El que siempre está

Todos los años, llegado a este punto, tengo que hacer un alto en el camino y agradecer la labor del equipo humano que hace posible FiSahara. Sin ellos, sin todos los que además de estar, también son -ellos saben a qué me refiero-, nada de lo que sucedió la semana pasada en Dajla sería posible. Españoles y saharauis trabajando codo con codo en el equipo de Producción y asociados (proyeccionistas, subtituladores, talleristas...), luchando contra las adversidades, las que vienen del desierto y las que no, que son las peores.
Me refiero a un equipo humano del que me siento afortunado de formar parte, que me hace sentir orgulloso de lo que hago y de lo que comparto, que nos hace a todos auténticos. Y me niego a dar nombres porque ellos saben quienes son, lo saben perfectamente. Y tampoco les hace falta que se conozcan sus nombres, porque trabajan dejándose la piel por una causa, no por la fama, por un pueblo, no por sí mismos... ni siquiera por un salario.
Pero un nombre sí que tengo que dar, el único que daré, porque es el que ha salido en cien mil conversaciones durante el Festival a pesar de que este año no se ha podido unir a nosotros. Porque es el que nos une, el que nos empapa de su amor por el Sáhara y por el pueblo saharaui, porque es quien ha dedicado su vida en cuerpo y alma a esta causa justa. Porque nunca alguien estuvo tan presente sin estar. Porque es el que siempre está: el gran Pepe Taboada.
Para nosotros, españoles y saharauis, ni es el presidente de CEAS-Sáhara ni es el codirector del FiSahara. Sólo es él, Pepe. Y es irremplazable.
¡Gracias a todos, chicos!