El ser humano es un animal social

El ser humano es un animal social

Nacimos y morimos acompañados. Hemos sido educados para vivir rodeados de nuestros semejantes de manera que evitamos la soledad, mal que aborrecemos. Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha vivido y vive, mejor dicho convive, con otros miembros de su especie. Hasta tal punto que cuando estamos solos, nos sentimos vacíos. Desde pequeños se nos enseña a convivir en grupo, salir en grupo, celebrar en familia (otro grupo) y trabajar en grupo. La sociedad de la que formamos parte, forja nuestro carácter y nuestra interrelación con el prójimo modifica nuestra conducta. El grupo, esencia primaria de la sociedad, es nuestro núcleo básico de convivencia. Sin el grupo no somos nadie. En función del grupo que nos rodea, actuamos de una u otra forma.

Como dijo Jean-Jacques Rousseau, el ser humano es bueno por naturaleza y está en sus manos actuar bien o mal. Es evidente que la sociedad en que convivimos determina nuestro carácter y nuestras acciones (lo que se llama determinismo social) sin embargo, siempre está en nuestras manos salir del sendero marcado y crear nuestro propio camino a la felicidad. El entorno nos influye aunque siempre tenemos una gran influencia en nuestra forma de vivir la vida, el bien más preciado que poseemos. Una persona nacida en Pedralbes está marcada por su entorno pero no tiene porqué ser un pijo, igual que la hija de militares puede ser pacifista. El contexto social en que nos movemos forja nuestra carácter y la manera en que nos relacionamos pero no tiene porqué determinar obligatoriamente nuestra manera de ser; siempre queda un espacio para poder elegir qué camino tomar.

El ser humano es un animal social y para sobrevivir en esa jungla que a veces se convierte la sociedad, muta su aspecto como un camaleón para adaptarse mejor al entorno. Es una reacción innata sin embargo, lo que debe hacer es mantener su personalidad y su independencia.