Revista Cocina

El problema de fondo que sigue sin comprenderse

Por Luistovar

El problema de fondo que sigue sin comprenderse
"Nuestro error fundamental no está en el hecho de que encerremos a los animales, causándoles soledad y angustia, en que les provoquemos sufrimiento, o en que ignoremos sus deseos. Claro que todo eso está mal, pero no es el error fundamental. Son consecuencias de nuestro fundamental error moral, que consiste en ver a los animales como seres que carecen de valor intrínseco, como recursos para nuestro beneficio."  - Tom Regan
                                                                                                         
A pesar de lo que habitualmente cree todo el mundo, o lo que los propios animalistas se empeñan en divulgar a menudo, el problema en nuestra relación con los demás animales no está solamente en si les causamos daño o en si les hacemos hacemos sufrir. Esto es el punto central que todavía no se sigue comprendiendo.
La cuestión de fondo está en que nosotros no tenemos derecho a utilizar a otros animales para nuestro beneficio. No estamos legitimados en usarlos para nuestros propósitos, sean los que sean. Independientemente de si se les causa daño o sufrimiento. Del mismo modo que no tenemos derecho a utilizar a otros humanos para nuestros fines sin su consentimiento explícito, aparte de si se les causa daño o sufrimiento. No hay razón que justifique moralmente estos actos. Y si no hay una razón entonces significa que al hacerlo nos estamos basando simplemente en nuestro beneficio o capricho.
De hecho, el motivo habitual por el que evitamos hacerles daño, o nos preocupamos por su bienestar, no tiene que ver con ellos mismos, con sus intereses, sino con el provecho que podemos sacar de ellos. Nuestra relación con los demás animales está basada en la utilización que hacemos de ellos. He aquí el problema fundamental.
Utilizar a otras personas (humanas o nohumanas) sin tener en cuenta su libre voluntad, su consentimiento, es tratarlas como objetos. En eso consiste la explotación. Explotación es usar a otros seres como simples medios para nuestros fines. Hacer esto con seres que no sienten, que no tienen conciencia (minerales, plantas, máquinas,...) puede ser aceptable. Pero no lo es hacerlo con seres que pueden sentir y que tienen su propia voluntad e intereses.
Además, tenerlos sometidos a la condición de propiedad es esclavitud. Esclavitud es poseer literalmente a otras personas, es decir, considerarlas propiedades. Este es el estatus que tienen actualmente los animales nohumanos. Todos ellos, sin excepción, son propiedad de los humanos. Y cuando unos humanos son propiedad de otros humanos esto se considera esclavitud. Lo mismo vale para los demás animales. La especie de los individuos es irrelevante.
Si el único problema moral en nuestra relación con otras personas fuera el hecho de causarles daño o el sufrimiento entonces se podría justificar la esclavitud con la excusa de que la esclavitud no siempre tiene necesariamente que causar daño o sufrimiento a sus víctimas. Del mismo modo, también se podría justificar muchos otros crímenes, como la violación sexual, la pederastia y el abuso de menores. Con la misma excusa de que no necesariamente al utilizarles para fines sexuales se les tenga que causar daño o sufrimiento. Pero la cuestión es que utilizar a alguien para nuestro beneficio sin que pueda dar su consentimiento explícito e informado (como es el caso de niños, ancianos, o discapacitados) significa dejar de respetarle como persona para pasar tratarle como un si fuera un objeto de nuestra propiedad. Hacer esto con seres humanos no es aceptable. Pero tampoco lo es cuando se trata de otros animales.
No pongo en duda la preocupación sincera de mucha gente por el bienestar de los animales nohumanos que explotamos. Pero pensemos por un momento si nos parecería justo que otras personas nos tuvieran sometidos de por vida sin tener en cuenta nuestro consentimiento y nos utilizaran para sus propios fines, aunque fuera sin hacernos daño. ¿Nos parecería bien? Y si no es así ¿por qué hacemos a otros aquello que no queremos para nosotros mismos?
Porque la ética no se limita al bienestar. La ética tiene que ver primeramente con el respeto por su valor intrínseco, y con la igualdad. Esto significa que deberíamos respetar a los demás animales exactamente del mismo modo en que nosotros queremos ser respetados. Lo cual implica dejar de utilizarlos, dejar de tenerlos sometidos a la condición de nuestra propiedad. Siempre que no interferimos en sus vidas, los demás animales se constituyen como seres independientes y autónomos que tienen derecho a vivir sus propias vidas en libertad, en sus propios términos. Tenemos que dejar de verles como instrumentos que existen para nuestro beneficio y comprender que ellos son personas, con sus propios intereses, que tienen un valor intrínseco que debemos respetar.
Todos los animales nohumanos que son ahora propiedad de los humanos fueron originariamente secuestrados de su hábitat, donde vivían en libertad, o son descendientes de aquellos que fueron sometidos mediante la coacción. Remediar esta dinámica explotadora y las consecuencias directas de esta injusticia implica que debemos dejar de participar y apoyar el uso de animales nohumanos. Sin importar de qué uso se trate. El primer paso es el veganismo. El veganismo es algo que podemos entender fácilmente (si nos quitamos el velo del prejuicio especista) y que podemos llevar a la práctica ahora mismo, sin esperar a que haya leyes que lo aprueben.
La cuestión de fondo es si vamos a tomarnos en serio a los demás animales y vamos a basar nuestra conducta en la ética. O si de lo contrario vamos a seguir viéndoles como seres inferiores que sólo importan por su valor de utilidad para nosotros. Si elegimos hacer esto último no estaremos actuando de forma diferente a todos aquellos que explotaron, y explotan, a otros humanos. Es la misma mentalidad utilitarista que sólo valora a otros individuos en tanto que podamos utilizarlos para nuestro provecho. No miremos a otro lado cuando queramos ver a humanos que abusan de otras más débiles valiéndose del hecho que son más inteligentes o más poderosos. Mirémonos a nosotros mismos y lo que estamos haciendo a los demás animales.
Por tanto, mientras no erradiquemos de nuestra mentalidad, y de nuestra práctica, la idea de que los demás animales son medios para nuestros fines, no habrá ningún avance sustancial en nuestra relación moral con ellos, y seguiremos sometiéndolos a nuestra dominación.
"Una teoría sensata y coherente sobre los derechos de los animales debería centrarse en solo un derecho para todos los animales: el derecho a no ser tratado como propiedad de los seres humanos." - Gary L. Francione

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