Revista Toros

El toro brilló por su ausencia

Por Malagatoro

El toro brilló por su ausencia

¡Qué lamentable estampa ver a Ponce ante su tullido primero, derrumbado durante la faena de muleta!


Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Malagueta, 18 de agosto de 2012. Novena corrida de abono. Casi tres cuarto de plaza.

Cuatro toros de “El Pilar”, y dos (cuarto y quinto) de Juan Pedro Domecq. El sexto, devuelto, y sustituido por otro de Parladé. Los de “El Pilar”, impresentables novillotes, descastados y sin fuerzas. El sexto, que fue devuelto por las protestas del público, era una impresentable sabandija. Los ancianos de Juan Pedro, justos de presentación, flojos y podridos de casta.

ENRIQUE PONCE. Se echa el toro durante la faena de muleta, pinchazo y se echa (silencio). Estocada caída (petición minoritaria y saludos).

MORANTE DE LA PUEBLA. Pinchazo saliéndose y casi entera atravesada (ovación con saludos). Pinchazo hondo saliéndose y dos descabellos (pitos).

JIMÉNEZ FORTES. Gran estocada (oreja). Estocada delantera y contraria (aplausos).


Entre otros, el filósofo Fernando Savater lo dice meridianamente claro en su libro “Tauroética”.  Las voces que denuncian la decadencia de la fiesta se oyen en diversos sectores protaurinos. Ya no se trata únicamente de la opinión de aficionados, tachados injustamente por los voceros del sistema de fundamentalistas, radicales y reventadores, por el mero hecho de ejercer su legítimo derecho, como consumidores de un espectáculo, a protestar enérgicamente exigiendo el toro en su integridad y presencia, con casta y acometividad. Por mucho que se quiera ocultar, desviando la atención hacia el que pasa por taquilla y no se queda callado ante lo que es una tomadura de pelo y de bolsillo, los culpables  de esta tauromaquia 2.0 en estado comatoso hay que buscarlos en quienes controlan el negocio taurino, en las “figuras” y en quienes les rodean. Hogaño los toros son un enfermo en fase terminal; diagnóstico que se va confirmando en todas la ferias, incluida la de Málaga. Es cierto que la masa de espectadores es la que, en cada vez más contadas ocasiones, llena las plazas, pero no debe olvidarse que son los vituperados aficionados, esos que se sacan sus abonos, a precios cada vez más prohibitivos, los que de verdad mantienen viva la llama de la Fiesta. Son ellos los que se están cansando de tanto dislate y comienzan a desertar de sus plazas, renunciando a sus derechos de abonados durante años, haciendo que en los cosos taurinos cada vez se vea más el temido cemento.

Toretes
Una vez más, el toro brilló por su ausencia. La corrida del Pilar fue un compendio de toros sin presencia, sin casta, sin fuerzas, enfermizos, auténticos muertos vivientes. Animales impresentables, varios de ellos más que sospechosos de pitones. Corrida en la que volvió el baile de corrales y que tuvo que ser remendada con dos ejemplares de Juan Pedro, de mejor presencia, pero sin fuerzas y descastados. Creíamos que con la nueva empresa no se volverían a producir estos bailes de corrales, que hablan bien poco de la categoría de la plaza y de la propia empresa. Pero el responsable final de que tal colección de felinos tullidos saltaran al ruedo de la Malagueta, es del presidente del festejo que, una vez más, no supo estar a la altura de lo que se espera de un usía que se sienta en un palco de una plaza, supuestamente, de primera categoría. Este presidente, sin criterio alguno, volvió a renunciar a defender en los corrales los intereses de los que pasan por taquilla y a restar categoría a la Malagueta. ¿A quién defiende usted? Hay un nuevo Delegado de la Junta de Andalucía en Málaga, que tiene la oportunidad de hacer bien las cosas en materia taurina en la ciudad. Su primera decisión debe pasar por cesar a este nefasto presidente y nombrar a una persona con los conocimientos, carácter e independencia necesarios para no plegarse ante las exigencias de los taurinos en los corrales.

El toro brilló por su ausencia
Volvía a hacer el paseíllo Enrique Ponce, el “rey del aviso” y, lo que son las cosas, algunos revisteros que hasta hace muy poco le adulaban como sublime maestro del arte de Cúchares, ahora critican su toreo. Me pregunto. ¿En qué ha cambiado la tauromaquia del de Chivas? En nada, pues lleva años haciendo lo mismo. Propinar cientos de muletazos, despegado, con el pico de la muleta, a media altura, de arriba a abajo, en tiralíneas, hacia fuera, ligando menos que los gases nobles. Al natural, como es típico en él, apenas nada. Todo un “catedrático” del “toreo con mando a distancia”. ¡Qué lamentable estampa verle ante su tullido primero, derrumbado durante la faena de muleta! Aún así hubo petición minoritaria de apéndice. Otro síntoma evidente del nivel de exigencia que hay en los tendidos de esta plaza. Con el cuarto, otro semoviente, anduvo justificándose y a su estilo: muy despegado, sin ligar, a media altura, y sin un pase natural que se precie de ello. A todo esto, el maestro Puyana, acérrimo “poncista”, que lleva perdido el rumbo hace años, haciendo sonar el pasodoble sin cesar durante las dos “sublimes” faenas del maestro. Luego a quejarse en el ruedo ante sus lisiados cornúpetas y después ante los micrófonos, llegando a declarar que con el segundo de su lote estaba contento y podía haber cortado una oreja…La realidad es que se va de vacío tras sus dos actuaciones en esta plaza. Y eso si que es noticia.

El toro brilló por su ausencia
Morante de la Puebla tan sólo dejó destellos de su torería, de su plasticidad, pureza y ortodoxia. En su primero, únicamente destacable una verónica lentísima de cartel. Luego hubo competencia en quites con Jiménez Fortes, que salió a por todas. El malagueño con chicuelinas de manos bajas y muy ceñidas, y el de la Puebla con sus clásicas y bellas chicuelinas envolviéndose en el capote. Con la muleta dejó algunas gotas de su toreo en algunos derechazos, cargando la suerte, adelantando la pierna de salida, como pocos toreros hacen. Un cambio de mano torerísimo y poco más. El Juan Pedro que hacía quinto era una burra beoda, muy reservón y que se quedaba corto en el viaje. Morante no lo vio claro y tras machetearlo se lo quitó de en medio. Mató muy mal a sus dos toros. Poco, muy poco, ofreció el sevillano en el ruedo de la Malagueta que lleva ya demasiado tiempo esperándole.

El toro brilló por su ausencia
Saúl Jiménez Fortes, con el tercero que era un tullido pero noble torete del Pilar que doblaba las manos, tuvo la gran virtud del temple, y de mantener al animalito en pie durante la faena de muleta. Muy entregado, decidido y con valor para hacer tres toreros. Esta vez supo coger bien las distancias y los terrenos para plantear una faena donde hubo mucha quietud, temple y ligazón. Es condición innata en este torero pasarse los toros por la faja, cargando la suerte, y rematando muy atrás los pases. Mató de una gran estocada y fue premiado con una justa oreja. ¡Si hubiera habido toro, hubiera sido una faena para el recuerdo! El sexto fue una famélica lagartija con cuernos, con muy pocas fuerzas, que gracias a las sonoras protestas que, partiendo del tendido “maldito” del 6 se extendieron por la plaza, obligaron a la marioneta que ocupaba el palco a sacar el pañuelo verde. Salió en su lugar un sobrero de Parladé, descastado y rajado, con el que Jiménez Fortes lo intentó, pero el pozo estaba seco, y  prolongó en demasía la faena. En esos momentos finales de la faena, me vino al recuerdo aquellas antiguas crónicas en las que se hablaba de “palmas a la brevedad”. En Jiménez Fortes hay un torero caro, sus condiciones son las ideales para que pueda erigirse en un mandón del toreo. Los aficionados malagueños, tenemos todas nuestras esperanzas puestas en este torero que nos ha devuelto la ilusión que teníamos perdida. El camino es largo y difícil, y para ello debe seguir progresando y limando los lógicos defectos que posee, enfrentándose a toros con casta y presencia y no ante sucedáneos del toro de lidia. Porque sin toro, nada tiene importancia y cuando el toro se cae, la fiesta también lo hace, sin que sea necesario el concurso de antitaurinos, amenazantes y vociferantes en el exterior de la plaza.

Paz y salud

Pepe Pastor


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