Siempre pienso que escribir desde la perspectiva de un niño tiene que ser muy complicado, muchas veces uno lee historias protagonizadas por niños y duda si realmente un niño diría algunas cosas en un momento dado. A veces la sensación es que son niños pequeños muy listos y en otras todo lo contrario, sin embargo creo que en LA CASONA DEL SUEÑO DORADO el equilibrio está muy bien logrado. Realmente cualquier niño curioso, que quiere saber y no se cansa de preguntar podría ser Olaf, espontáneo, inocente y natural como sólo los niños pueden serlo. Olaf es un niño querido y lo sabe, cada uno de los personajes que le rodean complementa su vida y hacen que sea feliz.
«Don Isidro es un hombre mayor que dicen en la casona que siempre va hecho un pincel, yo tuve que ir a la biblioteca la primera vez que oí lo del pincel, pues nada me pareció más extraño que la semejanza entre un hombre y un pincel. ¿Qué le pasaba a Don Isidro, acaso iba manchado de pintura? ¿Qué tenía que ver Don Isidro con la pintura…»Si algo consigue transmitir esta historia es precisamente la felicidad y el orgullo de pertenecer a un lugar, saber de dónde proceden tus raíces, saber que siempre habrá un lugar al que regresar porque pertenecemos a él. Tanto el niño protagonista como todos los personajes que le rodean están muy bien trazados y es muy fácil transportarse al condado de Lotaber e incluso al interior de la propia casona.
«Tenía el alma vieja y sabia. Su porte era señorial. Había permanecido toda su vida en la casona del sueño dorado y si alguna vez se marchó fue por breve tiempo y para regresar.»
LA CASONA DEL SUEÑO DORADO es una novela más que recomendable para leer con una sonrisa de principio a fin. Además la historia sobre el origen de la casona es preciosa y tiene mucho que ver con la curiosidad por saber y con la suerte, con los libros y sobre todo con las palabras. Realmente ha sido un placer leer esta novela.a a a
Teoría del poder de las palabras según Leopoldo (uno de los personajes adultos de LA CASONA DEL SUEÑO DORADO)
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