Revista Opinión

El pequeño Albert

Publicado el 18 marzo 2018 por Miguel García Vega @in_albis68
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El pequeño AlbertEl pequeño Albert, o Little Albert, fue un experimento llevado a cabo en 1920 por John B. Watson (1878-1958), uno de los psicólogos estadounidenses más importantes del siglo XX, fundador de la Escuela Psicológica Conductista.

Inspirado por el famoso experimento del perro de Pavlov (1897) el bueno de John Watson, junto a su ayudante Rosalie Rayner, decidió probar lo del perro ruso pero en personas estadounidenses: cómo se podía condicionar la respuesta a un estímulo, crear un reflejo condicional.

Querían provocar una serie de fobias aprendidas a un bebé humano. Y el pequeño Albert fue el afortunado.

Little Albert ha pasado a los libros de psicología como uno de los experimentos más aberrantes e inmorales de su historia reciente.

Y eso que en psicología se han hecho investigaciones que podríamos considerar excéntricas, por decir algo. Solo en este blog encontrará experimentos como los de Milgram y el de la cárcel de Stamford; o casos como el del doctor Money o el de Peter y Margaret. Abajo les pongo los links, por si están interesados.

John B. Watson fue una de las figuras más importantes de la psicología del s. XX.

Watson trataba de probar que era posible inducir ciertos temores o fobias a un bebé que antes no las tuviera; para posteriormente iniciar el tratamiento inverso y quitárselas. Todo es muy confuso en el experimento, pero parece que esta última parte nunca se llevó a cabo.

Albert y la rata de laboratorio

Eligieron un bebé de 8 meses al que llamaron Albert, presumiblemente escogido del Hogar Harriet Lane para niños discapacitados. Parece que su madre trabajaba allí de nodriza, aunque la identidad del pequeño Albert todavía no está clara a día de hoy, como más adelante veremos.

El bebé en principio era sano y normal. Se le expone a diferentes estímulos, como a una rata de laboratorio (una de verdad, no Albert, que también lo era), un conejo, un mono, diferentes pieles, lana y otros estímulos. También a un fuego controlado. Como se esperaba, ninguna de estas cosas provoca miedo o angustia en el pequeño Albert. Lo que sí da miedo a Albert, como a cualquier bebé, es un fuerte ruido súbito. Yo tengo una edad y me sigue pasando.

Miedo a los peluches

Así que ponen a Little Albert en medio de la sala y le dejan que juegue con la rata. En un momento dado, a su espalda, Watson y Rayner golpean fuertemente con un martillo una barra de acero. El estruendo asusta a Albert y le hace llorar. A partir de ahí unas cuantas repeticiones: cada vez que Albert toca la rata, golpe de martillo, ruido aterrador y llantos.

El pequeño Albert
La cosa fue un éxito, consiguieron amargarle la vida a Albert. Cada vez que aparecía la rata se ponía a llorar, aunque ya no sonara el martillo a su espalda. Y no solo la rata, sino otras cosas peludas, que relacionaba con su nueva fobia, gentileza del doctor Watson: un conejo, un abrigo de piel e incluso una careta  con pelo.

El experimento se interrumpió de repente, sin llegar a la parte en la que eliminaban la fobia aprendida por el bebé. Parece que la madre se enteró de las crueldades a las que Watson sometía a su bebé y se lo llevó de allí como alma que lleva el diablo. Aunque las versiones difieren según la identidad del pequeño. Casi al mismo tiempo Watson fue despedido al descubrirse que tenía una aventura amorosa con Reyner, la estudiante graduada que le ayudaba en el experimento. Elijan ustedes la causa del final del martirio de Albert.

El pequeño Albert
Ahora el conejo le da miedo a Albert, sin necesidad del ruido.

Poco ético e ineficaz

Antes de tirarse de los pelos sitúense: 1920. La ética respecto a los sujetos de experimentación no era la actual. Hay que tener en cuenta que la visión general cambió mucho a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo se enteró de los terribles experimentos llevados a cabo por los nazis. Tras la guerra hubo un Nüremberg médico que no solo castigó las prácticas nazis sino que dio pie a un nuevo código de ética que entre otras cosas aseguraba el consentimiento y obligaba a evitar todo sufrimiento innecesario así como secuelas físicas o mentales. Otra cosa es que se hayan seguido haciendo (vean el post sobre Tuskegee), pero fuera de la ley.

Con el tiempo, las siguientes generaciones de psicólogos añadieron a las críticas éticas, otras sobre la metodología. Parece ser que el método no fue riguroso y los resultados no dan evidencias concluyentes sobre la fobia inducida en el bebé. Según estos estudios posteriores, la investigación no está bien documentada y hay descripciones contradictorias e imprecisas.

Vamos, que encima el pequeño Albert pasó un infierno para nada.

¿Quién fue el pequeño Albert?

La identidad del bebé sigue sin siendo uno de los misterios favoritos de la psicología moderna. De momento se ha identificado a dos posibles sospechosos: Douglas Merritte y William Barger.

En 2010 se publicó en la revista American Psychologist una investigación dirigida por el psicólogo Hall P. Beck, que al frente de un numeroso equipo y tras 7 años de rastrear todos los archivos posibles llegó a la conclusión que Albert era Douglas Merritte. Sus fechas de nacimiento coincidían y además estuvo en el Harriet Lane Home, donde su madre, Arvilla Merritte, era nodriza.

El pequeño Albert
También hallaron que el pequeño Douglas murió a los 6 años de una hidrocefalia, por lo que no se ha podido saber si arrastró secuelas del experimento. Dos años más tarde, el doctor Beck amplió su investigación y encontró que Douglas/Albert había sufrido hidrocefalia desde su nacimiento y que Watson sabía que no era un niño sano, por lo que todo el experimento se convertía en un fraude aún más reprobable moralmente.

Pero poco después, otras investigaciones señalaban que Little Albert podría haber sido William Barger. Había nacido un día después que Douglas y su madre también trabajaba en el hospital donde se realizó el experimento. Y aunque su primer nombre era William, la familia le conocía por el segundo, Albert. El señor Barger sí tuvo una larga vida, murió a los 87 años y sus familiares recuerdan su aversión a los perros desde siempre, pero ninguna otra fobia destacable. Los investigadores también llegaron a la conclusión que William/Albert no recordaba nada sobre el experimento.

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