Revista Ciclismo

El Tour de 1992 (XVIII)

Por Rafael @merkabici
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Lo cierto es que por delante todo sigue igual, y en el ascenso a Cormet de Roselend Claudio Chiapucci continúa siendo el que con más vigor tira de la escapada, aumentando sin cesar unas diferencias que ya alcanzan los tres minutos, y que empiezan a preocupar seriamente a los favoritos. Por la cima del puerto el italiano vuelve a pasar en primer lugar (dos de dos en los puertos del día) y el gran pelotón aparece convertido en un rosario de corredores donde sólo aguantan en cabeza los más fuertes.

Belleza y sufrimiento

Belleza y sufrimiento

La bajada del Cormet de Roselend es uno de los puntos clave del día, porque muestra bien a las claras, por si aun existían dudas, que Chiapucci va a por todas. Así, el italiano se lanza a través de un descenso complicadísimo, con carretera bacheada y muchas curvas traicioneras (cuatro años después en esta misma bajada se verían varias caídas de Zulle, Riis y la impagable imagen de Bruynell saliendo de un barranco tras haber salido volando hasta allí con su bicicleta), en donde los riesgos que asume el grupo delantero son enormes. Fruto de los mismos se produce una caída muy grave de Iñaki Gastón, que choca contra una piedra en la cuneta y queda inconsciente en el suelo, la cara ensangrentada. Hay momentos de pánico, que recogen perfectamente las fotos de Graham Watson sobre el suceso, con Suárez Cueva, segundo directos del Clas sujetando la cabeza del vizcaíno, pero al final todo queda en un susto.

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Lo cierto es que tras la bajada la diferencia ha aumentado, y supera con creces los tres minutos. Además, frente a los ciclistas se alza un coloso pocas veces transitado en el Tour, uno de esos puertos donde solamente valen las fuerzas de cada cual y cuyo mero nombre evoca terror a los ciclistas: el col de Iseran.

La tan ansiada cima

La tan ansiada cima

El Iseran es, con sus más de 2700 metros, el puerto más alto del Tour de 1992. Es también el segundo puerto más alto de Francia, por debajo tan sólo de la Bonnette, que alcanza los 2800 metros, y fue durante muchos años el puerto más alto en ser franqueado por la carrera gala, después de una gigantesca contrarreloj llevada a cabo en 1938 que suponía subir y bajar el coloso, algo más de setenta kilómetros de esfuerzo brutal. Iseran fue también el lugar elegido por el coqueto Louison Bobet, uno de los mayores mitos de este deporte, para abandonar en su último Tour de Francia, y forma parte de la gran pentalogía de los puertos alpinos franceses habitualmente transitados en carreras ciclistas que más altitud alcanzan y más respeto infunden, junto con la Bonnette, el Galibier, el Izoard y el Agnello. Ese año, además, se subiría Iseran por su vertiente más dura, más de 40 kilómetros de ascenso continuado pasando por la elitista estación de esquí de Val d´Isere, que llevan a los ciclistas a superar los 2000 metros de desnivel.


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