Revista Deportes

El torero actual (I)

Por Antoniodiaz

El torero actual (I)

Manzanares, de la generación ni ni del toreo. Ni carga, ni templa, ni manda.


El torero actual es un individuo que practica el toreo actual. El torero actual es un estilista. Y el estilismo ha hecho polvo al toreo.
No expongo nada nuevo si digo que los verbos integrantes del toreo son tres: parar, templar y mandar. Pero ahí va eso, y ustedes perdonen: HOY, NI SE PARA, NI SE TEMPLA, NI SE MANDA.
Parar no es estarse quieto. Eso ya lo hacía don Tancredo, que no ha pasado a la historia precisamente como figura del toreo.
Parar no es andar ni correr; pero no no moverse. Parar es no mover los pies, aunque el cuerpo se mueva. Se torea parado, con los pies lo suficientemente separados (¡horror de pies juntos!) para sustentar y afianzar el cuerpo, moviendo los brazos para marcar la suerte, y cimbreando la cintura, acompañando el viaje del toro, haciendo el lance y el pase largo, rítmico, con compás y medida, suave y armonioso.
Y ahora se cree que parar es hacer la estatua, mantener el cuerpo enhiesto, con rigidez de palo, inflexible, dejando que el becerro pase..., si quiere pasar.
Templar no es torear despacio. Templar es acomodar la velocidad del lance a la velocidad del toro; poner el toreo al temple del toro de acuerdo con el toro. Como templar los instrumentos de una orquesta es ponerlos de acuerdo, acordarlos con relación a la nota la. Templar, en el toreo, es poner el lance o el pase de acuerdo con el la que da el toro. Es no dar un lance rápido a un toro de acometida lenta. Pero es también no dar un lance lento a un toro de embestida rápida. 
Hoy, todo el afán de los toreros es torear despacio a todos los becerros. Y salen a ello.
Mandar, no sólo es decir al toro: "Pasa por aquí", sino decirle además: "No pases de ahí" o "llega hasta allí"
Hoy, el becerro llega hasta donde quiere, o se queda donde le da la gana. Porque, con la rigidez de estatua, no se puede mandar; y con los pies juntos, no se puede cargar la suerte.
Mandar es obligar a pasar al toro que no pasa, y sujetar al toro que se va.
Hoy, el becerro huído sigue huyendo, y el quedado, quedándose. El que manda es el becerro.
Y el torero, que no consigue mandar, que no templa de acuerdo con el la del enemigo, y que no realiza su propósito de estarse quieto (que es lo que él y el público creen que es parar), se vuelve, angustiado, y dirige una mirada melancólica al graderío, como disculpándose. Y los espectadores comentan, compasivos y comprensivos: "¡Qué lástima, el toro (los espectadores le llaman toro), el toro no se presta!" No se presta, claro es, al estatuario y al derechazo, que es lo que el torero quería dar y el público quería ver. 
Porque esa es otra cuestión. El toreo se ha empequeñecido. (Continuará...)
"Hoy se torea peor que nunca"Adolfo BollaínDe la conferencia celebrada en el Club Taurino Madrileñoel 7 de Febrero de 1947
El torero actual (I)


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