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El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.

Publicado el 04 septiembre 2010 por Esbilla

… el cine de Sergio Leone constituye un mundo cerrado que genera su propia lógica

El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.
Esta cita extraída de la página 33 del segundo (porque es otro) libro que a Sergio Leone le dedicó en 2009 Carlos Aguilar, resume, a mi entender la entraña de la tesis sobre la que gira la obra: la construcción de un cine original con piezas provenientes de distintos ámbitos que, en base a un genio purísimo, solidifican en algo no ya nuevo, directamente insólito, literalmente nunca visto.

El western norteamericano ritmado en japonés y rebozado en cinismo italiano, el mito, mitificado, lo legendario, destilado, la fábula, irónica y consciente de si misma. La muerte, la burla, el rito. Fetichismo del objeto, del icono, de la imagen. Estilización absoluta sacudida por una música aberrante que terminará en intenso lirismo y muerte otra vez, pero ya sin comedia, solo con melancolía y crepúsculo. Memoria de cinéfilo reinventada, el tiempo retorciéndose sobre si mismo, ¿cuánto dura un acción, un momento en el cine de Leone?, tempo líquido que toma la forma de su recipiente, el segundo eterno, la elipsis de una vida. Sincretismo cinematográfico de mil creencias y una sola forma que es baile de opuestos finalmente: “Consiste en compaginar, dentro de la misma armonía formal e interna, la solemnidad y la picaresac, la ritualidad y la igniminia, el fatalismo y el escepticismo, la épica y la rapacidad, la exlatación y el desengaño, la farsa y la tragedia, el naturalismo y la fantasmagoría. Honrando todos y cada uno de estos elementos, respetando sus propiedades y exigencias, sirviéndolos con acierto e inventiva. Creando apartir de la fricción entre ellos genuina sustancia dramática, magnífica vitalidad cinematográfica”

El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.

"No nos interesa el futuro"

Estoy tentado en afirmar que este es el mejor libro de Aguilar que he leído, tanto que compararlo con su primera aproximación hace más de dos décadas al maestro romano me parece de una crueldad sentimental excesiva. Aquel volumen significó mucho para el autor porque fue publicado antes de muchas cosas y de muchas reivindicaciones. Lo popular entraba, literalmente, en la cátedra (así lo contó). Así que los que ya tengáis aquel libro y no os decidáis por razones más cercanas al cariño que a otra cosa, simplemente

El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.

""!Agachate , maldito" nunca debió rodarse. Su existencia apenas sirve más que apra dar la razón a los detractores de Leone"

apartadlas y pensad que esta es una obra diferente. Más ambiciosa, es evidente, mejor, también. A la laboriosidad del historiador, a la pasión del cinéfilo, al rigor del crítico se añade el oficio del escritor. Entre un Leone y otro media un océano de veinte años de letras puestas en el orden correcto.

Estructurado en tres grande bloques simultáneamente autónomos e interdependientes, Un autor, un estilo, múltiples obsesiones, Una vida consagrada al cine, Siete películas, que abrcan, por así decirlo, el subtexto, el contexto y el texto de la obra (y vida) de Leone pero no se reparten de manera exclusiva sino que, cada uno de estos niveles aparece en mayores o menores dosis, infiltrado en los diferentes apartados, atravesando el estudio de parte a parte, en un constructo interpretativo/informativo tan intrincado en abstracto como sencillo en su resolución práctica.

El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.

"Nunca había visto morir tanto y tan estúpidamente"

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Si es cierto que yo he creado un nuevo tipo de western es Ennio Morricone quien la he dado vida"

El tercer capítulo es el que menores variantes presenta con respecto al editado en 1990 y destaca por el bien entrenado músculo para la síntesis crítica del autor. Mientras, el segundo, resulta ser prácticamente nuevo, con una ordenación historicista que ensambla armónica (y narrativamente) la evolución vital y autoral de Leone con la minuciosidad en el desglose de la gestación de sus películas (especialmente apasionante resulta la manera decidida en la que Aguilar penetra en el zarzal de coproductores, derechos, negocios,… con el objetivo de clarificar un época en la que, lo “poco claro” era ley). Vertiginoso y absorbente, resulta el capítulo más contado, aquel en el que brilla el talento del escritor antes referido. Rico en anécdotas, torrencial en datos que, sin embargo, nunca abruman, apasionante de leer y de seguir, en definitiva.

El rellume VI: “Corrientes circulares en el tiempo”, Carlos Aguilar volviendo a Sergio Leone.

"Tenía nariz de águila y los ojos de Van Gogh"

Dibuja una panorámica del cine y la Europa de la época por igual pintoresca y corrosiva, enamorada y lúcida. En este segmento se agradece además una de las mejores decisiones técnicas del libro: su abierta polifonía.

Aguilar intercala las voces de otros entre al suya propia, sin sombra de ego, no solo explicita sus fuentes (como en él es habitual la bibliografía es exhaustiva), sino que las deja expresarse libremente, en cierta manera de modo análogo a como insiste en la importancia capital de los más estrechos colaboradores del director en la creación de su cine diferente. Principal, pero no exclusivamente el compositor Ennio Morricone y el diseñador, decorador y figurinista Carlo Simi. Asi, se hace a un lado cuando piensa que, sencillamente, alguien va a decir cualquier cosa mejor de lo que lo haría él mismo.

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"Mis películas son fábulas y las fábulas no pueden contarse con candidez"

Este recurso que agiliza y enriquece enormemente la lectura en este bloque central resulta casi superior en el primero. Más arduo profundamente reflexivo,abiertamente hermenéutico (y tan sobresaliente en su claridad de ideas y perfecta exposición de las mismas que justifica la compra del libro por si mismo), penetrante, progresivamente complejo y por ello mismo absolutamente entendible. Montado en base a capítulos que se retrotraen los unos a los otros constantemente, Aguilar desmonta a Leone pieza a pieza durante 80 páginas de intenso careo durante las cuales, imágenes, diálogos y música retumban en la tinta y recorren el cerebro. Todo Leone, todo Aguilar.


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