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El querer que callo

Publicado el 01 agosto 2021 por Claudia_paperblog

La boca del estómago me arde y me entran ganas de vomitar desde esa terraza del Raval. Muchas veces, cuando paro, me doy cuenta de que estoy triste. Me duele. Me duele todo. Me duele que se acaben las etapas, me duelen las despedidas. Sé que, aunque nos volvamos a ver, el momento y el lugar que hemos vivido juntos no volverán a ocurrir. No así, no igual, no con los mismos.

Mientras intentamos colocar el móvil en una repisa para hacernos una foto juntos, un vecino aparece en la terraza del edificio contiguo. Se ofrece a sacarnos una foto y, de paso, nos ayuda a distender el ambiente. Estamos nerviosos, ahora sí que se siente la despedida. Hemos vaciado su habitación, las maletas nos esperan en la entrada y nos ha regalado todo lo que no se podía llevar. La almohada que me llevo huele a él, lo echaré de menos.

Le pido que nos dedique unas palabras y, bajo esa luz que parece casi divina, algunos rayos luminosos escapando entre las nubes, nos dice que el agua siempre busca su nivel y sonreímos porque nos quedaremos con muchas de sus expresiones. Y yo lloro y nadie me abraza porque no quieren llorar ellos también.

Y vuelvo a casa cargada de cosas y la gente me abandona y me quedo sola. Y ese sentimiento de soledad siempre vuelve, lo tuve también en Inglaterra y en Melbourne. Los cambios me superan, no me acostumbro a ellos. Y solo puedo hacer que pensar en él, que ya no sé si me quiere o no, que no sé si me dice la verdad o me miente.

En Sant Antoni veo la cúpula amarilla de un edificio y recuerdo que por allí quedé una vez con amigos del Erasmus. Luego volví al piso de J. y cenamos juntos y me hizo el amor. Y hablábamos de todo durante horas y nos acariciábamos y nos cuidábamos. Y eso no ocurrirá de nuevo, no me quedaré a dormir en su piso ni me abrazará. No volveremos a pasear por Barcelona ni compartirá conmigo la cama del piso de abajo. No volverá a ver a mi familia ni a sentirse que forma parte de ella. Sigo echándonos de menos, a pesar de todo este tiempo. Como decía uno de los poemas que le regalamos a Miguel, aunque te diga que te quiero, nunca serás capaz de conocer el querer que yo me callo.

El querer que callo

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