Revista Diario

El ritual de la papilla

Por Desmadreando @desmadreando

Yo fui de la generación que creció gracias a la papilla fortificada de la abuela española con sesos, hígado y toda víscera asquerosa cuyo fin era que crecieras fuerte, sanote y fueras un bebé rechoncho. Gracias a Dios, hoy han dictaminado que por la cantidad de hormonas es mas perjudicial que benéfico incluir vísceras en las papillas de los niños, por que si no directamente hubiese sido madre potito.

Cuando era pequeña,de vez en vez me daban de postre un Gerber- marca de potitos que para mi desgracia no existen en España puesto que seguiría inguyéndolos-de plátano o de mango- y que todo niño mexicano degustó y utilizó para aprender biología.

El ritual de la papilla

Los potitos en México no sólo alimentan sino que enseñan: el recipiente de vidrio lo utilizábamos para sembrar el famosísimo frijolito y verlo crecer . Además el potito nos dotaba de nuestro primer instrumento musical, pues con la tapa hacías clic clic clic clic clic hasta llevar a tu madre al borde de la desesperación.

Esta marca de potitos son tan socorridos, que incluso en los ochentas se hizo la promoción de buscar al niño Gerber- aquél que fuera embajador de la marca para que las amas de casa vieran que la papilla industrial alimentaba igual que la casera.

El ritual de la papilla

Me mude a España- aún sin hijos- y comencé a ver como crecían mis sobrinos de este lado del charco. Siempre me ha sorprendido la cantidad de comida que se les da a los niños por acá, por eso están como están: rechonchos y hermosos . En México no solemos tomar merienda. Vamos, de vez en vez te tomas un chocolate o algo para engañar el hambre, pero yo alucino con el tarrote de papilla de frutas, el bocata de nutella o de chorizo o ambos. ¿Qué se le va hacer? Mi hija es española y comerá meriendas.

Mis cuñadas de acá son de las de dar teta y después cuando toca introducir alimentos ellas hacen su propia papilla. Y yo que ilusamente pensaba: ¡que horror! tan fácil que es ir al súper y comprar comida para bebés ¡y voilá! que ganas de complicarse…

Y en eso me embaracé, y en eso nació la Critter, y mi madre quiso meterle vísceras en contra de lo que dijo la pediatra, y comencé hacer papillas traicionando la Thermomix con la Minipimer, y pensé que sería de las que congela para no estar cocinando diario- (tranquilas que no lo hago soy de las de cada tercer día y si alcanza llego hasta el cuarto)… y confieso que el ritual de la papilla da placer. Si como lo oyen. Da un gustito morboso pues es el momento del silencio: es ordenar, es pensar, es lavar, es cortar, es colocar, es hervir, es triturar al grado de espesez que no provoque arcadas, es ir variando e introduciendo colores, es—RELAJANTE.

¡Quién me iba a decir que mi terapia iba a ser hacerle la papilla a mi Critter! Lo mejor de todo es que las devora, lo peor de todo es que no hay marca de potito que le guste sólo las Gerber.  He probado todas, todas, todas y nada. Una cucharada y a la siguiente va todo pa afuera.

Y ahí si nos jodimos todos , me olvido de la practicidad de hoy hay “potito de comer” por que sólo traje 5 frascos de México para urgencias: uno que directamente fue devorado en el avión, y de los cuatro que quedaban mamá se los comió…

Así que potitomadeinhome es el que mola mogollón…

Y yo me trago el cuento de Juan pimiento que cocinar a las 12 de la noche para 4 días de puente en Asturias es relajante, pero ¿a qué por un momento se lo creyeron? ¡a qué si!

:)


El ritual de la papilla
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