Revista Historia

El risueño y eterno túnel entre Atocha y Chamartín

Por Ireneu @ireneuc

El risueño y eterno túnel entre Atocha y Chamartín

Antigua estación de Atocha

Debido a la peculiar orografía de Madrid, la conexión ferroviaria de la capital del Estado con el resto de España siempre ha sido un tanto dificultosa. Diversas vías circunvalan la villa y corte, pero es justamente por estar en una meseta que las estaciones quedaban a una cierta distancia del centro, al aprovechar los valles de los ríos circundantes para llevar el tren por el camino más fácil. En los años 60, la construcción de la estación de Chamartín y de un túnel que la comunicaba con la estación de Atocha, arreglaron en parte el problema. No obstante, este túnel llama poderosamente la atención por como se le ha bautizado popularmente, ya que prácticamente se ha vuelto la denominación oficial: El Túnel de la Risa. ¿Porqué de este peculiar nombre? ¿Qué tenía de divertido un túnel de conexión entre dos estaciones de tren? Le invito a seguir leyendo; intentaré explicárselo brevemente.

El risueño y eterno túnel entre Atocha y Chamartín

El Conde de Guadalhorce

A principios del siglo XX, en plena dictadura de Primo de Rivera, la construcción de vías férreas que uniesen todas las zonas de España se había vuelto una prioridad absoluta. En esta situación, el Ministro de Fomento (Rafael Benjumea y Burín, Conde de Guadalhorce) en 1926 promovió toda una serie de nuevas líneas de ferrocarril que complementarían las ya existentes (ver Baeza-Saint Girons, el fallido corredor central español). Madrid, como centro radial de la red ferroviaria española, también se vio beneficiado con la construcción de un ramal que llevara directamente hasta Burgos, pero el advenimiento de la 2ª República en 1931 paralizó gran parte de todas las obras previstas.

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Indalecio Prieto y la red prevista

En 1933, el entonces Ministro de Fomento, el socialista Indalecio Prieto, decidió retomar la planificación ferroviaria de años anteriores que afectaban a Madrid, pero se encontró con un pequeño problema: si se llevaba a cabo, la ciudad quedaría encorsetada en todo su perímetro por las vías y por zonas industriales que aprovecharían la proximidad del tren. Ello impediría el crecimiento urbanístico de la capital hacia el norte y, acabaría asfixiada por su misma necesidad de expansión económica. ¿La solución? La construcción de un túnel que conectara directamente Atocha y la proyectada estación de Chamartín, al norte de la ciudad.

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Corte en planta del Túnel de la Risa

La obra consistiría en excavar una galería de 7'3 kms de largo que uniría  el barrio de Atocha (al sur) con el entonces pueblo independiente de Chamartín de la Rosa y dispondría de dos estaciones intermedias, una en Recoletos y otra en Nuevos Ministerios, salvando los 112 metros de desnivel que hay entre la zona de Atocha y la de Chamartín. En principio, la cosa pintaba bien, pero la convulsa vida política de aquella época era de todo menos plácida (ver Straperlo, la ruleta que hizo caer el gobierno de España).
En esta tesitura, los partidos de la derecha, y con ellos sus respectivos diarios acólitos, se encontraban en pleno "me opongo" a todo lo que provenía del gobierno de coalición de izquierdas que estaba en el poder. El hecho de que fuera un beneficio para la ciudad era lo de menos, ya que lo que primaba era el desgaste del gobierno con un ataque frontal a la iniciativa. Por ello y porque, de todas maneras, el conservadurismo extremo no llevaba demasiado bien las innovaciones, se empezó a llamar despectivamente el proyecto de túnel Atocha-Chamartín de "tubo de la risa". Pero...¿qué era un "tubo de la risa"?

El risueño y eterno túnel entre Atocha y Chamartín

El Tubo de la Risa

El Tubo de la Risa era una atracción de feria muy famosa en la época en la que un cilindro convenientemente acolchado, de unos dos metros de diámetro por cuatro de largo, situado sobre unos cojinetes, giraba sobre si mismo como si fuera el tambor de una lavadora. En esta atracción, la gente tenía que ser capaz de atravesarlo de punta a cabo manteniendo la verticalidad, cosa que, al estar en movimiento, era harto imposible, produciéndose escenas de caídas hilarantes. Entre esta moda y el hecho de que el túnel Atocha-Chamartín tenía una cierta forma de tobogán al tener que superar el desnivel, el relacionar uno con otro era simple cuestión de tiempo... y mala leche.

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Salida Norte del túnel

Sea como fuere, el proyecto se empezó a construir, (en 1933 se hicieron las explanaciones en Chamartín y la estación de Nuevos Ministerios se construyó en 1934) pero parones por filtraciones, las vicisitudes de la Guerra Civil y la durísima posguerra, hicieron que las obras se eternizasen, lo cual, hizo que la gente dijera que las obras estaban "muertas de risa". Ello, sumado al peyorativo "tubo de la risa" acabó por fijar el mote a la infraestructura.

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Estación de Chamartín

Retomadas las obras durante el franquismo, el túnel se inauguró finalmente en 1967 -un año antes de la puesta en funcionamiento de la línea Madrid-Burgos-, generalizándose a partir de los años 70 el apelativo de "Túnel de la Risa", en sustitución del hasta entonces peyorativo "Tubo de la Risa", y que es con el nombre en que se le conoce en la actualidad.
Después de este túnel, se construyó otro que se inauguró en 2008 y aún está en construcción un tercero que tendrá que llevar el Tren de Alta Velocidad siguiendo un trayecto similar. Eso sí, los plazos de entrega de este tercer túnel Chamartín-Atocha, se están alargando de forma alarmante. Normal; es lo que tiene ser digno sucesor de un "Túnel de la Risa" primigenio que tardó, nada más y nada menos que 34 años en construirse.
Para morirse de la risa.

El risueño y eterno túnel entre Atocha y Chamartín

El Túnel de Atocha a Chamartín, un tubo muy risueño


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