Revista Cultura y Ocio

el síndrome de Belén Esteban

Por Aceituno

Una de las veces que volví a España tras un par de años de viajes, me topé con un fenómeno nuevo de tremenda potencia mediática y tremendo impacto social. Me estoy refiriendo a la aparición en todo su esplendor de ese engendro televisivo llamado Belén Esteban. Nunca pensé que escribiría ese nombre, y mucho menos en este blog, pero hay una reflexión que me ha impulsado a hacerlo. Se trata del “síndrome de Belén Esteban”.

Los lectores de fuera de España imagino que no sabrán quién es Belén Esteban, bendita suerte que tienen y ni falta que les hace saberlo. Digamos que es una señora muy fea, que grita mucho al hablar y que presume de ser una ignorante porque, pobrecita ella, no pudo tener acceso a una educación de calidad por ser una chica de barrio y sin recursos. Y resulta que hay mucha gente que la admira y hasta se ha ganado el título de “Princesa del Pueblo” y tiene un montón de fans y todas esas señoras que la siguen se han puesto a imitarla y ahí es donde nace el síndrome de Belén Esteban, que consiste en estar orgulloso de ser un ignorante. Ni más ni menos. Yo puedo entender que uno esté orgulloso de ser como es, con sus defectos y sus virtudes, pero siempre siendo sincero y reconociendo que le hubiera gustado saber más, o tener más dinero, o tener talento para la música, o ser rubio… no se. Aunque estemos orgullosos de nosotros mismos debemos ser capaces de hacer auto crítica y reconocer nuestras debilidades. Y desde luego, en ningún caso estamos orgullosos de ellas, más bien al contrario, las queremos corregir, subsanar, remediar, en definitiva hacerlas desaparecer… digo yo, vamos.

Pero esta gente que padece el síndrome de Belén Esteban, además, resulta que lo gritan. No sólo están orgullosos de ser ignorantes sino que lo van pregonando a los cuatro vientos con una energía que bien podrían emplear para otras cosas. Otra característica común que he notado es que cierran los ojos al hablar y siempre están a la defensiva y este cóctel es más peligroso de lo que parece, porque resulta que tenemos a decenas de miles de personas que no escuchan, que gritan y son ofensivas en el fondo y en la forma, que se cierran en banda y no quieren aprender más porque se quedan con ese estúpido consuelo de que ellos son así y están orgullosos de serlo y a estas alturas ya no van a cambiar y quien quiera que los acepte y quien no pues chao bambino. Aterrador. No hay nada que hacer. Conozco a más de una que padece el síndrome y resulta verdaderamente incómodo. Es gente que paraliza a las demás, las anula y no las deja avanzar. Da tanta pereza dialogar con gente así que uno ya ni lo intenta, lo da por perdido y se resigna a ver cómo cada día que pasa la sociedad se vuelve más y más estúpida.

No sé si en otros países también se produce este fenómeno. ni siquiera sé si se entiende de lo que estoy hablando, espero que sí. Al menos quien conozca a Belén Esteban seguro que sabe a lo que me refiero y quien no la conozca que me diga si sabe de alguien que padezca ese síndrome. No sabemos si se ha extendido a otros países y ya podemos hablar de epidemia o incluso de pandemia. Me aterra pensar en ello.

Suerte que hoy he ilustrado este texto con estas tres hermosas imágenes que al menos nos alegran la vista. Al menos eso espero.


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