Revista Cine

“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)

Publicado el 03 marzo 2019 por Zangol

Seguramente la mejor película que se ha hecho en España sobre el mundo de la política, aunque ¡ojo! ni es aburrida, ni insondable, todo lo contrario, quizás porque parece más una película criminal o de gángsters como las que hace Scorsesse pero a la española. Está narrada con un imponente sentido del ritmo apoyándose en un argumento que no da tregua, en un montaje que es un puzzle resuelto de manera ejemplar, en conversaciones ágiles sin desperdicio y con varias lecturas, en personajes cuyos intereses se entrecruzan constantemente y modifican el curso de los acontecimientos a cada instante, en una música machacona que marca el ritmo de unos y otros (grandioso reparto) y en un personaje, el de un Antonio de la Torre antológico, que para sobrevivir en la cloaca de la que también forma parte se autoimpone un ir y venir frenético.  Trata de política sí, pero sobretodo de corrupción, de tejemanejes y chanchullos, de la difusión de ello en los medios, algo a lo que desgraciadamente hemos estado muy habituados en los últimos años y que aquí se pone de manifiesto de manera muy realista y verosímil, tanto que (aunque realmente no cuenta hechos reales) podríamos ponerles nombres a los personajes (gran acierto del guión). Todo en ella es excepcional, pero el tramo final posee una fuerza y una capacidad fuera de lo común para atraparte como espectador, algo idóneo para llegar al desenlace con los ojos de par en par, las orejas bien abiertas y la atención conquistada con un objetivo.....que los que han jugado y juegan con nuestras vidas reflexionen de una vez por todas para que el "reino" no se vaya literalmente "a la mierda" que diría Fernando Fernán Gómez.
“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)*****País: Francia, EspañaDuración: 131 minutosGénero: Drama, Thriller, políticaReparto: Antonio de la Torre, Bárbara Lennie, Josep Maria Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Francisco Reyes, Luis Zahera, Andrés LimaMúsica: Oliver ArsonFotografía: Álex de PabloDistribuidora: Warner Bros. Pictures de EspañaProductora: Le Pacte, Atresmedia Cine, Movistar+, Tornasol Films S.A.
“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)
Para mi gusto una gran película es aquella que está bien realizada, que te entretiene y que además te aporta algo. Siguiendo ese criterio yo diría que “El reino” (sin ver todas y con “Entre dos aguas” pendiente) puede que sea la mejor película española del año pasado (2018) y de bastante tiempo.
Aunque trata del mundo de la política y sus tejemanejes por lo primero que sorprende es por su capacidad para engancharte a la pantalla y no soltarte. Lejos de plantear un discurso aburrido o farragoso, lo que consigue la película es interesarte desde el primer segundo y lo hace siguiendo a un personaje, Manuel (Antonio de la Torre), con un puesto destacado y de responsabilidad en un partido político indefinido, que de pronto se ve envuelto en una polémico asunto de corrupción. La cámara de Rodrigo Sorogoyen (y lo destaco porque ésta es una película de “autor” o de director que lo es) capta en una playa a Manuel y a partir de ese momento y con una machacona música de Olivier Arson acompañándole, va siguiendo al personaje en un frenético ir y venir por restaurantes y despachos.
En realidad el argumento es tan atractivo porque cuenta una lucha por la supervivencia en un “mar” infestado de “tiburones” y el protagonista (con el que incluso llegamos a empatizar) se nos gana aunque sólo sea porque los que le rodean son incluso peores que él y lo que realmente hace es bregarse con unos y otros para que la maraña de la justicia que le va atrapando poco a poco no lo haga del todo o no lo haga sin que también queden expuestos esos otros que han actuado como él o peor.
“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)
Sorogoyen construye con su coguionista Isabel Peña un desarrollo con una gran capacidad para quitarte el aliento y plantea una puesta en escena que te lleva de la mano del protagonista desde el primer instante al último deseoso de saber cuál es el desenlace final. Curiosamente, y de eso tiene mucha culpa la prodigiosa interpretación de Antonio de la Torre (¡Ya era hora de que le dieran un Goya!), el espectador se identifica con Manuel aún a sabiendas de que ha obrado mal (¿será verdad eso de que en España todos somos un poco pícaros?) y te sorprendes en el tramo final de película deseando que escape a su suerte. Parece como si se quisiera trasmitir idea de que, en efecto, tenemos los políticos que nos merecemos porque son producto de nuestra propia idiosincrasia, que si el tendero nos devuelve mal nosquedamos las vueltas, pero que no me cobre mal.En ningún momento está exactamente claro qué ha pasado, pero se va intuyendo con cada conversación que hay una trama de corrupción en la que todos los miembros del partido tienen una implicación mayor o menor y se ven salpicados de una forma u otra ¿Os recuerda a algo? Además no se dan nombres, el caso es completamente ficticio y ajeno a la realidad, pero transcurre en España y hay unos tipos con unas señas personales, formas de expresarse y conductas que nos resultan familiares porque recuerdan a políticos reales (gran tanto de guión porque sólo el ir comparando a éste o a ese con aquel o el otro ya es un plus) . Podríamos decir que la película no habla de nadie en concreto pero habla de una realidad que nos resulta conocida.
“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)
Admiro de Sorogoyen no sólo la habilidad para tejer un argumento de la complejidad que tiene éste (entiendo que en eso el tándem con Isabel Peña ha sido muy fructífero), sino la capacidad para convertirlo en una montaña rusa narrativa y también el tino para hacer una puesta en escena tan efectiva, tan trepidante, tan atractiva para el espectador. Por eso me parece tan buena esta película, porque está muy bien hecha, porque se intuye un gran trabajo detrás, porque todos sus aspectos están cuidados hasta el detalle, pero también porque resulta apasionante e hipnótica y sobretodo porque te hace entender a la perfección cómo funcionan ciertas cosas en tan sólo dos horas y porque lanza un grito al aire al final que pretende concienciar a quién debe hacerlo.Evidentemente una película así no puede funcionar sin un gran reparto y lo tiene, con una nómina de grandes actores que están a cada cual mejor, pero en el que el ya mencionado Antonio de la Torre, Josep María Pou y Ana Wagener están “mundiales”.
He leído alguna crítica a la que no le convence tanto el tramo final como el arranque, pero yo no podría ponerle peros a nada porque me parece una película prácticamente perfecta. Es decir, puedes querer contar lo que cuenta de otra manera, pero no atisbo cómo hacerlo. La media hora final, que adopta hechuras de thriller, me parece necesaria tal como está y consecuente con lo que se nos cuenta al principio porque Manuel se siente tan atrapado que ya va a tumba abierta y metafóricamente viene a ser el descenso en picado por la montaña rusa después del progresivo ascenso hasta el punto álgido. Sorogoyen resuelve la narración con una sucesión de escenas adrenalíticas que culminan en una situación límite con los medios de comunicación entrando en escena (que también hay que hablar de ellos si queremos diseccionar adecuadamente la realidad que se nos sugiere).
El final y la moraleja es una invitación a la cordura. Realmente importa poco qué le pase a éste o aquel, que han cavado su fosa con un comportamiento indecoroso y moralmente reprochable, máxime cuando la política está al servicio de los demás y no al contrario, lo importante es asumir que es imposible cambiar nada y mucho menos “salvarse de la quema” si no se actúa de una manera honrada y ética. A veces hay que gritarlo para que los responsables se sientan aludidos.
Obtuvo 13 nominaciones en los premios Goya (película, dirección, actor principal, actor de reparto, actriz de reparto, actor revelación, guión original, música, fotografía, dirección de producción, montaje, sonido y efectos especiales) y ganó 7 (dirección, Antonio de la Torre como actor principal, Luis Zahera como actor de reparto, guión original, música, montaje y sonido).
“El reino” (Rodrigo Sorogoyen, 2018)

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