Revista Regiones del Mundo

El samurái vagabundo

Por Lagunamov @Lagunamoc
Esta entrada va a ser un poco diferente de las demás. Hace unos meses me acabé la novela de "Musashi" y me gustó tanto que creo se merece una entrada en este blog. Además, la novela tiene mucho que ver con el tema de los viajes, al fin y al cabo, Miyamoto Musashi se hizo famoso por ser un samurái nómada que buscaba la sabiduría en cualquier punta del país nipón. Así que no está del todo injustificada esta entrada. ¿Y qué cojones? Es Sant Jordi!
A principios del siglo XVII, Japón entró en la era Tokugawa (la última antes de que se abriera a occidente), una era en la que el pueblo japonés supo por primera vez lo que significaba la palabra paz y en la que sus ciudadanos dieron lo mejor de sí para tirar de un país que, gracias a sus numerosas guerras, nunca se había planteado el progresar.
Hasta ese momento, los que estaban siempre bien vistos y favorecidos por las clases altas eran los samuráis, pero si los países progresan es por sus ciudadanos y no por sus soldados, esto es un hecho que el gobierno Tokugawa sabía y por ello, cuando llegaron al poder durante este período, los samuráis se vieron perjudicados , ya que al verlos como innecesarios, el shogunato iba reduciendo sus derechos y sus privilegios mientras que favorecían a los comerciantes y mercaderes, los que eran vistos como los verdaderos protagonistas del progreso y quienes, de hecho, llevarían la Restauración a este imperio años más tarde.
Como consecuencia de esta ideología que tenían los gobernantes, cada vez eran más los samuráis que abandonaban sus votos o que se quedaban sin amos. Japón estaba viviendo el preludio del conocido ocaso de los samuráis, y los rõnin (samuráis errantes) vagaban por todo el país buscándose el pan como podían, obviando sus antiguos valores y actuando muchas veces de forma poco honrosa.
Pero siempre hay excepciones y, al inicio de esta era, encontramos a un rõnin que todavía creía en el camino de la Espada y en la vida samurái, un guerrero que viajaría por todo Japón en busca de la sabiduría y la iluminación perfecta, un hombre que pasaría a la historia como el samurái más famoso de todo los tiempos... Su nombre era: Miyamoto Musashi (1584-1645).

El samurái vagabundo

La vida de Musashi ha sido varias veces adaptada en diferentes medios. Esta imagen pertenece a su adaptación al manga "Vagabond", de Takehiko Inoue


Musashi, de Eiji Yoshikawa (dividida en tres volúmenes en la edición de Quaterni), nos narra las aventuras de este singular personaje. La obra empieza con Shinmen Takezõ, un joven con un espíritu indomable que acaba de ser derrotado en la batalla de Sekigahara, la escaramuza que dio luz verde a que Tokugawa Ieyasu estableciera lo que fue el último shogunato.
Tras esta derrota, de la cual Takezõ sale vivo de milagro, el chico llega a su pueblo a natal y es recibido como un villano. Allí conocerá a Takuan, un monje que le salvará la vida y que le hará ver que su espíritu pasional ,si no es controlado ,le llevará directamente a una muerte prematura. Tras una serie de sucesos , el devoto encerrará a nuestro protagonista durante 3 años en una habitación llena de escritos de los grandes sabios para que este aprenda a domar a su espíritu y consiga ser libre de sus pasiones.
Al salir, Takezõ adoptará el nombre de Miyamoto Musashi, en honor a sus ancestros y a su pueblo natal, Miyamoto, y se propondrá con absoluta determinación dominar el camino de la Espada y ser un auténtico samurái. Entonces, empezará un viaje por todo Japón que le cambiará y le convertirá en leyenda.
Esta vez, la narrativa histórica tan típica del autor, la cual se suele caracterizar siempre por su acertada fusión de elementos del imaginario japonés con sucesos documentados, nos cuenta este peregrinaje. Durante esta epopeya, Musashi vivirá muchas aventuras extraordinarias: se enfrentará a una escuela entera, salvará a aldeas de terribles bandidos, se convertirá en agricultor e incluso será el maestro de su propia técnica con la espada(el Niten Ichi Ryu, el cual combina una katana y un wakizashi)... Pero estas “anécdotas” son una mera excusa para exponernos una historia mucho más trascendental y actual. El relato nos narra el camino que ha de seguir un espíritu imperfecto para alcanzar la madurez.
La brillantez de este clásico japonés reside en su dualidad. Por una parte tenemos un viaje físico, lleno de aventuras y de combates que nos dejan más de una vez con la boca abierta y, por otra parte, tenemos un peregrinaje espiritual que nos presenta el drama de la eterna lucha entre cuerpo y mente, un tema que siempre ha interesado a la raza humana.
Las vivencias por las que pasa el aspirante al camino de la espada durante todo su periplo son fascinantes. Tienen su componente de amor (gracias a la joven Otsu), de diversión (de la mano de sus discípulos y de Hanamachi) y, sobretodo, de emoción (los duelos con las famosas escuelas del país o las batallitas con Kojiro). Además, Yoshikawa nos presenta un Japón que está cambiando y nos da clases de historia cada vez que Musashi pasa por una nueva ciudad o campo. También intenta concienciar de que aquellos tiempos fueron más difíciles que fáciles para aquellos que no eran favorecidos por el haber nacido en una clase social en vez de en otra.

El samurái vagabundo

Ilustraciones antiguas sobre Musashi

Todas las aventuras en las que se ve envuelto el autor de “El libro de los cincos anillos” están escritas de una forma tan brillante, muy atenta a los detalles , que hará que no nos podamos despegar hasta que lleguemos al final, y esto es muy importante en una novela tan extensa como esta. Esta parte “física” del relato es entretenida, divertida y excitante.
Pero para que algo sea perfecto lo tiene que ser en todos sus aspectos. Y la parte “mística”, este viaje espiritual que está presente en cada página, también logra alcanzar la excelencia. El objetivo de Musashi es expuesto en casi todo momento del periplo y este es sencillo, quiere conseguir la iluminación perfecta, dominar el camino de la espada. Esto solamente es posible si consigue la fusión de su espíritu con el universo, es decir, si puede desprenderse de su parte salvaje e infantil y elevarse a un estado de sabiduría absoluta.
Cualquier duelo que acepta el protagonista tiene un motivo que está relacionado con el camino de la espada. Algunos están vinculados con el honor, otros con la templanza y otros con el amor. Los diferentes caminos que puede escoger este rõnin en la vida son elegidos a vista de perfeccionar su alma.
Pero nadie le asegura que una vida dedicada a perfeccionar el espíritu sea mejor que aquella que es dedicada a moldear el cuerpo, por ello, tenemos a un rival que está presente durante toda la obra y que es, en muchos aspectos, la antítesis de Musashi: Sasaki Kojiro. Este personaje sirve para plantear indirectamente esta problemática que nos plantea qué tipo de vida ha de prevalecer sobre otra.
Kojiro posee una técnica inigualable y envidiada con la espada, pero es un joven obstinado y que en un comienzo solamente quiere fama y reconocimiento. Con estos principios no es difícil imaginar que sus encuentros con Musashi no serán “pacificos” y desencadenarán en una rivalidad que ambos deberán superar si quieren convertirse en una leyenda, ya que Japón es demasiado pequeño para tener a dos genios espadachines como ellos en un mismo período.
Todos los personajes de la novela sirven para que veamos un contraste entre el carácter de Musashi y el otro. Si elimináramos todas las hazañas que consiguió el protagonista en vida, el libro sería un mero tratado muy parecido a los de ética de los grandes clásicos. Esto es lo que hace grande a la novela, tiene un gran componente filosófico escondido entre las letras que relatan las grandes hazañas del rõnin. Representa la fusión perfecta entre las aventuras y la filosofía samurái. Nos hace reflexionar sobre los valores y sobre cómo uno debe encaminar su vida.
Además, el estilo de Yoshikawa encandilará a los amantes de la cultura japonesa. Su estilo no es tan pausado y psicológico como el del resto de japoneses a los que estamos acostumbrados. La escritura es directa (dentro de lo que cabe esperar de un autor oriental) pero también se toma tiempo para trasladarnos la belleza de la naturaleza de Japón. En sí, es un libro de aventuras y de viajes, pero está lleno de poesía y de reflexión.
Yoshikawa tiene la habilidad de pasar de un combate a una poesía sin que lo notemos o nos parezca forzado, de su mano brota la belleza y la crueldad por partes iguales. Es un autor atemporal que incluso fue condecorado con uno de los mayores premios a los que un japonés de letras puede aspirar (el Cultural Order of Merit).
Por poner alguna crítica, diría que no deja bien claro qué elementos son inventados y cuales son reales. Aún así, si uno investiga un poco la vida del protagonista puede diferenciar entre lo que pertenece a la leyenda y lo que no. Aunque tampoco es justo criticar este aspecto del autor, ya que él no intenta en ningún momento ser 100% fiel a la realidad y en todos sus escritos anteriores deja clara su intención.
Si os gusta la literatura japonesa no podéis dejar pasar esta novela, ahora mismo estáis de suerte pues la editorial Quaterni la publicó hace unos pocos años en nuestro país con una edición excelente, la cual divide la obra en tres libros. Todos ellos contienen una introducción fantástica que nos sirve para dar contexto al trabajo de Yoshikawa y un mapa del Japón de aquellos tiempos para que nos podamos situar mejor.
Para acabar, dejadme cerrar la entrada volviendo a recalcar esta excelente unión entre lo espiritual y lo físico de la que hace gala la novela. Musashi representa lo que toda buena novela debería de ser: un puente que una el ocio con la intelectualidad.

El samurái vagabundo

Musashi al entrar en batalla

En la actualidad, una vida cómo la de Musashi puede resultar atractiva para algunos pero muy sacrificada y loca para muchos otros... Carpe Diem le llaman.
Hace poco, estaba hablando con una persona cercana a mí y la conversación llegó a un punto en el que empezamos a divagar sobre la vida. Algunas cosas suceden, otras no, los amores vienen y van, las anécdotas y las vivencias se quedan para la hora del café y lo que al final te queda e importa eres tú, tu conjunto como persona y, si tienes suerte, otra persona que valga la pena a tu lado. Aunque por encima de todo esto,está tu conocimiento sobre la vida y sobre tu yo.
Musashi entendía así la vida, un viaje de aprendizaje y por eso se dedicó a viajar por todo el país y a vivir todas las situaciones posibles. No me parece ninguna locura, sino amor a la vida. Aunque si tengo que poner un pero en su forma de verlo todo, está en que su mayor error fue el pensar que ese viaje tenía destinación, que uno podía ser perfecto y completamente sabio, que el camino de la espada tenía final. Esto le provocaba frustración y rabia en ocasiones. La vida puede ser un viaje como él creía, pero si es así, os aseguro que este no tiene final, solamente horizonte. Hasta otra!
"¿Quién conoce el corazón del mar a 100 pies de su superficie? ¿Quién conoce su profundidad?"&version;

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