Revista Economía

El periódico de la pared de la calle

Publicado el 07 enero 2014 por Torrens

El Wall Street Journal, el periódico de la pared de la calle en traducción directa e incorrecta  al castellano,  publicó hace unos días un artículo sobre TV3 en que acusaba a la cadena de tendenciosa y manipuladora. 

Yo veo TV3 con cierta regularidad y puedo ratificar que es una cadena de clara tendencia nacionalista, pero en ningún caso es más tendenciosa que la mayor parte de los medios de información de este país, y de ninguna manera en la forma casi ridícula y esperpéntica en que la describía el periódico de la pared, que por cierto también es tendencioso, y mucho, con una clara inclinación a la extrema derecha norteamericana, los que he calificado en ocasiones como nazis U.S.A..

Siempre he dicho que TV3 es una gran contradicción porque junto a verdaderas tonterías y horteradas dan grandes programas como 30 minuts, Polonia u Opera amb texans, y precisamente algo que siempre he admirado en la cadena es que son capaces de realizar reportajes claramente tendenciosos, pero siempre dando voz al “lado opuesto”, aunque bajo control y con discusiones que no desmientan el mensaje tendencioso y subliminal del programa. Siempre me ha parecido una manera inteligente de dar informaciones tendenciosas. Bien, pues el periódico de la pared dice exactamente lo contrario y prácticamente mantienen que en los reportajes de TV3 nunca aparecen los opositores a las tesis que quieren mantener.

Si el comentario sobre TV3 hubiese aparecido enmarcado en un artículo general sobre la desinformación practicada por los medios de información en España, con el caso de Canal 9, la caverna mediática y prácticamente todas las cadenas, TV3 incluida, habría simplemente llegado a la conclusión que el periódico de la pared exageraba en lo concerniente a esta, pero al concentrarse el comentario exclusivamente en TV3, da la impresión de que en este caso hay algo más. Y es cierto, detrás de este artículo está el siniestro y faescista Darth Vader, sino leed:

The Wall Street Journal es propiedad de Dow Jones & Co., por cierto, uno de los principales responsables del estallido de la crisis. A su vez Dow Jones & Co. es filial de News Corporation, que a su vez tiene como principal accionista al magnate australiano Rupert Murdock, que en 2011 tuvo que cerrar News of the World en el Reino Unido porque quedaron al descubierto algunas de las cochinadas que cometían regularmente. ¿Sabéis quien es miembro importante del Consejo de Administración de News Corporation?, pues nada menos que José Maria Aznar, el enviado de Dios para salvar a España, que ocupa además una posición clave en el Consejo ya que es presidente de la Comisión de Gobierno de News Corporation. ¿Verdad que nos creemos que el artículo sobre TV3 tuvo solo motivaciones profesionales y sus conclusiones se basan  exclusivamente en información obtenida gracias al trabajo del esforzado periodista?.

Otra razón para que nos de vergüenza ser españoles: el escándalo de Sacyr en Panamá. Si al gobierno central le quedase un mínimo de decencia, después del numerito de la constructora, debería liquidar todo el montaje de la Marca España para ahorrarnos un elevado gasto totalmente inútil.

El método usado por Sacyr en Panamá es el que habitualmente practican en España las constructoras del grupo del palco del Bernabéu, es decir Sacyr, ACS, Ferrovial, FCC, Acciona y OHL. El método es de una tremenda deshonestidad, porque se trata de un vulgar chantaje legal  y consiste en hacer una oferta no encaminada a construir la obra al mejor precio posible sino con el objeto de ganar el concurso a cualquier precio, para lo que pueden llegar a presentar ofertas que suponen cerca del 50% de descuento sobre el precio de salida del concurso. En prácticamente todos los concursos de obras serios del mundo existe un umbral a partir del cual la oferta se considera temeraria por excesivamente baja. Estos umbrales se establecen según unos complicados métodos de cálculo que tienen en cuenta un sinfín de factores. Lo que los “grandes” constructores españoles hacen es calcular esos umbrales para cada concurso en concreto, y a continuación presentan una oferta que esté justo por encima de dicho umbral. En cuanto les adjudican el contrato empiezan a preparar dosieres para la revisión del precio en base a posibles o inventados errores en la descripción de la obra o dificultades no previstas, todo y que el método de cálculo de las ofertas debe incluir una provisión para tales imprevistos, y finalmente, bajo amenazas de detener la obras, consiguen la revisión de su oferta, que en España en demasiadas ocasiones supone un precio total muy superior al doble del precio de salida, y es la principal razón de las anormales, inmensas e inaceptables  desviaciones que se dan de manera habitual en el coste final de las obras adjudicadas.

En España, los autores de esta estafa legal y pública lo tienen fácil porque no en vano estas compañías, sus accionistas y gestores, y los que les contratan, forman parte de la Oligarquía que nos ordeña como vulgares vacas desde tiempo inmemorial. Pero la realidad es que al contratante este tipo de chantaje le coloca en una situación complicada. Lo inmediato es pensar que el contratante cancelará la adjudicación y encargará a otra constructora la finalización de la obra, pero de actuar así el contratante se enfrentará en poco tiempo a una descomunal reclamación judicial por parte de la constructora chantajista que durará un montón de años y probablemente les acabará costando lo que les reclaman los chantajistas e incluso más. Por eso casi siempre, por no decir siempre, se llega a un acuerdo para continuar la obra con el contratista original, y también por eso, a nivel internacional las constructoras serias evitan estas situaciones porque les hace ingresar de manera inmediata en la lista negra de las constructoras no fiables donde seguro ya está Sacyr, en especial cuando en su momento al ganar el concurso de Panamá otros ofertantes norteamericanos y expertos financieros denunciaron que se trataba de una oferta temeraria e incluso hicieron una estimación del coste adicional que reclamaría Sacyr que coincide casi exactamente con la cifra que ahora exigen para continuar las obras.

A ver si nos aclaramos de una vez. En España todo funciona al revés de lo que es habitual en países civilizados y mínimamente organizados. El Banco de España protege a la gran banca en vez de a sus usuarios, el Gobierno se carga la producción privada de energía mediante fuentes sostenibles porque interesa a las compañías eléctricas, etc. etc. etc., y en este caso concreto los gestores y constructores de obra pública no tienen como objetivo el que contemos con las infraestructuras necesarias que además beneficien la economía del país y la creación de riqueza, sino que su única intención es claramente el enriquecer a miembros de la Oligarquía mediante obras que pagamos muy por encima de su coste real, aunque buena parte de dichas obras no solo no se justifiquen económicamente sino que sean verdaderos monstruos antieconómicos, y no hay mejor prueba de ello que el hecho de que el Corredor Mediterráneo y la mejora de accesos ferroviarios de ancho europeo a los puertos de Barcelona y Sagunto cuyas obras deberían haber concluido hace décadas todavía están en fase de proyecto o con obras provisionales, con el Ministerio de Fomento intentado retrasar su construcción al máximo y en caso contrario variar el trazado más directo y económico por razones políticas y absurdas. Todo esto supone despreciar una considerable fuente de riqueza para el país, mientras franceses, italianos e incluso griegos la están ya explotando y haciéndose momentáneamente con ella.

Creo que si las seis del palco del Bernabéu, para compensar la caída de obra en España, han decidido aplicar a nivel internacional el método que las ha enriquecido aquí, están cometiendo un grave error porque aunque probablemente puedan aplicar su chantaje a varias adjudicaciones internacionales y como he explicado antes sus contratantes se vean prácticamente obligados a renegociar sus contratos, tarde o temprano alguien dará con el método para evitar el chantaje y diseñará algún tipo de contrato que detecte, evite e incluso sancione estas prácticas y se acabará el negocio si es que todavía quedaba alguien dispuesto a contratarlos.  Eso sí, por más que se inventen métodos para invalidar el chantaje, siempre les quedará la querida, corrupta y cachonda España.

 


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