Revista Coaching

El “sisu” y la felicidad

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

EL “SISU” Y LA FELICIDAD

Se dice que… “de la necesidad, virtud” y desgraciadamente suele ser así. Sin necesidad no solemos generar virtud, aunque algunos pretendan eludir esta realidad declarándose estar en el país de la eterna felicidad.

No se puede negar que los pueblos que han tenido que afrontar mayores dificultades son los que han forjado un carácter más fuerte para el éxito de su supervivencia y de ellos, los de la inhóspita Europa nórdica constituyen una de las mejores muestras que podamos encontrar. Por ejemplo, los finlandeses se caracterizan por tener “sisu”, algo con lo que se identifican y que vendría a ser una especie de estoicismo moderno que les permite afrontar la adversidad y la desgracia para aspirar a mejorar constantemente su bienestar.

El “sisu” podría identificarse por un compendio de perseverancia, gestión del estrés, honestidad e integridad, capacidad de resolución de conflictos, resiliencia, visión de futuro, establecimiento de objetivos, valentía y autoconfianza. En fin, casi todos los ingredientes que facilitan la dificultad de la vida y que han posicionado a estos pueblos como modelo mundial de éxito económico y social.

No obstante, resulta ser que los españoles nos declaramos sentir más felices que los nórdicos, aun careciendo de muchas de esas competencias que integran el “sisu”, lo cual parece difícil de explicar. ¿Cómo cruzar el mar sin un navío adecuado para no zozobrar…?, ¿vale lo mismo una patera que un transatlántico con todos los avances técnicos y medidas de seguridad?

La respuesta no puede ser más descorazonadora por su ausencia de pragmatismo y carga de falsedad: con independencia de su situación, todos los pueblos dicen ser los más felices, al igual que todos los hijos son los más guapos para sus padres o todas las ciudades son las más bonitas para quienes han nacido allí, con independencia claro de la objetiva realidad.

Y es que al final se vienen a transmutar los términos hasta llegarnos a declarar un interesado… “de la virtud, necesidad”…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro


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