Revista Diario

El príncipe que nunca fue destronado

Por Sandra @sandraferrerv
Esa expresión utilizada a menudo referente al Príncipe destronado, no me gusta nada. No creo en ella. Cuando me quedé embarazada de Pequeña Foquita había gente que me daba la vara recordándome lo mal que lo iba a pasar Bebé Gigante cuando naciera su hermana y, lo peor de todo, que me lo iba a hacer pagar a mí.
La llegada de un hermano no tiene por qué ser algo negativo. Simplemente es como uno quiera vivirlo y como enseñes a tus otros hijos a vivirlo. Hoy quiero explicaros algunas de las cosas que hice para que Bebé Gigante esperara con ilusión a su pequeña hermana.
Su nombre, lo primeroEsperamos un tiempo hasta que mi embarazo estaba un poquito avanzado para informar a mi hijo de la llegada de un hermanito. Entre otras cosas porque cuando me quedé embarazada, Bebé Gigante tenía poco más de 18 meses y con ese tiempo creo que no podía entender nada de nada. El momento idóneo fue cuando supimos que era niña y su papá y yo le pusimos el nombre. A partir de ese momento le explicamos a mi hijo que mamá tenía un bebé en la pancha y le dijimos que era una niña y cuál sería su nombre.
Éramos conscientes que aun así el niño nos miraba con cara extrañada, pero aun quedaban muchos meses para afianzar los conceptos.
Cuidando la barriga de mamáCada vez que podía me estiraba y le ensañaba la barriga a Bebé Gigante. Le animaba a hablarle a su hermana y a hacerle caricias. En una de esas ocasiones la pequeña se movió dentro de mí y mi hijo se quedó alucinando. Me ponía un chupete en el ombligo (de los muchos que compramos y nunca usó) y decía que así el bebé no lloraba.
La cestita del bebéCogimos una cesta de mimbre y le propusimos, a modo de juego, que la llenara de cosas que podía necesitar Pequeña Foquita cuando naciera. Un cepillo, un sonajero, un chupete, un muñeco... Al final no cabían más cosas en la cesta. Se pasaba el día con la cesta arriba y abajo llenándola de cosas.
Desplazado nunca. Su nuevo papelAntes de que naciera Pequeña Foquita, cuando Bebé Gigante ya había cumplido los dos años, empecé a explicarle que a partir de entonces él sería mi gran ayudante y cuidaría del bebé mejor que mamá.
Al nacer la niña así lo hicimos. Todo lo que hacía con el bebé, lo hacía con mi hijo al lado. Me acercaba los pañales, le dejaba que le pusiera crema, que la acariciara... Aunque puede ser peligroso que un niño de dos años coja a un bebé, nunca nos opusimos a sus deseos de cojerla siempre tomando muchas precauciones.
El príncipe y la princesaCon estos pequeños trucos, conseguimos que nadie fuera destronado ni ensalzado más de la cuenta. A los niños les cuesta entender lo que no ven, por eso usamos estos truquillos con los que intentábamos materializar de un modo u otro la presencia de un ser que él aun no veía. Una vez a nuestro lado, estuvo así, a nuestro lado, convirtiéndose en uno más de la familia, ni mejor ni peor. Todos iguales.

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