joven que parece un cuadro de Renoir. Con Malco, un restaurador que trabaja en el Museo de Idus, restaurando uno de los cuatro cuadros del museo, el mejor, el más importante, el más famoso, pero que ahora está lleno de insectos. Con Tomás, el hijo de Ana, un niño inquieto, despierto e inteligente que por encima de todo admira a su abuelo, Dimas, un hombre obsesionado con las abejas y con las fórmulas matemáticas. Todos ellos son lo mejor del libro. Sus vidas, sus historias, sus deseos, sus sueños, sus anhelos. Pero también sus miedos, sus pesadillas, sus fantasmas. Y, sobre todo, su día a día, su relación, su convivencia en la pensión. Una pensión llena de misterios, de preguntas, de dudas, de enigmas. Una pensión que para Matías será el centro de operaciones desde el que preguntará, escuchará y leerá. Todo para intentar entender la relación entre Tabucchi, E. H. Beregor y, por supuesto, el pelo de Van´t Hoff.


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