Revista Cultura y Ocio

El puñal. Jorge Fernández Díaz

Por Mientrasleo @MientrasleoS
El puñal. Jorge Fernández Díaz
     "Aquel sábado fue un día realmente duro: después de haber acribillado a cinco o seis en la retirada, un francotirador inglés con una mira infrarroja me paró en seco y me abrió un buraco en la barriga. Fue en el combate de Monte Longdon. Y cuando desperté estaba todo remendado en una tienda de campaña: nos habíamos rendido. Al volver me dieron tres medallas y me encerraron en una sala psiquiátrica del Hospital Militar."
      Es muy difícil no fijarse en esa mirada que parece taladrar, y que ilustra la cubierta de este libro. Cuando pasas por delante, en cualquier librería, se van los ojos a esa mujer de oscurísima mirada y labios rojos. Y, al final, bajo esa atracción, el libro suele terminar en casa. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El puñal.
     Conocemos a Remil, un excombatiente de Malvinas que trabaja para una agencia secreta. Su último encargo consistirá en vigilar a una abogada española que acabará por obsesionarle. Una mujer que parece llegar con intención de buscar empresas para trabajar con vinos, pero cuyas intenciones distan mucho de quedarse ahí.
     Lo primero que llama la atención de El Puñal es el narrador. La historia que nos cuenta el propio Remil, tiene mucho de espontánea cuando en realidad nos relata un mundo oscuro y violento. Una historia dura que habla de política y de amor: de poder. Una relación nada sana y llena de pasión y un mundo plagado de corrupción son los dos pilares en los que se apoya esta historia; pilares que no flaquean y que no conceden tregua alguna al ser humano. al menos no en el Argentina que nos dibuja el autor. Dos protagonistas que no buscan ni van a redimirse, y una ambientación bárbara en la que los argentinismos no suponen un escollo para avanzar son el resto de los ingredientes de esta historia en la que si alguien puede ser corrupto, lo es. Sin treguas ni concesiones.
 En un momento en el que las novelas de narcos parecen estar de moda, el autor salta de las calles y esferas medias a aquellas que son realmente altas para mostrar la parte más oscura de aquéllos que ostentan el poder. Un poder podrido que no tiene ningún reparo en mostrar en una historia que, a ratos, nos suena demasiado por haber leído algo aquí y allá en páginas de noticias. Tal vez sea eso o el tono descarnado que utiliza el narrador, lo que hace que la novela destile realismo por los cuatro costados. Y precisamentente por eso, no tardamos mucho en darnos cuenta de que estamos ante una novela genial. A medida que avanzamos entramos en una historia que no da tregua a un lector que avanza por esa trascienda negra negrísima que dibuja Jorge Fernández Díaz. Una oscuridad que no queda redimida por el amor, porque no es ese tipo de amor el que presenta. La atracción entre Remil y Nuria no podía ser de ese tipo, son dos personajes rudos, curtidos cada uno a su modo; él a golpes, ella en esa otra vida un par de escalones más arriba. Si juntas a ambos... la crueldad y los instintos no pueden tardar en aflorar.
     Dice el autor, y él es periodista, que un periodista solo puede publicar un 10% de lo que sabe. Y si uno coge este libro conociendo esa afirmación, es precisamente cuando lo negro se torna casi estremecedor, porque esa realidad que intuímos se dibuja, y esos personajes que hemos mirado y encontrado en sus páginas empiezan a dibujar sus caras con otros rostros o nombres.
     Una historia francamente buena que ha resultado todo un descubrimiento. Narcopolítica a golpe de letra en una novela que me ha durado apenas un par de tardes. Tened en cuenta este título.
     Y vosotros, ¿cuál ha sido vuestra lectura durante el Puente de la Constitución?
     Gracias
     PD. No olvidéis esta vez leer los agradecimientos, con anécdota sobreactuada incluída.

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