Revista Opinión

El poder en España

Publicado el 12 diciembre 2011 por Franky
El poder en España Muchos pensadores creemos que en la España actual, el poder ha dejado de ser la expresión de una democracia pluralista para convertirse en el dominio de una élite. Si eso es así, el poder que ejerce el gobierno, aunque haya surgido de las urnas, sería ilegítimo.

Esta conclusión de que el poder en la España del presente no es una emanación de la democracia sino el dominio de una casta que controla la sociedad más allá de lo que es permisible en democracia, es radical porque surge de las raíces del sistema y de la hipótesis comprobada de que en España no existe ya un régimen democrático sino una oligocracia de partidos y de políticos profesionales, justo lo que los atenienses de tiempos de Pericles consideraban como el lado opuesto y oscuro de la democracia y la libertad.

La oligocracia es el dominio ejercido por una élite que controla los resortes y recursos del sistema y que, en la práctica, impide que otras personas ajenas a esa élite accedan al poder. En términos amplios, se trata de una dictadura camuflada, en este caso con apariencia democrática, porque emana de las urnas y de unas elecciones que se presentan como "libres", sin serlo realmente.

Para alcanzar esta conclusión desarrollé una investigación amplia sobre la naturaleza del poder democrático, de la que surgieron tres libros: Democracia Secuestrada (Almuzara, 2005), Políticos, los nuevos amos (Almuzara, 2007) y Periodistas sometidos, los perros del poder (Almuzara, 2009). En el primero descubríamos el terrible déficit de democracia existente en la sociedad y la transformación de ese sistema en una oligocracia, cambio realizado por las castas dominantes con nocturnidad y alevosía, sin otro fin que reforzar sus privilegios y ventajas, en contra de los intereses ciudadanos y del bien común. En el segundo identificábamos a los políticos como los grandes culpables de esa traición a la democracia y analizábamos el enorme poder que la casta política ha llegado a acumular en nuestro tiempo, superior, incluso, al detentado por otras élites en el pasado, en apariencia más absolutistas y opresoras. En el tercero, identificábamos a los periodistas como los grandes cómplices de los políticos en la sucia tarea de cambiar la democracia por una oligocracia y se sostiene la tesis de que sin la traición de los periodistas y los medios de comunicación al ciudadano y a la democracia, ese cambio de sistema y esa nueva dominación ilícita no hubieran sido posible.

El tiempo transcurrido desde 2005 no ha hecho otra cosa que reforzar esas tesis. En 2005 era arriesgado y sonaba "fuerte" hablar de democracia secuestrada y traicionada, pero hoy esa gran traición es una evidencia constatable y constatada por gran parte de los ciudadanos, que también asumen el análisis de que los políticos se han convertido, como grupo, en los nuevos amos del mundo y en una casta imposible de controlar por los ciudadanos, que en teoría son los soberanos del sistema. La complicidad de la mayoría de los periodistas y de los grandes medios con el poder es hoy, igualmente, una realidad tan constatada como repugnante para los verdaderos demócratas.

Por si alguien lo duda, las encuestas ya señalan a los políticos como el tercer gran problema de España, por delante del terrorismo y sólo detrás del desempleo y la situación económica, y los periodistas figuran como una de las profesiones más desprestigiadas y rechazadas.

Esta investigación exige a gritos un colofón, que es el que se plantea en el lead de este artículo: "Si la democracia ha sido traicionada y los políticos han ocupado el poder, transformando y desvirtuando el sistema, el poder actual que emana de esa "conspiración" es ilícito.

La tesis es fácil de sustentar si se analiza el incumplimiento de todos y cada uno de las reglas básicas de la democracia: elecciones libres (imposibles con las listas cerradas, con el distinto valor del voto en cada provincia, con el incumplimiento de las promesas electorales, con la propaganda coercitiva de las campañas, etc.); imperio de la ley (que en España no es igual para todos, ni está libremente asumida por los ciudadanos); separación de poder (dominados y sometidos en España al poder ejecutivo y al poder de los partidos políticos), etc.

Pero cuando la tesis de que el poder actual es ilícito surge fuerte y clara es cuando se analizan las partes menos observables del poder, que son, precisamente, las más eficaces. En rigor, los ciudadanos españoles padecen una impotencia brutal ante el poder político, que carece de controles y hace prácticamente lo que quiere, incluyendo la utilización de la mentira, la manipulación del debate y el lanzamiento de decretos leyes en contra de los criterios de la mayoría de los ciudadanos y de los intereses colectivos (negociación con ETA, Estatuto de Cataluña, pasividad frente a la crisis, subida de impuestos, ampliación de la ley del aborto.. y muchos otros errores y abusos del poder).

El libro The power elite (La élite del poder), de C. Wright Mills, comienza diciendo que "Los poderes de los que disponen las personas corrientes se circunscriben al mundo cotidiano en el que éstas viven, Pero, incluso en medio de las rutinas del trabajo, la familia y la vecindad, parecen muchas veces estar empujadas por fuerzas que no pueden entender ni gobernar".

Sobre la naturaleza y mecanismos de ese poder oculto y casi invisible, que limita la libertad cotidiana y que doblega la voluntad sin que el que lo padece lo perciba, versa mi actual investigación. En términos amplios, estoy analizando las causas y métodos utilizados por el poder para aborregar y narcotizar a la actual sociedad española, los recursos y mecanismos utilizados por el poder para lograr que los ciudadanos se degraden y se conviertan en fanálicos narcotizados y descerebrados, capaces de defender con su voto a élites perversas y a apoyar a malos gobernantes que les conducen hacia la ruína, la derrota y la infelicidad.

Tal vez, dentro de un par de años, si esa investigación llega a buen fin, surja un nuevo libro, colofón de la trilogía y cuya conclusión principal, tras estudiar los mecanismos esclavizadores del poder político, sea que el poder, cuando desvirtúa la democracia y se corrompe, es ilícito y debe ser rechazado por el ciudadano con todas sus fuerzas.



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