Revista Cultura y Ocio

El renacer de Grimbergen llega a Madrid

Publicado el 04 mayo 2015 por Noemi Megustamibarrio @megustamibarrio

Grimbergen renace y trae sus tres nuevas cervezas a Madrid. De la mano de Mahou-San Miguel, su distribuidora en España, la cerveza de abadía más renombrada presentó sus nuevas Blonde, Double Ambree y Blanche con las que establecerse de nuevo con fuerza en el panorama cervecero madrileño. Un momento perfecto si se tiene en cuenta cómo está creciendo el gusto por las cervezas especiales, porque los consumidores cada vez tenemos más en cuenta cómo y en qué gastamos nuestro dinero.grim02

A 1600 kilómetros de Madrid, cerca de Bruselas, se encuentra la abadía de Grimbergen. Fundada en 1128, la abadía norbertina de los monjes blancos fue destruida en tres ocasiones, en 1143, en 1566 y en 1796, con la Revolución francesa. Siempre reconstruida, los monjes tomaron como símbolo el fénix, el ave que resurge de las cenizas para representar ese afán por seguir adelante. La cerveza de abadía más vendida vuelve por tanto reinventada, recogiendo toda la experiencia y pericia de la Edad Media, cuando se crearon las recetas tradicionales, y el gusto de los nuevos tiempos.

La semana pasada, dos monjes blancos, el abad Erik y el padre Karel nos presentaron estas tres nuevas reinvenciones de las cervezas a un grupo amplio de medios y bloggers y con la pericia del sommelier Gabriel Villalobos participamos en una cata con maridaje de las cervezas.

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Os contaré que, según Villalobos, esa costumbre nuestra de beber la cerveza a punto de hielo estropea la bebida, que “ni sabe ni huele y embota el cuerpo”. El hielo le va mal en todas las posibilidades porque Villalobos también cargó contra los vasos fríos del congelador porque “rompen la espuma y huelen a lo que tiene el aparato dentro. Si los dejáramos calentar, olerían a carne, a pescado y al tiempo que hace que no se limpia”. Vaya, que si es en tu casa, todavía ni tan mal pero que no te bebas la cerveza en una jarra que huele a bayeta de bar. ¡Ah! Y el vaso de caña se enjuaga de nuevo antes de servirla, para que no queden restos de jabón.

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Porque las cervezas, como los vinos, según Villalobos, tienen su temperatura. La Blonde es una cerveza afrutada, con mucha influencia de la manzana, recuerda casi a una sidra. Según el abad Erik, marida bien con pescados y anchoas pero nosotros la probamos con una pastela marroquí, un poco dulce, que le quitó acidez a la cerveza. 

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La Double-Ambree, la más auténtica por la receta de elaboración, lleva escondido un mito detrás. No es una cerveza de doble fermentación como se suele creer, nos explicó el abad Erik. Resulta que las cervezas de abadía no pagaban impuestos en la Edad Media, con lo que los monjes tenían mayor poder adquisitivo para comprar los mejores ingredientes para sus preparaciones. Los que la probaban decían que era una cerveza doble pero por “doblemente buena”, denominación que cuajó aunque mal interpretada. Ahí queda la anécdota. Esta variedad es la más apreciada en España, la que más se consume porque es acaramelada y jugosa, con aspecto tostado. Su aroma recuerda al de la carne asada y por eso, marida bien con el jamón o con un rico roastbeef que probamos en la presentación. 

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Por último, la Blanche es la más clara y rubia, se elabora con grano de trigo. Es fresca y algo picante, ideal también para el pescado o el marisco. El abad Erik se decantaba por las gambas. Es la más ligera y sencilla de beber.

Cerramos la mañana con una sorpresa, porque lo que creíamos una librería de atrezzo se convirtió en una puerta que dio paso a una sala en la que terminar la mañana con estas cervezas, de grifo, y más tapeo. No me llevé a casa cervezas pero sí unas cuantas ideas sobre cómo consumir otras bebidas en la mesa, para que mis comidas y cenas sean más variadas. ¿Vosotros coméis con cerveza, con vino o con agua? ¿Os atrevéis con una de abadía?

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*Post patrocinado


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