Revista Opinión

El sistema de pensiones tiene solución, pero no interesa

Publicado el 13 enero 2018 por Jorbatmon

Leo a diario noticias sobre el sistema de pensiones: que si este político ha pegado un hachazo a la hucha, que si la población es cada vez más vieja y nacen menos niños, que si la cantidad de contratos basura no aportan cotización suficiente, que si los jóvenes de hoy no cobrarán pensiones…

Todas las afirmaciones son ciertas y todas están dentro de la premisa de que el sistema de pensiones es solidario, entendiendo como tal que quiénes trabajamos hoy estamos pagando las pensiones de quiénes trabajaron antaño, con nuestra contribución a la seguridad social.

Bien, para empezar, a mi modo de ver la solidaridad de las pensiones es un sistema obsoleto e ineficaz y debería cambiarse. Si hay menos nacimientos, peores cotizantes y cada vez más pensionistas es evidente que el sistema está desequilibrado por lo que hay que ponerle fecha de caducidad. Es, sencillamente, insostenible en el tiempo.

Alguien podría decir: planteemos un sistema mixto que no sea 100% solidario y que sea obligatorio que cada contribuyente​ tenga un plan de pensiones privado. Correcto. Algo ayudaría, desde luego.
Con toda la lógica del mundo, alargar la edad para acceder a la pensión parece una medida razonable aunque desmotivante. Básicamente, porque hay trabajos y trabajos. No es lo mismo el desgaste de un obrero que el de un profesor. Todos coincidimos que un obrero no puede estar poniendo ladrillos el mismo tiempo que un profesor puede ejercer la docencia. Entonces, ¿es el docente un contribuyente más solidario que el obrero? Si trabaja más tiempo, cotiza más al sistema y aporta parte de la pensión del obrero. ¿Es equitativo? Cuando menos, plantea dudas.

Bueno, entonces, ¿qué hacemos?

Pues echemos un poco la vista atrás en el tiempo. En 2008 estalló una enorme burbuja inmobiliaria que se llevó por delante a miles de ciudadanos, destruyó miles de empleos y dejó en evidencia la desigualdad social que había existido encubierta.

Gracias a esa terrible crisis económica, nos dimos cuenta que había grandes ladrones de guante blanco, de que los bancos nos habían estado robando impunemente y de que el Estado estaba formado por una estructura sobredimensionada. Y la gente se echó a la calle.

Ya hemos pasado la crisis y ¿qué ha cambiado? ¿Acaso se ha reducido la estructura del Estado? Pues no. Ha pasado la crisis y  volvemos a estar socialmente sedados.

La solución de las pensiones pasa por:

  •  Restructuración del Estado. ¿De verdad son necesarios tantos​ estamentos públicos, tantos edificios y estructuras que mantener, tantas administraciones, tanta burocracia?
  • Gestores más eficientes y preparados. Porque así se reduciría la necesidad de asesores y demás gente vampiros del sistema. Por ejemplo, si el presidente del Gobierno no habla inglés perfecta y fluidamente nos vemos abocados a que le acompañe un traductor, más un asesor que le coordine.
  • Equiparación de sueldos. ¿Cómo es posible que haya gente​ que cobre más que el presidente del Gobierno?

La solución está ahí, siempre ha estado y, por desgracia, siempre estará. Porque la solución no interesa. Ningún político la llevará a cabo. Nadie mata la vaca de la que están muy mamando gratis.

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