Revista Cultura y Ocio

El Preludio de "Tristán e Isolda" y más...

Publicado el 12 junio 2012 por Maac @Elblogdemaac


  
Esta es una ópera a la que tengo muchísimo respeto, en un listado de mis cinco óperas preferidas sin duda ocuparía un puesto, no sé cuál, pero más abajo de la quinta seguro que no estaba; me cuesta mucho hablar sobre ella, parece que ya se ha dicho todo y poco tengo que añadir yo, además en este caso no podría ser nada original, ni siquiera ejercer de "enfant terrible", me vuelve loco Tristán e Isolda. Bueno, ahora que lo pienso, sí podría decir una cosa para irritar a los wagnerianos empedernidos: que es la única que conozco en la que puedes prescindir totalmente de seguir el texto, basta con leerse la sinopsis y dejarse llevar.
Desde el enigmático acorde inicial hasta su conclusión el preludio de Tristán e Isolda es uno de los fragmentos instrumentales más famosos de la historia de la ópera, una pieza que tiene identidad propia como pieza de concierto (frecuentemente se interpreta unido al Liebestod, dando lugar a un hermoso título: Preludio y Muerte de Amor), en él se encuentra el germen de toda la música de la ópera, el triunfo del idealismo sobre el materialismo. Que es justo lo que nuestra sociedad necesita ahora más que nunca incluso más allá del puro sentimiento amoroso.
En enero y febrero 1860 Wagner dirige algunos conciertos en París (la ópera no se estrenaría hasta cinco años después). En uno de ellos presenta el Preludio de Tristán e Isolda que provoca desconcierto entre los espectadores, pero también encontrará entusiastas seguidores. En este concierto Wagner explica su preludio así:

"Un antiguo, inextinguible poema de amor original, al que se le dio nueva forma y se reprodujo en todos los idiomas de la Europa medieval, nos habla de Tristán e Isolda. El leal vasallo pide a su rey la mano de aquella que él se resiste a confesar que ama: Isolda, la que lo sigue como novia de su señor, porque debía seguir impontente al pretendiente. La diosa del amor, celosa por la represión de sus derechos, se venga: el filtro que, de acuerdo con la costumbre de la época, la madre de la novia había preparado previsora para el consorte que no se casa con su hija sino por razones políticas, lo hace escanciar por un ingenioso descuido para la juvenil pareja que, al beberlo arde en luminosas llamas y repentinamente confiesa la pertenencia del uno al otro. Entonces no tiene fin la añoranza, el deseo, el placer y los sufrimientos del amor: el mundo, el poder, la fama, el honor, la caballerosidad, la lealtad, la amistad, todo se disipa como un sueño insustancial; sólo vive una cosa: la añoranza, el deseo insaciable que renace de nuevo eternamente, morir de sed y desfallecer; única salvación: muerte, morir, sucumbir, no despertar jamás.
Porque se sintió enteramente en el más propio e ilimitado elemento de la música, el compositor que escogió este tema para la introducción de su drama de amor sólo pudo preocuparse en como limitarse, ya que el agotamiento del tema es imposible. Así pues dejó crecer sólo una vez, pero en un tirón largamente articulado el insaciable deseo, desde la tímida confesión, la más tierna atracción, a través de temerosos suspiros, esperanzas y vacilaciones, reclamos y deseos, placeres, tormentos, hasta hallar la salida hacia el más poderoso embate, el más violento esfuerzo que abre al corazón anhelante el camino al mar de la infinita dicha del amor.
¡En vano! Imponente, el corazón se abate para desfallecer de nostalgia, nostalgia sin logro, ya que todo logro sólo es renovada añoranza, hasta que en último agotamiento de la mirada quebrada, despunta el asomo del logro de la suprema dicha: es el embeleso del morir, del no ser ya, de la última redención en ese reino maravilloso, del que más nos alejamos cuando nos empeñamos en infiltrarnos en él con ímpetu arrollador ¿Lo llamamos muerte? ¿O es el maravillloso mundo de la noche del que, como dice la leyenda, brotó una hiedra y una vid sobre las tumbas de Tristán e Isolda y crecieron en estrecho abrazo?"

Como dentro de poco Zubin Mehta ofrecerá su visión de Tristán e Isolda en el Palau de les Arts me ha parecido oportuno incluir este video del Preludio y la Muerte de Amor  dirigidos por él junto a la Orquesta Filarmónica de NY con la grandísima soprano Jessye Norman como Isolda, la grabación está efectuada en 1989, lástima que haya un corte en el Preludio, la negraza está que se sale. No es extraño que Plácido Domingo deseara grabar su peculiar versión del héroe junto a ella dirigidos por George Solti, al final, no sé por qué razón no se materializó, seguramente porque Domingo no encontró el momento vocal apropiado para hacerlo y después ya era demasiado tarde:




Wagner: Tristán e Isolda 
(versión concierto, 23 y 28 de junio 2012). Jay Hunter Morris (Tristan), Jennifer Wilson (Isolde), Ekaterina Gubanova (Brangäne), Liang Li (Reu Marke), Eike Wilm Schulte (Kurwenal), Karl-Michael Ebner (Melot), Jesús Álvarez (Pastor), Mario Cerdá (Joven marinero).   Coro de la Generalitat Valenciana, Orquesta de la Comunidad Valenciana.  Dirección musical: Zubin Mehta.


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