Revista Viajes

El Sur de la Isla

Por Mteresatrilla
El Sur de la Isla de Hong Kong es un barrio básicamente residencial, mucho más tranquilo que el Norte y por supuesto que Kowloon. Y un poco de tranquilidad era precisamente lo que necesitábamos después de pasar unos días entre las multitudes.
El Sur de la IslaAunque está prevista una ampliación de la línea de MTR que llevará el metro hasta el sur, de momento la forma más cómoda de llegar es en autobús.
Desde la central en Exchange Square salen diferentes líneas de autobuses: El 260, 6, 6A, 6X, 60 y 66 llegan hasta Stanley, nuestro primer destino del día. Circulamos por una estrecha carretera que va serpenteando el litoral de la isla mientras contemplamos el increíble paisaje de colinas que se deslizan hasta el mar. Una de las mejores rutas de senderismo de largo recorrido de Hong Kong, el Wilson Trail (78km) empieza cerca de aquí. Es una lástima que el afán de construcción no haya respetado el privilegiado entorno y los rascacielos llegan prácticamente a pie de playa.
El Sur de la IslaStanley es un pequeño pueblo de pescadores famoso por sus playas, su relajado ambiente y sobretodo por su mercado. Llegamos muy temprano y todavía están acabando de montar las paradas, por lo que nos dirigimos hacia el paseo marítimo. Caminamos apaciblemente bajo un sol que empieza a hacerse notar, en dirección al Museo Marítimo. Muy cerca se encuentra el pequeño Templo de Tin Hau, dedicado a la patrona de los navegantes.

El Sur de la IslaEl Sur de la IslaEl Sur de la Isla

Después de visitar el Templo seguimos hacia la Murray House donde se aloja el Museo Marítimo. En 1982 el gobierno de Hong Kong derribó el edificio colonial más antiguo de la isla (1846) para construir el Banco de China. Ante el descontento de los ciudadanos prometió reconstruir la Murray House en otro lugar, y en 1998 se empezó a construir en Stanley. El problema fue que las piezas estaban mal numeradas y se tardaron tres años y medio en montar el inmenso puzzle. Aun así sobraron 6 columnas y como no sabían que hacer con ellas, las plantaron una al lado de otra en el paseo marítimo enfrente del mismo museo.

El Sur de la Isla
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Otra reliquia colonial, también procedente de Central, es el pequeño muelle Blake Pier desde donde se disfruta de una bonita panorámica del entorno. Aprovechamos para desayunar en una cafetería un poco chic “Saffron Bakery Café” donde nos dio la sensación que es el punto de reunión dominical de la pija flor y nata de la zona.

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Volvemos al mercado que ya se encuentra en plena efervescencia. A pesar de que está muy concurrido, no tiene nada que ver con el gentío de los mercados de Mong Kok en Kowloon. Nos resulta agradable pasear y curiosear por este laberinto de callejuelas que bajan hasta Stanley Bay.
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Nuestro siguiente destino es Repulse Bay, la playa más popular de la ciudad, donde llegamos también en autobús. El nombre de Repulse Bay proviene de una batalla acontecida en el siglo XIX en la que el ejército británico rechazó un ataque pirata. Fue sede también del que fuera Repulse Bay Hotel, donde en la Segunda Guerra Mundial, los japoneses subieron a lo largo de las colinas posteriores, entraron en los jardines, y sorprendieron a los británicos, que se alojaban en el mismo.
La bahía está rodeada de elegantes casas y pisos de lujo que pertenecen a la gente más adinerada de Hong Kong. Entre ellos se encuentra el Repulse Bay, un gran edificio que llama la atención por su agujero en el centro. Parece ser que el orificio se añadió por recomendación de un experto en feng sui.
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Caminamos por la playa hasta el santuario Kwun Yam que por su colorido es imposible que pase desapercibido. Kwun Yam es el dios de la misericordia pero no se encuentra solo. Le acompaña la Reina del Cielo, además del Buda de la Fertilidad, el Buda Feliz y un sinfín de deidades y estatuas de animales que adornan ese peculiar santuario. Mucha gente acude hasta aquí para buscar salud y larga vida, que por lo visto se consigue alargar tres días cruzando el pequeño puente. Parece ser que también buscan fortuna, ya que van canturreando "money, money, money…" mientras acarician la calva de los gorditos budas que adornan el Longevity Bridge.
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El día está radiante, con un cielo azul y una temperatura muy agradable aunque el agua está fría. Al ser domingo hay un buen ambiente, me imagino que en verano debe ser un agobio acudir a Repulse Bay en fin de semana. Un grupo de chicas ha montado un show impresionante en la playa. Parece alguna competición deportiva y están haciendo las presentaciones sobre un escenario, donde algunas de las participantes, además de desfilar con mucha gracia, muestran sus dotes de canto. La música y el buen día invitan a bailar y nos quedamos un rato disfrutando del ambiente festivo.
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Volvemos a la parada de buses y cogemos el 73 hasta Aberdeen, pasando por otra concurrida playa, Deep Water Bay, donde se encuentra un campo de golf.
Aberdeen es un distrito muy próspero que tiene la categoría de ciudad. Hasta la mitad del siglo XVIII era un pueblo pesquero; actualmente se ha convertido en un importante puerto marítimo y una zona industrial, pero a pesar de ello mantiene cierto encanto si intentamos obviar los monstruos de cemento que rodean la bahía. Después del ataque japonés durante la Segunda Guerra Mundial se cerraron un gran número de restaurantes, aunque la costumbre gastronómica persiste. El restaurante más famoso es el Jumbo Floating Restaurant, un barco enorme en donde se mezcla la cocina tradicional china con los deleites occidentales. Lo más interesante que se puede hacer en Aberdeen es pasear alrededor del puerto pesquero y dar una vuelta en sampan para apreciar alguna cosa del viejo pueblo que vivía entre juncos.
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Justo bajar del bus y poner los pies en el paseo marítimo ya nos vienen a "cazar". El precio que nos piden de 40 HSK por persona, me parece justo y creo que ni merece la pena regatear. El paseo dura unos 30 minutos y damos una vuelta por la bahía entre las barcas de pescadores, algunas de las cuáles se utilizan como vivienda, entre barcos deportivos, viejos astilleros y barcos mercantes. ¡Un ajetreo impresionante!. Pasamos por delante del Restaurante Jumbo, el restaurante flotante más grande del mundo. Quizás por la noche con la iluminación es más bonito, pero personalmente me ha parecido una horterada. Hemos disfrutado mucho, a pesar de mi gran desilusión de no ver ningún sampan con las velas desplegadas. Después de dar una vuelta por el tranquilo paseo marítimo y caminar un poco por las calles cercanas, cogemos el bus 91 hasta Central.
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